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lunes, 7 de octubre de 2024
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“La Amazonía podría acercarse al punto de no retorno”: Panel Científico por la Amazonía

Científicos suramericanos entregaron el primer Informe de hallazgos sobre el estado de la cuenca Amazónica (2021). Hacen un llamado global y urgente a sumar esfuerzos concretos para detener su deterioro.
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Ante la preocupación por los crecientes acontecimientos catastróficos que se han venido presentando en la región de la Amazonía en los últimos años, más de 200 científicos e investigadores de los ocho países suramericanos que comforman dicha región —Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Venezuela, Surinam y la Guayana Francesa—, auspiciados por la la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (SDSN), conformaron el Panel Científico de la Amazonia (PCA). 

Este Panel se reunió en 2020 para “debatir, analizar y recopilar” el conocimiento acumulado por parte de la comunidad científica sobre la Amazonía, así como el de los pueblos indígenas y las demás partes interesadas que viven y trabajan en este territorio. 


Como resultado de este proceso, el Panel entregó recientemente el primer Informe de evaluación 2021 sobre el estado de la cuenca de la Amazónica. Este tiene el objetivo de adoptar medidas concretas para la conservación efectiva y el desarrollo sostenible de “una entidad regional del sistema terrestre” con una “biodiversidad mundial extraordinaria”, “única e insustituible” y de “relevancia global”. 

Aquí presentamos un breve resumen de los principales hallazgos y recomendaciones.

Aportes de la Amazonía al planeta

De acuerdo con el informe del PCA, la cuenca del Amazonas hospeda “la mayor selva tropical del mundo”, con una inmensa riqueza y diversidad no solo natural sino cultural.

Por un lado, la selva tropical amazónica “brinda estabilidad y resiliencia a los ecosistemas terrestres y acuáticos”, ejerce un papel clave en el ciclo hidrológico global al regular las variaciones climáticas y “aporta una gran cantidad de humedad” que fluye hacia la parte sur de Suramérica a través de “ríos aéreos”, lo que la convierte en una “fuente importante de agua para muchos otros ecosistemas” más allá de la cuenca, incluida la región Andina. 


Por otro lado,la Amazonía proporciona “la descarga fluvial más grande de la Tierra”, con un aporte total a los océanos del 16% al 20%. También es agente crucial en “el depósito y remoción de carbono”, al almacenar aproximadamente entre 150 y 200 mil millones de toneladas de carbono en los suelos y la vegetación.

En su dimensión cultural, la Amazonía es el hogar de alrededor de 47 millones de personas, de los cuales 2,2 millones son indígenas que pertenecen a 400 pueblos que hablan más de 300 idiomas. De acuerdo con el informe, los Pueblos Indígenas y las Comunidades Locales (PICL) desempeñan un papel muy importante “en la generación, conservación y gestión sostenible de la diversidad biológica y agrícola amazónica, así como de los ecosistemas”. 

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Amenaza de “no retorno”

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De acuerdo con los datos estadísticos arrojados por el Panel Científico de la Amazonia (PCA), aproximadamente el 17% de la tierra amazónica se ha destinado a otros usos. Estos ya no solo tienen que ver con “la agricultura e industrias extractivas”, como en el pasado, sino con el “reciente incremento de las actividades ilegales” que, según los expertos, son las principales causantes de la deforestación y de los incendios forestales. 

Las intervenciones humanas, señala el informe, han puesto a muchas especies en alto riesgo de extinción, las cuales, al encontrarse “disminuidas y restringidas” a áreas menores de distribución, “generan fuertes impactos en las interacciones entre las especies” que son interdependientes. Esto también está transformando la manera como  operan los bosques y otros ecosistemas amazónicos, lo cual está “disminuyendo la productividad de la cuenca del Amazonas y su capacidad para brindar servicios ecosistémicos regionales y globales vitales”, como el almacenamiento y captura de carbono.

