Coexistir es trabajar y apoyar todos los modelos productivos

Leonardo Ariza Ramírez
Gerente general de la Asociación Colombiana de Semillas y Biotecnología (Acosemillas).
La coexistencia de saberes es un enfoque epistemológico que reconoce y valora la existencia de disímiles formas de conocimiento y saberes, como aquellos que son producidos por comunidades indígenas y locales y que se basan en la experiencia, la observación y la tradición.
Este enfoque reconoce que no hay una forma única de conocer el mundo y que diferentes comunidades y culturas tienen sus propios conocimientos y prácticas que les permiten entender y relacionarse con su entorno de maneras únicas.
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En lugar de imponer un conocimiento hegemónico, la coexistencia de saberes promueve el respeto entre estas diferentes formas de conocimiento y busca fomentar el diálogo, la cooperación y la colaboración entre ellas.
Este enfoque es particularmente relevante en contextos de diversidad cultural y biológica, donde la valoración de variadas formas de conocimiento puede contribuir a la conservación y el manejo sostenible de los recursos naturales y culturales.
En sociedades multiculturales, la coexistencia se refiere a la manera en que interactúan los miembros de diversas culturas en un mismo territorio. En términos de las sociedades agrícolas han coexistido múltiples formas o modelos de desarrollo, dados principalmente en la propiedad o el acceso a la tierra, así como de la vinculación en mayor o menor medida de la mano de obra familiar y el acceso al capital.
Apoyar la coexistencia de los modelos productivos
Con estas definiciones sobre coexistencia, podemos reafirmar entonces que los modelos productivos, desde el autoconsumo, la economía familiar campesina e indígena y los modelos agroempresariales de mediana y gran escala, han estado por años presentes de manera simultánea en los territorios, sin reñir el uno con el otro, y en muchas ocasiones se complementan y participan de engranajes que permiten el desarrollo rural de manera integrada.
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Se debe garantizar por parte de la institucionalidad pública el derecho que tienen todos los productores agrícolas, pequeños, medianos o grandes, para cultivar bajo el sistema que se ajuste a sus condiciones económicas y sociales.
Ello debe suceder velando siempre por la conservación del medio ambiente, con el fin de fortalecer la seguridad alimentaria y la sustitución de importaciones de productos agropecuarios, sin afectar la tradición, la innovación, la cultura de los diferentes actores del sector rural y garantizando en cada uno de ellos el estatus fitosanitario del país y el respeto a la libre elección.
El llamado desde la “coexistencia” es a trabajar y apoyar todos y cada uno de los modelos productivos para enriquecer y construir políticas con el enfoque de una agricultura incluyente, en donde todos los actores y principalmente las comunidades rurales se beneficien en un marco de respeto y de tolerancia, en el que haya acuerdos mínimos de las prácticas y los manejos tecnológicos utilizados por cada uno de los modelos que participan en el mismo territorio.
Estaremos atentos a convocar y a participar en diálogos con los grupos de interés del sector de las semillas para la construcción de esos acuerdos mínimos en los que podamos llegar a consensos sobre la coexistencia de los diferentes tipos de semillas, acordes con las prácticas ancestrales, la agroecología o de agricultura moderna con semillas mejoradas y con avances biotecnológicos que nos permitan garantizar la existencia de todos los modelos productivos que aportan a la soberanía y seguridad alimentaria del país.
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