“Ya hay hambre en La Mojana”: productor pide ayuda urgente por emergencia de Caregato
El 6 de mayo, los pobladores de La Mojana sintieron que el pasado se repetía, cuando las obras de reconstrucción del jarillón de Caregato volvieron a romperse y, una vez más, el agua del río Cauca lo inundó todo. Hay zonas afectadas en los departamentos de Córdoba, Antioquia, Bolívar y Sucre.
Solo en el municipio de San Jacinto del Cauca, en el departamento de Bolívar, se perdieron 35 mil hectáreas de cultivos y cerca de 400 familias resultaron damnificadas, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo.
Ellos, que están acostumbrados a llevar una vida anfibia, en la que el agua sustenta sus medios de vida, una vez más vieron cómo su trabajo y su vida quedaron en vilo.
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La última página del drama en Caregato comenzó el 27 de agosto de 2021, cuando el río Cauca rompió el jarillón sobre la margen izquierda. Por allí se abrió paso el río, inundando de más a una población acostumbrada al agua, y dejando alrededor de 254 mil damnificados.
Desde entonces, el jarillón se ha roto varias veces, demostrando que la región requiere una mayor inversión en infraestructura y que las obras construidas hasta el momento o bien son insuficientes, o bien han estado mal planeadas.
Para Arcesio Paredes, un líder social de La Mojana y agricultor del corregimiento de Gavaldá, en el municipio de Guaranda (Sucre), lo ocurrido esta semana en Caregato es una mezcla de inoperancia estatal, desdén por la región e ingeniería ineficiente e insuficiente.
La Defensoría había lanzado alertas por Caregato
La de esta semana fue una tragedia anunciada. La Defensoría del Pueblo hizo un primer llamado el 26 de abril de 2024, cuando alertó al país por las filtraciones que se estaban presentando en San Jacinto del Cauca.
“La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y el Fondo de Adaptación deben implementar, cuanto antes, medidas de carácter urgente, efectivas, pues las lluvias comenzaron a arreciar, lo cual está derivando en un mayor flujo de agua que seguirá inundando los lugares donde habitan las comunidades y tierras productivas”, dijo en su momento el Defensor del Pueblo, Carlos Camargo Assis.
En diálogo con la W Radio, la gobernadora de Sucre, Lucy García Montes, dijo que “hay unas obras que se iniciaron, iban a buen ritmo y llegaron hasta el 40%; estábamos esperando el fenómeno de La Niña que se había anunciado antes, se bajó el ritmo en esos trabajos y no se han terminado las obras. Por eso llamo a la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo, al Gobierno Nacional para que se organicen y nos terminen los trabajos”.
Arcesio asegura que las obras iban en un 40%, pero los trabajos complementarios no habían comenzado. El líder comentó que, más allá de las acusaciones mutuas entre el contratista y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), es clave cambiar el orden de las obras que se están realizando, para construir primero los megaespolones o corta-flujos y evitar así que el agua se vuelva a llevar las obras de Caregato.
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Según indicó, dichos espolones son imprescindibles “para voltear las aguas del río Cauca hacia el canal de La Esperanza y que estas puedan tomar el cauce antiguo que tenía por Madrevieja”. Y, más allá de las obras de infraestructura que la región requiere, insistió en que los habitantes de la región necesitan que el Gobierno les dé la mano.
Por ahora, el Ministerio de Agricultura y el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) le dieron prioridad a la evacuación de animales de producción, para lo cual anunciaron que se agilizará la expedición de las guías de movilización y la regularización de censos pecuarios, entre otras medidas.
Sin embargo, Arcesio insiste en que las ayudas han sido insuficientes:
“Hay damnificados a diestra y siniestra en La Mojana, personas en albergues provisionales y en la calle. Estamos en este momento en veredas ayudando a las personas a salir de las aguas, a rescatarlas, y solo nos acompañan los ruidos de los animales. Es caótica la situación que estamos pasando en nuestro territorio.
Necesitamos ayuda, ojalá la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ponga carpas acá, pero también necesitamos la presencia de Unicef, Naciones Unidas, Acción contra el Hambre, Defensa Civil, Cruz Roja nacional e internacional, todos los organismos… que puedan articular esfuerzos para mitigar las necesidades que tenemos porque sinceramente ya hay hambre en la región y no hay el primer mercado en el territorio. Esto es caótico”.
Mayor inversión en La Mojana, piden las comunidades
La Mojana ha sido una región históricamente dedicada a la producción de arroz. La situación que se vive actualmente es crítica, pues las inundaciones no solo están dañando las siembras que se hicieron hace uno o dos meses, sino que muchos productores se quedaron sin semilla para la siguiente cosecha.
Según indicó Arcesio, se han perdido aproximadamente 38.000 hectáreas de arroz en La Mojana y hay alrededor de 2.300 familias damnificadas. Muchas de ellas, además, quedaron endeudadas con las emergencias de los años pasados y no tienen cómo invertir ahora en sus fincas. Para el líder, en este momento se requiere diversificar la producción:
“En la zona necesitamos la presencia de la Agencia de Desarrollo Rural (ADR) y del Gobierno Nacional con proyectos productivos. En este momento se puede reemplazar el cultivo del arroz, porque ya se nos ahogó, con proyectos productivos como gallinas ponedoras, pollo, pescado en represas, cría de cerdos y caña panelera, entre otros, para la reactivación económica de nuestro territorio”.
Sobre el tema de la reconversión, la ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica, insiste en que las comunidades deben adaptarse al clima y a los distintos fenómenos que se viven en esta zona, un punto de vista que ya expresó el Gobierno en la emergencia del año pasado.
Mojica enfatiza en que se debe impulsar la adaptación de las fincas de La Mojana para que respondan al calendario agroecológico, pero esta idea no viene acompañada con los recursos públicos suficientes para ello y los habitantes de la zona dicen que es más fácil decirlo que hacerlo, e insisten en que el daño está hecho y hay que resolverlo.