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viernes, 17 de enero de 2025
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Impuestos saludables

Diva Criado, Columnista, Más Colombia

Diva Criado

Abogada y periodista, Master en Gestión Pública de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Coordinadora de la Sección de derechos humanos, redactora y editora de la Agencia de Noticias La Independent de España.

Cierto, la Reforma Tributaria es necesaria para el país y son múltiples las razones para justificarla. Con más razón, si tenemos en cuenta el panorama inflacionario a nivel global, que afecta y golpea a los países más pobres. 

Pero, ¿es necesario meterles la mano en el bolsillo a los más pobres? Sería como tapar el sol con un dedo, si alguien se atreve a contradecir que son los más pobres los que satisfacen su dieta diaria con muchos de los alimentos que quedarán gravados cuando quede en firme el llamado “Impuesto Saludable”. 


Ahí sí que debemos reconocer como aberración la enorme desigualdad social que pregonaba el presidente Petro, cuando se posesionó el pasado agosto. 

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Reconozco que es buena la medida que busca minimizar el impacto en el medio ambiente, aumentando el impuesto al plástico de un solo uso —ese que usamos una vez y luego tiramos—; es cierto que, desde su producción hasta el final de su vida útil, el plástico emite Gases de Efecto Invernadero en cada etapa de su ciclo de vida. Caso en el cual, el impuesto debería gravarse a las refinerías e instalaciones de producción de la industria del plástico; pero eso es otra cosa. En mi opinión, la Reforma Tributaria tiene una mezcla de intenciones que resultan desconcertantes. 

La lista de impuestos a los alimentos y bebidas es grande y de lo más variopinta. Gravámenes que afectan desde la pasta, salchichas, jamones, empanadas, ponqués, tortas, bizcochos, chicharrones, papas fritas, productos de confitería y repostería, hasta los snacks   que los niños llevan al colegio. 

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Aunque el impuesto saludable aprobado en la plenaria de Senado y Cámara este miércoles tuvo algunas modificaciones, ya que quitaron finalmente el pan que tiene una fuerte presencia en muchos hogares y otros alimentos como la miel, el dulce de leche, el bocadillo y las obleas —productos tradicionales de la cocina colombiana por sus usos y costumbres, y que además generan empresa—, en realidad fueron muy pocos los excluidos, y el impuesto tendrá un impacto negativo en la canasta familiar.  

No niego que el objetivo de cambiar la cultura ciudadana, a modos de vida más saludables, sea importante. De hecho, recientemente la Universidad de Oxford y la City University de Londres realizaron un estudio sobre la efectividad de los impuestos alimenticios. Afirman que el solo hecho de gravar las bebidas azucaradas y los alimentos grasos, poco saludables, podrá reducir la prevalencia mundial de una variedad de enfermedades, como las cardiovasculares y cerebrovasculares, que están afectando actualmente a la humanidad.  


Pero el estudio, publicado en la Revista Médica Británica (BMJ), también indica que los gravámenes a esos alimentos deben reemplazarse con subsidios en los alimentos sanos como frutas y verduras, entre otros. Razones que me llevan a preguntar, ¿cuáles son los programas de ayudas propuestas por el gobierno Petro, para compensar la subida de precios de esos alimentos?   

¡Ahí les dejo!

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