Las pasiones y las estadísticas

Diego Cabrejo
Matemático e Ingeniero Electrónico, Magíster en Matemáticas Puras, Gerente de Riesgo y Co-Founder de la Fintech Prestanza (R). dcabrejo@prestanza.com
¿Qué tanto puede afectar una ideología nuestra toma de decisiones? ¿Podemos confiar en nuestro juicio para definir una estrategia empresarial en un contexto politizado?
En su libro “Enlightment now”, el investigador Steven Pinker expone los resultados de un experimento que consistió en mostrarle a un grupo de personas el siguiente gráfico y pedirle una interpretación o una conclusión del mismo
Las respuestas más comunes fueron: “Las personas prefieren la mayonesa sobre la salsa de tomate” o “Por cada 3 personas que prefieren la mayonesa hay 2 que prefieren la salsa de tomate”. Después se les pedio sacar una conclusión del siguiente gráfico:
Las respuestas más comunes fueron: “Esa estadística debe estar mal, no creo que tantas personas estén en favor del aborto”; “Yo conozco una estadística diferente” o “Esa estadística depende de a quién se le pregunte”.
La conclusión es contundente: si a las personas se les pregunta por la interpretación de un gráfico estadístico sobre un tema trivial, las respuestas son lógicas y concretas, pero si la pregunta está relacionada con un tema que despierte pasiones o toque sus valores o emociones, un alto número de ellas cuestiona la pregunta, duda del dato o malinterpreta las conclusiones, sencillamente porque a todos nos cuesta trabajo procesar la información que es contraria a lo que creemos, por sencilla que sea.
Como empresario debo tener esta premisa siempre presente en el proceso de toma de decisiones, pues un hecho o tema que resulta sensible y que afecta mis emociones puede hacer que realice o deje de hacer un buen negocio, por el solo hecho de no revisar los datos o la información financiera de manera imparcial y objetiva.
La coyuntura actual exige una reflexión similar por parte de todos y particularmente de los empresarios y emprendedores, pues debemos generar mecanismos que nos permitan identificar cuáles de nuestras decisiones están siendo influenciadas por creencias políticas y no por datos.
Por ejemplo, si estamos analizando los riesgos que tiene la tasa de cambio sobre nuestro negocio, sobre la posibilidad de realizar una inversión, tomar un crédito o contratar más personal y nuestra respuesta inmediata es “prefiero quedarme quieto, porque con este gobierno no se sabe”, tenemos un indicativo de que nuestras emociones y creencias influencian nuestras decisiones y no la razón y los datos. Esto, en el mediano y largo plazo, se convierte en el ingrediente principal de la receta para el fracaso.
Por último, invito a todas las personas que lean este artículo a reflexionar sobre lo siguiente: si bien la política, la religión y el fútbol son importantes en el ámbito personal y social, debemos dejarlas afuera del trabajo y muy en particular de los cargos que toman decisiones, debido a que la combinación exitosa de las ideologías y la razón es sencillamente imposible o, cuando menos, una paradoja.