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De Barrancas a la gloria: el camino de Luis Díaz hacia la élite del fútbol mundial

Flor Morales, Columnista, Mas Colombia

Flor Morales

Coordinadora de Comunicaciones del Centro de Estudios del Trabajo (Cedetrabajo).

El pasado 27 de abril de 2025, el Liverpool volvió a tocar el cielo de Inglaterra. La Premier League regresó a las vitrinas de Anfield tras una temporada intensa, vibrante y cargada de emociones. Y entre todos los nombres que llevaron a los Reds a lo más alto, uno brilló con luz propia: Luis Fernando Díaz Marulanda, el guajiro de linda sonrisa que pasó de una ranchería wayúu a levantar uno de los trofeos más codiciados del fútbol.

La historia de Luis Díaz es de esas que parecen sacadas de un cuento, pero contadas con acento costeño, sudor en la frente y callos en los pies. Desde el calor polvoriento de Barrancas, La Guajira, hasta los vientos helados de Liverpool, este colombiano escribió un capítulo que merece ser contado y celebrado, no solo por los fanáticos del fútbol, sino por todo aquel que alguna vez soñó en grande.

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El héroe improbable que conquistó Inglaterra

Luis Díaz no llegó a la Premier como llegan otros cracks sudamericanos, precedidos por ríos de tinta y precios de locura. Su camino fue más bien silencioso, trabajado a punta de gambeta, resistencia y resiliencia. Desde que aterrizó en Anfield en enero de 2022, procedente del Porto portugués, su desborde, su intensidad y su juego valiente le abrieron espacio en el once de Klopp, aunque al comienzo le tocó adaptarse a una estructura táctica más exigente que la de Porto.

En la temporada 2024-2025, Díaz alcanzó su punto más alto: 12 goles y 5 asistencias en la liga, participaciones decisivas en FA Cup y Champions, y una influencia creciente dentro del vestuario. Fue clave en partidos donde Liverpool parecía naufragar; su desborde, su cambio de ritmo, su persistencia sin bola, todo sumó para empujar al equipo a la cima.

Luis Díaz no solo corre, inspira. No solo asiste, transforma. No solo marca, empuja al equipo cuando más lo necesita. Su fútbol es empuje, es carácter, es corazón guajiro en el centro del ataque red.

De la pobreza extrema al máximo nivel

Hablar de Luis Díaz sin recordar sus orígenes es como contar un vallenato sin acordeón. Lucho nació en un entorno de privaciones duras: pobreza, desnutrición, falta de oportunidades. Pero también de tradiciones ricas, de raíces wayúu profundas, de una familia que, aunque sin lujos, le inculcó valores que hoy lo sostienen en la cima.

Cuando a los 17 años fue reclutado para la selección indígena que disputaría la Copa Americana en Chile, su contextura enclenque casi le cierra las puertas. Pesaba apenas 63 kilos, pero en sus piernas había fuego, y en su corazón una terquedad irrompible. Se ganó su cupo y brilló. Tanto, que Carlos “El Pibe” Valderrama recomendó su nombre al Junior de Barranquilla. El resto, como dice el dicho, ya es historia. 

Lucho pasó por la segunda división colombiana, saltó al Junior, ganó 4 estrellas, cruzó el Atlántico hacia Portugal, se graduó en Porto como figura internacional, y finalmente aterrizó en Liverpool. Cada peldaño fue una guerra; cada logro, una batalla ganada contra las probabilidades.

Un campeón que aún no toca techo

Lo logrado hasta hoy por Luis Díaz es impresionante: 14 títulos oficiales en clubes, nominaciones a premios internacionales como el Balón de Oro, y la consolidación como una de las estrellas latinas más importantes en la Premier League.

Pero lo más impactante no son los trofeos ni las medallas: es la sensación de que su mejor versión aún está por venir. Con apenas 28 años, está entrando en su prime físico y futbolístico. Ha aprendido a ser más eficiente, a decidir mejor en los últimos metros, a sacrificarse en defensa cuando el equipo lo necesita.

Técnicos, periodistas y exjugadores coinciden en algo: si mantiene esta progresión, Luis Díaz podría instalarse entre los mejores atacantes del mundo. Algunos se atreven a decir que, de seguir así, estará peleando puestos de honor en el Balón de Oro en un par de temporadas. No es una exageración. Es un reconocimiento ganado a pulso, a gambeta limpia y a sudor de potrero.

