Estados Unidos y Venezuela: portaaviones, amenazas en el mar y alianzas fracturadas en la mayor tensión del Caribe en décadas
La tensión entre Estados Unidos y Venezuela escala con un despliegue militar estadounidense inédito, operativos antidrogas, ataques a pequeñas embarcaciones en el mar y nuevas alianzas regionales.

La relación entre Estados Unidos y Venezuela alcanzó un punto crítico en 2025 con la movilización militar más grande de Washington en el Caribe desde finales del siglo XX. La llegada de Trump al gobierno derivó en una escalada marcada por deportaciones masivas, recompensas millonarias, ataques marítimos letales y ejercicios militares ampliados.
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A esto se sumaron autorizaciones de países vecinos para permitir operaciones estadounidenses, la llegada del portaaviones USS Gerald R. Ford y la formalización de la “Operación Lanza del Sur”. Con designaciones judiciales contra figuras del chavismo y un deterioro diplomático acelerado, la región enfrenta hoy uno de sus momentos más tensos en décadas.
¿Cómo comenzó la escalada entre Estados Unidos y Venezuela en 2025?
A inicios de 2025, la relación entre Estados Unidos y Venezuela parecía dar señales de distensión. El 31 de enero, el enviado especial Richard Grenell viajó a Caracas en la primera visita oficial de alto nivel en tres años. El encuentro incluyó conversaciones sobre migración y derivó en la liberación de seis ciudadanos estadounidenses, un gesto interpretado como un intento de retomar el diálogo.
Ese clima cambió rápidamente. En marzo, Washington trasladó a 238 venezolanos a una prisión de alta seguridad en El Salvador, señalándolos como miembros del Tren de Aragua. Caracas rechazó la acusación, denunció violaciones a derechos humanos y calificó el operativo como una provocación. A partir de ese momento, la tensión entre ambos gobiernos comenzó a acelerarse.
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Despliegue militar estadounidense: la fase que cambió el rumbo
La situación se transformó en agosto, cuando Estados Unidos anunció el envío de tres buques de guerra y cerca de 4.000 soldados al sur del mar Caribe, bajo el argumento de bloquear rutas marítimas utilizadas por organizaciones criminales. Este movimiento marcó el comienzo de una escalada militar sostenida.
Con el paso de las semanas, varios gobiernos de la región ofrecieron apoyo logístico. El 27 de noviembre, República Dominicana autorizó actividades militares temporales de Estados Unidos en áreas limitadas de su territorio, ampliando la capacidad operativa del despliegue y profundizando el distanciamiento con el gobierno venezolano.
El hito más visible ocurrió con la llegada al Caribe del portaaviones USS Gerald R. Ford, el más grande del mundo. Su presencia, junto a aeronaves de vigilancia, bombarderos estratégicos y buques de superficie, representó un aumento considerable en la capacidad de intervención estadounidense.
Operación antidrogas y deterioro diplomático
El 14 de noviembre, Estados Unidos oficializó su ofensiva con el nombre “Operación Lanza del Sur”, destinada, según el Pentágono, a desplegar nuevas tecnologías para interceptar embarcaciones, drones y aeronaves vinculadas al narcotráfico.
Sin embargo, el aumento de la presencia militar coincidió con un deterioro rápido en la relación política entre Estados Unidos y Venezuela. Caracas sostiene que la operación antidrogas funciona como cobertura para impulsar un cambio de régimen, mientras Washington insiste en que la misión responde a preocupaciones de seguridad regional.
A lo largo del año, acusaciones cruzadas, deportaciones y decisiones judiciales reforzaron la tensión bilateral.
Cronología de la escalada: de las señales de diálogo al choque militar
Enero: señales de apertura
La visita de Grenell a Caracas fue vista como un intento de recomponer relaciones. La liberación de seis estadounidenses pareció confirmar esa intención.
Marzo: conflicto por deportaciones
Washington trasladó a más de 230 venezolanos a El Salvador, acusándolos de pertenecer al Tren de Aragua. Venezuela negó los vínculos y calificó el hecho como una agresión política.
Agosto: recompensa por Maduro
El 7 de agosto, Estados Unidos elevó a USD 50 millones la recompensa por información que permitiera capturar a Nicolás Maduro. El gobierno venezolano rechazó la decisión, y la retórica entre ambos países se endureció.
Agosto: primer despliegue naval
El 19 de agosto, Washington anunció su operativo naval en el Caribe Sur. Venezuela respondió con ejercicios militares internos y una campaña de alistamiento de la Milicia Nacional Bolivariana.
Septiembre, octubre y noviembre
El punto más crítico surgió el 2 de septiembre, cuando Estados Unidos reveló un video del primer ataque contra una embarcación señalada de transportar drogas. Once personas murieron en ese incidente.
Durante los meses siguientes, al menos 83 personas fallecieron en ataques similares. Diversas organizaciones internacionales expresaron preocupación y señalaron que, ante la ausencia de capturas o procesos judiciales, algunos casos podrían constituir ejecuciones extrajudiciales.
Washington afirma que estos “ataques cinéticos” buscan interrumpir el flujo de drogas hacia su territorio; Venezuela sostiene que se trata de acciones destinadas a justificar una mayor presión militar.
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Marco Rubio, Trump y el endurecimiento del discurso político
El 4 de septiembre, el senador Marco Rubio calificó a Nicolás Maduro como fugitivo de la justicia estadounidense, basándose en procesos abiertos en tribunales federales. Sus declaraciones reforzaron la ofensiva verbal entre ambos gobiernos.
En octubre, Donald Trump afirmó considerar operaciones terrestres y bombardeos en Venezuela. Ese mismo mes autorizó nuevas misiones encubiertas de la CIA, lo que reactivó preocupaciones históricas sobre intervencionismo en América Latina.
Estos episodios consolidaron la etapa más dura en la relación entre Estados Unidos y Venezuela desde comienzos del siglo XXI.
Alianzas regionales y autorizaciones militares
El despliegue estadounidense generó movimientos en el mapa político regional. Panamá permitió ejercicios conjuntos, Ecuador expresó respaldo a la estrategia antidrogas, Trinidad y Tobago justificó su apoyo por razones de seguridad interna, y República Dominicana autorizó operaciones temporales de EE. UU. en su territorio.
En contraste, Caricom reiteró su llamado a preservar al Caribe como zona de paz, reflejando una posición más distante frente al incremento de actividades militares.
Tensión geopolítica y acciones finales de noviembre
El 24 de noviembre, Washington añadió al llamado Cartel de los Soles a su lista de organizaciones terroristas extranjeras, atribuyéndole vínculos directos con altos funcionarios venezolanos. Caracas negó la acusación y argumentó que la designación forma parte de una política para reforzar la presión internacional.
Ese mismo mes, Venezuela aceleró ejercicios cívico-militares y reforzó discursos de defensa territorial. En paralelo, la “Operación Lanza del Sur” incorporó nuevas plataformas robóticas y capacidades de vigilancia en el sur del Caribe.
La combinación de estos episodios mantiene en vilo la relación entre Estados Unidos y Venezuela, en un escenario donde los movimientos diplomáticos y militares avanzan en paralelo.
En el trasfondo de este enfrentamiento están los inmensos recursos petroleros y mineros de Venezuela y el esfuerzo estadounidense de recuperar la iniciativa geopolítica en el hemisferio occidental.
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