Por otra parte, el informe destaca que los Territorios Indígenas (TI) y las Áreas Protegidas (AP) cubren alrededor del 50% de la cuenca del Amazonas y son esenciales para la conservación de los ecosistemas terrestres y acuáticos. El documento resalta que, si bien entre el 2000 y el 2018 solo el 13% del área total deforestada en la cuenca del Amazonas ocurrió dentro de Territorios Indígenas y Áreas Protegidas, se estima que el 51% de las AP y el 48% de las TI están sometidos a fuertes presiones por deforestación ilegal, tala, minería y el acaparamiento de tierras en la actualidad.


Según el informe, factores como “el clima más cálido, mayor deforestación y degradación de los ecosistemas, además de incendios forestales más destructivos”, están llevando a la Amazonía a estar cada vez más cerca de “un punto de no retorno”. De cruzarlo, su recuperación sería “imposible”, señala el documento.

El documento del PCA advierte que cruzar el “punto de no retorno biofísico” del Amazonas tendría “efectos devastadores tanto a nivel local como global”. Para los expertos, el planeta experimentaría un “colapso repentino de la biodiversidad y rápida extinción de la selva tropical”. Debido a la muerte de los árboles y cambios drásticos en el ciclo hidrológico, se liberarían “enormes cantidades de carbono a la atmósfera”, lo cual tendría a su vez impactos proyectados en los acuíferos brasileños, la agroindustria y los suministros de agua a los centros urbanos”.

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“La Amazonía que queremos” 

Ante tan desolador panorama, el PCA propuso un cambio de rumbo y una transición hacia una “visión viva” de este territorio mediante “acciones concretas y coordinadas”, implementadas a “gran escala, simultáneamente y con urgencia”. 

Basados en evidencia científica, los expertos del PCA plantearon cuatro acciones políticas prioritarias en la conservación y restauración del bioma del Amazonas: 

  1. Lograr una “deforestación cero” a 2030 y combatir la degradación de los ecosistemas y los incendios forestales. En este frente, el panel de expertos señaló que es necesario “admitir el papel fundamental de la Amazonía como regulador climático global”. Esto puede lograrse al combatir la degradación de los ecosistemas y los incendios forestales antes del 2030 para que alrededor del 80% de los bosques naturales sigan siendo saludables.
  1. Reforestar y restaurar. De acuerdo con los expertos, para salvaguardar la integridad ecológica de la Amazonía no solo es necesario detener la pérdida y la degradación de la selva tropical, sino también restaurar los ecosistemas terrestres y acuáticos. Estos esfuerzos deben ser “transfronterizos” y velar por la “integridad de los ecosistemas de agua dulce, y sus funciones ecológicas”. También destacaron la importancia de “conservar y restaurar los biomas heterogéneos y su biodiversidad y a su vez mejorar los medios de vida y promoción de nuevas actividades económicas”.
  1. Proteger a los Pueblos Indígenas y Comunidades Locales y sus derechos. Para los expertos es fundamental proteger los derechos de los pueblos indígenas y de las comunidades locales amazónicas a la tenencia de la tierra. En su concepto, esta es una herramienta eficaz para alcanzar la justicia social y resultados concretos de conservación. 
  1. Movilizar financiamiento y fomentar alianzas para la conservación, la restauración y el desarrollo sustentable. Para los expertos del PCA, las actuales dinámicas de mercado, así como las condiciones políticas, facilitan la deforestación en vez de la conservación. Por ello, plantean que los desafíos que enfrenta la cuenca del Amazonas “exigen un desarrollo financiero internacional ambicioso y a gran escala”. Lo anterior, explican, implica desarrollar alianzas financieras públicas y privadas para promover y sostener la restauración, la conservación, el manejo forestal y el desarrollo de cadenas de valor sostenibles. También señalaron la importancia de incentivar la inversión en educación, ciencia, tecnología e innovación en estos frentes.

Por último, señalan que, aunque la administración de la conservación y salvaguardia de la cuenca del Amazonas recae sobre todo en los países suramericanos, es importante que los demás países del mundo asuman esta problemática como una responsabilidad global. En este sentido, también sugieren movilizar recursos por parte de las “economías avanzadas”. Estas, señala el informe, no solo son las más ricas, sino que son las que generan “más gases de efecto invernadero, deforestación y degradación de los bosques, debido a la importación de productos primarios o commodities de riesgo para los bosques”. 


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