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Su futuro: ¿Liverpool, Arabia o nuevos horizontes?

En las últimas semanas, los rumores sobre su futuro han empezado a multiplicarse. Desde Inglaterra, portales como Football Insider y el Liverpool Echo informan que clubes de Arabia Saudita estarían preparando ofertas multimillonarias para tentar al colombiano.

La cifra que se maneja supera los 60 millones de libras esterlinas. Tentadora, sin duda. Pero en Anfield no lo quieren soltar. Arne Slot ha elogiado públicamente el aporte de Díaz: “Luis es un jugador fantástico. No solo marca diferencias en ataque, también contagia energía al grupo. Es parte vital de lo que estamos construyendo.” 

Por su parte, el propio Díaz, ha manifestado que está feliz en Liverpool, enfocado en seguir creciendo y ayudando al equipo. Aunque en el fútbol de élite todo puede cambiar en una ventana de transferencias, el deseo de la hinchada y de buena parte del entorno es que el guajiro se quede otros años.

El desafío pendiente: liderar a Colombia

Si hay un reto que todavía espera en la carrera de Luis Díaz, es consolidarse en la Selección Colombia. No es poca cosa. Hay que cargar el peso de la camiseta, de la expectativa popular, de las críticas feroces y de los sueños de 50 millones de almas.

Hasta ahora, Lucho ha tenido momentos brillantes con la Tricolor –su doblete a Brasil en Eliminatorias–, pero también tardes grises donde su talento se diluyó en el desconcierto colectivo.

De cara al Mundial 2026, Díaz tendrá la oportunidad de aportar desde su experiencia y consolidarse como un referente para la nueva generación, además de ratificar su condición de jugador determinante, como ya lo ha demostrado en Liverpool. Tiene el talento, tiene la personalidad y, sobre todo, tiene la historia de vida para saber que nada se gana fácil, que todo se lucha.

El país lo necesita. El país lo espera. Y él, más maduro, más curtido, parece estar listo para asumir ese papel.

De ídolo local a leyenda internacional

Cuando uno repasa la lista de futbolistas colombianos que han dejado huella en el exterior, aparecen nombres como El Pibe, Higuita, el Tino, Rincón, James, Falcao y Cuadrado.  Cada uno con su estilo, cada uno con sus momentos de gloria.

Luis Díaz, a estas alturas, ya está sentado en esa mesa. Y tiene espacio para servirse un plato más grande si sigue por el camino que ha trazado. Ganar una Champions, pelear un Balón de Oro, liderar a Colombia en un Mundial… los desafíos están ahí, a la vuelta de la esquina.

Lo que emociona es que no se ve un techo para él. Su fútbol sigue siendo fresco, su mentalidad sigue siendo humilde, su hambre sigue intacta.

Luchito: orgullo, alegría y esperanza

Hoy, más que nunca, los fanáticos de la Selección Colombia y del fútbol colombiano en general tenemos razones para sentir orgullo. No todos los días uno ve a un hijo del desierto wayúu conquistar Inglaterra, enamorar a Europa y poner el nombre del país en lo más alto.

Por eso, desde el lado de los hinchas, quiero invitar a todos los fanáticos del fútbol a que adoptemos una consigna sencilla pero llena de cariño: cada vez que veamos a Lucho gambetear, marcar un gol o simplemente sonreír en la cancha, gritemos con el corazón:

“¡Luchito te quiero muchito!”

Y si queremos darle un toque aún más simbólico, ¿por qué no apropiarnos también del canto que retumba en Anfield y que define la esencia del Liverpool?

“You’ll Never Walk Alone…”

Porque, aunque haya nacido en una tierra de vientos duros y caminos polvorientos, Luis Díaz nunca ha estado solo. Lo acompañan su familia, su gente, su país. Y ahora, miles de admiradores que saben que la verdadera grandeza no se mide solo en trofeos, sino en el corazón que se pone para alcanzarlos.

De Barrancas a la gloria. De los sueños humildes al estrellato mundial. Y lo mejor de todo: apenas está empezando.

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