“Para definir el nuevo modelo de salud del magisterio, la palabra improvisación es insuficiente”, dice docente
Tras varias semanas de implementación, el nuevo modelo de salud del magisterio ha suscitado críticas entre los docentes. Una cosa es la propuesta que está en el papel y otra muy diferente es la realidad de su aplicación.

Se esperaba que el nuevo modelo de salud del magisterio, que empezó a operar el 1 de mayo, sirviera de ejemplo para la reforma general al sistema de salud. Sin embargo, ha sido objeto de quejas por las fallas en la atención. Más Colombia habló con la docente Carmen Elvira Soler sobre la creciente problemática con el nuevo modelo de salud del magisterio.
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¿Cuáles son los principales cambios que plantea el gobierno para el sistema de salud del magisterio?
Empecemos por señalar que los docentes cotizamos a salud una cifra significativamente superior a la UPC del régimen contributivo. Esos dineros van al Fondo Nacional de Prestaciones del Magisterio (Fomag) y este se los entrega a la Fiduprevisora, que es la entidad encargada de administrarlos.
Hasta el 31 de abril, la Fiduprevisora, siguiendo las orientaciones del Fomag, contrataba a los operadores o Uniones Temporales, quienes a su vez seleccionaban las instituciones que finalmente nos prestaban el servicio de salud. Con estas últimas era con quienes realmente nos entendíamos los afiliados y beneficiarios a la hora de sacar citas, reclamar medicamentos, etc.
Los comunicados oficiales decían que el sistema estaría conformado por un nivel primario, unos nodos regionales y unos centros especializados. Así mismo, supimos que ya no serían 10 contratos para la prestación efectiva del servicio, sino más de 8.000 porque se ampliaba la red a nivel nacional.
El gobierno nacional también informó que, con el nuevo modelo, desaparecería la intermediación y con ella las Uniones Temporales u Operadores, y que su rol ahora le sería asignado a la Fiduprevisora.
Nos garantizaron que el Gobierno nacional ofrecería al magisterio un servicio de altísima calidad que, comparado con el anterior, daría con prontitud las citas con especialistas, sería más ágil para ordenar exámenes rutinarios y de alta complejidad, y, aún mejor, todo muy cerca de nuestras casas y en las clínicas y hospitales de nuestro agrado.
En líneas gruesas ese es el nuevo modelo, o por lo menos así nos lo han expuesto. Seríamos el piloto para mostrar cómo es que debe ser un verdadero servicio de salud de calidad para la población colombiana, el ejemplo a seguir.

¿Cuál es la evaluación de la propuesta de nuevo modelo de salud del magisterio?
En las diapositivas es esperanzadora. Las mentes creativas que desarrollaron este modelo hacen llamativos cuadros de dos columnas: a la izquierda está la que contiene la lista de todos los problemas que por décadas hemos padecido en el magisterio y otra donde está la solución a cada uno de ellos; por supuesto, esa columna es la del Nuevo Modelo de Salud.
Este tipo de exposiciones ilusiona profundamente a los maestros, pues pareciera que los justos reclamos exigidos por años y años, al fin fueron escuchados.
La preocupación es que, si la teoría que presentan en los gráficos no corresponde con la realidad, lo que está en juego es la vida. En salud una política equivocada o mal implementada tiene consecuencias gravísimas, y es, por decir lo menos, cruel apelar a la paciencia de los enfermos con la excusa de que son las complejidades del período de transición.

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¿Qué inconvenientes puntuales ya ha generado la aplicación de estos cambios al modelo de salud del magisterio?
Lo planteado no corresponde con lo que empezó a pasar el primero de mayo del presente año. Para definir la situación actual que atravesamos, la palabra improvisación es insuficiente; tendría que ir acompañada de otras como irresponsabilidad, carencia de sentido común, indolencia.
A 17 días, lo único que funciona en las ciudades de mayor número de habitantes es la atención primaria; no sucede lo mismo en los municipios lejanos donde tienen que recurrir a Centros de Higiene. Los “nodos regionales y los centros especializados” los conocemos solo en el papel y en el computador. Esa es la realidad de la salud del magisterio.
Las líneas telefónicas suenan ocupadas siempre; la página web es un acertijo indescifrable porque no permite acceder a un sitio donde se solicite la atención. Terminamos yendo a las oficinas de la fiduprevisora listos a demorarnos varias horas y a apelar a toda la paciencia para, finalmente, recibir una autorización.
De la promesa de escogencia de las mejores clínicas y los mejores especialistas, nadie da razón. Y de aquello de que tendríamos atención cerca a nuestra casa, permítanme contarles que no. Yo, por ejemplo, hasta el 30 de abril gastaba 15 minutos para llegar a mi sitio base de atención, desde el 1 de mayo aparece que me reubicaron y ahora el desplazamiento es de más de una hora.
Ni que decir de los medicamentos. En algunas zonas hay filas interminables, pero para los básicos. Como no hay citas con especialistas ni nada diferente a la atención de primer nivel, los pacientes que requerimos fármacos de alguna complejidad nos vemos en la necesidad de comprarlos. Ahí no valen justificaciones; sin los fármacos, las enfermedades siguen avanzando.
Me pregunto: ¿a dónde van a parar los dineros que estaban presupuestados para los medicamentos que actualmente estamos comprando? Porque el descuento de la cuota de salud no disminuye, a cambio sí aumenta nuestro gasto extra por salud.