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miércoles, 11 de diciembre de 2024
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La historia detrás de Lavafante y cómo la adaptación al mercado colombiano lo mantiene a la vanguardia del sector

En esta entrevista, el fundador y gerente general de Lavafante, Ignacio Ruiz, cuenta la historia de esta empresa de lavado de carros, las particularidades del mercado colombiano y cómo el adaptarse a tiempo llevó a la empresa a consolidarse como líder del sector. Colaboración con Medaglia.

Son muchos los jóvenes bogotanos que recuerdan con alegría haber ido de niños al Lavafante, ese lavadero de carros con el logo de un tierno paquidermo rosado, a dejar reluciente el vehículo de sus padres. La empresa, que este año cumple 20 años en el mercado, se ha convertido en un referente. 

La adaptación al mercado colombiano, así como la innovación en el tratamiento del agua y la implementación de bombas de recirculación que le permiten disminuir el gasto de este recurso, han jugado un papel importante en su éxito. 


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En esta entrevista liderada por Laura González, gerente general del centro cultural y emprendimiento MEDAGLIA, el fundador y gerente de Lavafante, Ignacio Ruiz, contó su experiencia sacando adelante esta tradicional empresa, que hoy en día es una de las más grandes de lavado automotor en Colombia. 

A continuación, transcribimos algunos apartados de la entrevista, que puede ver completa en el video de arriba.

¿Por qué pensó en abrir un negocio de lavadero de carros?

Bueno, porque me gustan los carros, siempre lavaba mi carro cuando se podía lavar en la calle. 

En BP, la empresa que me contrató en España cuando viví allá, mi trabajo era poner lavaderos de carros en las estaciones de servicio. Esa era una parte de mi trabajo. Allí aprendí a poner este esquema de lavaderos de carros como el que tengo ahora y me pareció interesante para el mercado colombiano. 


Me pareció interesante ofrecer una solución diferente a lo que había, que era el lavadero tradicional. Por eso me enfoqué en los lavaderos de carros: Lavafante.

Cuando inició el negocio de lavado de carros, ¿cuál fue el principal reto que enfrentó como emprendedor? 

No darse por vencido porque siempre hay una solución a todo: el encontrarla está en ti y el resolverlo está en ti.

Muchas veces uno ve gente que abandona el negocio, que abandona la empresa, que la cierra porque no pudo encontrar o no quiso luchar lo suficiente para encontrar la solución al problema que estaba teniendo. No darse por vencido, creo yo, es lo más importante.

Problemas siempre hay y siempre ha habido, entonces uno tiene que irse adaptando. 

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¿De qué manera fue cambiando el modelo de negocio de Lavafante?

Cuando empecé con Lavafante mi idea inicial era que fuera en autoservicio, es decir, que uno mismo lavara el carro, porque eso era lo que yo hacía en España: te bajas del carro, echas una monedita, coges la lanza y lavas el carro tú solo.

En ese momento yo pensaba “esto no existe en Colombia”, pero yo lo hacía en España y mis amigos de allá también lo hacían. “Esto debe funcionar”, pensaba. 


Entonces, puse el primer lavadero de carros en la paralela con 95, en Bogotá. La gente llegaba y encontraba tres pistas para lavar el carro. Dos pistas eran en autoservicio y una pista en servicio atendido. 

Cuando a la gente le decían que se tenía que bajar del carro y lavarlo decía: “¿que yo lo lave?”. Luego vi que en Colombia el concepto del autoservicio no se entendía y por esto duró muy poco ese modelo, dos o tres meses.

Entonces, al ver que la fila del servicio atendido estaba llena de carros, mientras que las otras dos estaban desocupadas, me dije que tocaba adaptar el servicio al modelo colombiano. 

El primer lavadero que abrí era igual que los de España. Era con agua caliente para que el cliente no tuviera que frotar el carro, sino que tenía agua osmotizada y el jabón salía a presión por la lanza.

La ósmosis inversa es un proceso que se le hace al agua para quitarle todos los minerales, de manera que el cliente se pueda ir con el carro mojado. Cuando llegue a la casa, el carro ya estará seco y sin ninguna mancha. 

Nada de eso servía porque nosotros no podíamos entregar el carro mojado, teníamos que refregarlo, o si no el cliente no aceptaba, teníamos que secarlo y entregarlo totalmente terminado. 

Poco a poco fui modificando el negocio. En un segundo momento mantuve el agua caliente, pero en el tercero la eliminé. En el segundo también quité el agua osmotizada porque una planta de ósmosis inversa cuesta un pocotón.


Ese tipo de adaptaciones al mercado local se van aprendiendo en el camino. Uno como empresario tiene que adaptarse a lo que el mercado le va diciendo. 

¿Qué tan difícil es sacar adelante una empresa formal en Colombia?

Ahora que estoy en época de pagar renta, hablaba con mi contadora y pensábamos que, si un negocio como este no existiera, ¿se estaría pagando este dinero que pagamos en impuestos? ¿lo estaría recibiendo el Estado? Yo pienso que no y que los carros se estarían lavando igual.

Uno paga los impuestos feliz porque el hecho de estar pagando impuestos significa que el negocio va bien. Sin embargo, y al saber que este gremio es tan informal, que la gente o la competencia no está tan formalizada ni paga seguridad social, impuestos y demás, el gobierno debería fomentar que las empresas que están funcionando en la informalidad se formalicen.

No obstante, muchas veces uno se encuentra con lo contrario. En particular, en este mercado hay muchísima gente lavando carros informalmente, y el gobierno, el Estado y la ciudad se hacen los de la vista gorda, miran para otro lado. Pero a quienes tenemos el negocio establecido, de alguna manera ordenado y legal, nos quieren exigir cada vez más y más. 

A veces uno se sorprende de las cosas que nos están pidiendo y uno quisiera saber por qué. Y me pregunto, ¿cómo puede funcionar que quienes trabajan lavando carros de manera informal puedan cumplir con todo lo que pide el gobierno? ¡Es increíble! 

Por esto, uno quisiera que el gobierno actuara en favor de esa gente para que se formalice, con exigencias coherentes y cumplibles, en vez de pedirle unos requisitos incumplibles a las empresas formales.

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