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¿Los gremios sirven al gobierno o a los empresarios?

Enrique Daza, Columnista

Enrique Daza

Exsecretario de la Alianza Social Continental y de la Red Colombiana frente al Libre Comercio, Recalca. Director del Centro de Estudios del Trabajo, Cedetrabajo

La mayor parte de los gremios que representan a los industriales o a los empresarios fueron creados en la posguerra, aunque hay unos mucho más antiguos como la SAC (1871), la Federación de Cafeteros (1927) o la Asobancaria (1936). Los restantes se crearon con posterioridad a 1944, especialmente entre 1950 y 1980, periodo durante el cual floreció a medias el proceso de sustitución de importaciones. Su surgimiento reflejó una cierta modernización productiva y una creciente participación de los empresarios en la vida nacional con el propósito de influir en las políticas públicas.

En los ochenta se constituyó el Frente Gremial Nacional, conformado por la ANDI, Camacol, Fedemetal y Fenalco, que cuestionó las políticas de Julio Cesar Turbay especialmente en lo referente al Estatuto de Seguridad y la política de endeudamiento externo. Pero esta fue una experiencia efímera y solo en 1991 se creó el Consejo Gremial Nacional (CGN) con 14 miembros y que hoy cuenta con 27 de los más importantes gremios empresariales.

El nacimiento del CGN estuvo ligado al inicio de la apertura económica que lanzó Cesar Gaviria con Ernesto Samper como ministro de Desarrollo y tuvo, como elemento central en su agenda, la política de comercio internacional del país, la cual gravitaba principalmente en la integración regional, aun cuando estaba siempre presente la relación con Estados Unidos e incluso se ventiló la posibilidad de ingresar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, suscrito en 1994.

Al hacer un balance de su trabajo en ese periodo, el CGN se quejaba de su escasa influencia en las negociaciones internacionales, en razón del “desbordado ritmo que le ha impreso el Gobierno a sus relaciones de libre comercio con prácticamente todos los países del hemisferio”, y de la difícil comunicación con los negociadores (Historia del CGN, https://cgn.org.co/documentos-y-proyectos/).

En el diálogo con el gobierno, los temas versaban sobre la promoción de exportaciones, la privatización y la desregulación de la economía y, en lo externo, los niveles y estructura del Arancel Externo Común del Grupo Andino, el perfeccionamiento de la Unión Aduanera con Venezuela, las negociaciones del Grupo de los Tres y con Chile, el Desarrollo del Tratado de Libre Comercio con Centroamérica y el acercamiento con el Caribe.

El CGN siempre acompañó las políticas de apertura, aunque entre 1994 y el 2002 sus temas relevantes fueron la lucha contra el desbordado narcotráfico, la crisis política durante el gobierno de Samper que llevó a los gremios a pedir su separación de la Presidencia y las negociaciones de paz en el Caguán, asuntos a los cuales dedicaron muchas reuniones, pero al vaivén de las decisiones y prioridades gubernamentales.

Fue dentro del marco de la oleada de negociaciones internacionales como se fusionó en 2002 el Ministerio de Desarrollo con el de Comercio Exterior, como símbolo de que el país cifraría sus posibilidades de desarrollo en las negociaciones de tratados de libre comercio. La recomendación explícita del CGN fue darles prioridad a las negociaciones con Estados Unidos por encima de las que se adelantaban con Venezuela, Ecuador y Brasil y buscar un acuerdo con Estados Unidos con o sin ALCA. Apoyó en forma entusiasta la apertura de negociaciones con dicho país, que serían encabezadas por Hernando José Gómez, expresidente del CGN.

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Fue en ese período cuando se creó una frágil institucionalidad para la Agenda Interna, como fueron el Sistema Nacional de Competitividad y la Comisión Nacional de Competitividad, que buscaban preparar al país para afrontar los retos planteados por la apertura económica y los tratados de libre comercio. Esta agenda interna ha tenido en los últimos gobiernos diferentes expresiones y nombres, pero es indiscutible que ha estado rezagada con respecto a las necesidades. La prueba es que, después de 15 años, según el ranking de competitividad publicado por el Foro Económico Mundial, Colombia pasó del puesto 63 en el 2007 a apenas el 57 en 2019.

Durante las negociaciones con Estados Unidos hubo una intensa participación del CGN y se plantearon numerosas sugerencias en diversas materias como el sector agrícola, las normas de origen, la importación de productos remanufacturados, etc. Al final EE.UU. impuso sus condiciones, el gobierno cedió a todas sus exigencias y el CNG salió a cantar victoria. Desde entonces, más que defender los intereses de los gremios y representar a sus afilados, se convirtió en un vocero del gobierno ante los empresarios y su papel se redujo a popularizar las políticas oficiales. Perdió protagonismo y aceptó dócilmente la política del gobierno, lo que fue particularmente visible durante el gobierno de Iván Duque. 

En estas condiciones surgió Aliadas, Alianza de Asociaciones y Gremios que reúne a 25 agrupaciones empresariales. La presidencia está en cabeza de María Claudia Lacouture, actual directora ejecutiva de la Cámara de Comercio Colombo-Americana, AmCham Colombia, que se presenta a sí misma como representante de cerca de 6 mil empresas y alrededor de 2 millones de empleos en Colombia. Sus objetivos son básicamente los mismos del CGN, pero integra otros gremios principalmente de servicios y tecnología, constituyéndose en un factor de división del panorama gremial colombiano y ubicándose más explícitamente dentro de la órbita de los intereses estadounidenses.

El gobierno acogió en forma entusiasta la nueva agrupación, instaló mecanismos de diálogo con ella y sobre los mismos temas que acostumbraba discutir con el CGN, como la normatividad laboral, el empleo, la competitividad, el desarrollo tecnológico, etc. En la práctica se erige como una competencia al débil CGN, dispersa la representación empresarial y pone al desnudo la escasa autonomía de los gremios empresariales, que hace tiempo abandonaron propuestas para fomentar la reindustrialización del país, el desarrollo agropecuario y el fortalecimiento económico nacional y que han puesto todas sus esperanzas en una quimera, aprovechar los tratados de libre comercio.

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