Ofrecerles a los bogotanos comida orgánica y ser laboratorio de producción agroecológica: el exitoso proyecto de un francés en La Calera
La Finca en la Nube es un proyecto que nació en 2018 como una finca de producción agroecológica piloto. Desde entonces, ha crecido hasta evolucionar en un proyecto que involucra a técnicos en agroecología y practicantes universitarios, y que comercializa comida orgánica en Bogotá y sus alrededores.
Hablamos con uno de sus fundadores, Jean Sutter, un ciudadano francés que se estableció en la vereda de Santa Helena, ubicada en el municipio de La Calera, muy cerca a Bogotá. Allí, Sutter puede trabajar en su proyecto productivo de comida orgánica y agroecológica, a la vez que se desempeña como profesor de Tecnología en el Liceo Francés Louis Pasteur de Bogotá.
Consulte aquí si tiene derecho a Renta Ciudadana y cómo reclamarla: son miles de beneficiarios
Sutter detalló las complejidades del proyecto, nos explicó las dificultades que ha tenido que atravesar y cómo estos desafíos llevaron al proyecto de producción agroecológica a la necesidad de tejer una importante red de productores de comida orgánica, capaces de proveer los alimentos a un grupo significativo de familias de Bogotá y La Calera.
A continuación, algunas de las preguntas más relevantes de la entrevista en video, que puede ver completa en la parte de arriba de la página.
La producción agroecológica siempre es un desafío, pero lo es aún más en un país tropical que no tiene la ayuda de las estaciones en el control de las plagas y en el que la vida tiene tanta fuerza que a veces abruma. ¿Es viable la agricultura agroecológica en un país como Colombia?
La agroecología como tal se basa en la idea de que la misma naturaleza le aporta mucho a los cultivos. Te doy un ejemplo, en La Finca en la Nube estamos en clima frío. Eso significa que tenemos, efectivamente, problemas de plagas, pero no tenemos los problemas que pueden ocasionar las babosas ni los caracoles, como sí les ocurre a otras fincas del sector.
¿Por qué no tenemos este tipo de “problemas”? Porque tenemos una biodiversidad muy grande y respetamos los ecosistemas. Yo creo que hay muchos métodos, muchos trucos, muchas técnicas que permiten cultivar en armonía con la naturaleza.
Sobre la viabilidad de la agroecología… Es una pregunta muy difícil de contestar. Ser agricultor en Colombia, o en cualquier parte del mundo, es un desafío muy difícil.
Sin duda, las frutas y las verduras orgánicas resultan atractivas, pero sus precios alejan a muchos. ¿Qué tanto más alto es su valor y qué estrategias han adoptado para mantener los precios asequibles?
De acuerdo con las cifras del año pasado, hubo una subida en los precios de los insumos agropecuarios debido a la crisis en Ucrania. En teoría, eso no tendría que afectar a la producción agroecológica, pues al basarse en unos circuitos cerrados, como la producción de abonos orgánicos, estos costos tendrían que ser menores.
Sin embargo, es verdad que es un poco “más complejo” controlar las plagas sin usar ningún pesticida. El costo real de la agricultura convencional es muy bajo, en comparación con el de la agricultura agroecológica, pero este costo no refleja el costo ambiental.
Realmente, el costo de producción tendría que implicar un precio de compra más alto. Lo que pasa es que tenemos la costumbre de comprar las frutas y las verduras muy baratas, pero este precio no tiene en cuenta buenas condiciones de trabajo para los trabajadores ni tiene en cuenta el impacto ambiental.
Además, desde el año pasado los precios de la producción convencional están muy cercanos a los precios de la producción agroecológica que encontramos en los mercados. Esto se debe, por ejemplo, a que muchos fertilizantes venían de Rusia y por causa del conflicto los precios estallaron. Subieron mucho los precios de los fertilizantes.
Frente a esta situación, los recursos para la producción agroecológica se vuelven mucho más manejables en el tiempo.
Sin embargo, en Colombia el costo que sí incrementa mucho y que afecta a la producción agroecológica es el de las semillas, porque en el país las semillas son importadas.
¿Los productos orgánicos hechos en Colombia pueden competir con los productos importados?
Yo creo que sí, totalmente. Hay una diversidad de climas, unas variedades increíbles en Colombia. El asunto es que estamos en un mundo globalizado y, en muchas ocasiones, los costos de producción locales no pueden competir con los costos de producción de las grandes empresas extranjeras.
Como consecuencia, resulta más barato importar los productos de esas empresas que producirlos acá.
Esto es una lástima porque yo creo que en Colombia se puede producir una gran variedad de alimentos y de forma mucho más limpia. Esto llevaría a un incremento significativo del desarrollo rural.
Ustedes vienen trabajando en una plataforma mediante la cual las personas pueden comprar la comida orgánica que ustedes producen. ¿Cómo ha sido ese proceso y cuál es el perfil de sus clientes?
Al principio el proyecto era solamente productivo, pero en la mitad del camino me di cuenta de que tomaba mucho tiempo llegar al punto de productividad esperado. Mientras entendía la situación llegó la pandemia.
Cuando llegó la pandemia, muchos productores “cercanos” no tuvieron medios de distribución, ni mercado, ni tienda, ni supermercado durante un tiempo. Por esto entramos a apoyarlos, pusimos a su disposición un servicio de distribución que ya teníamos funcionando muy bien antes del 2020.
Así, poco a poco fuimos logrando una red de 35 productores de La Calera, Guasca, Ubaté, Fusagasugá, Bogotá y sus alrededores.
Ahora tenemos un sitio web en el que ponemos a disposición de la clientela nuestros productos. Cada semana las personas pueden entrar en la plataforma para hacer sus pedidos, y cada jueves les entregamos los productos.
La clientela está compuesta por más mujeres que hombres, pero la diferencia es muy poca. Yo diría que el rango de edad de nuestros clientes está entre los 30 y los 60 años, más o menos.
Cerca de la mitad de la clientela es, por decirlo así, expatriada, muy cercana al Liceo Francés, porque fueron nuestros primeros contactos más cercanos.
Poco a poco fuimos conformando una clientela colombiana que ya es la mitad del total de nuestros clientes: mitad extranjeros y mitad colombianos. Nuestra idea es que la clientela colombiana siga creciendo.
¿Qué productos venden?
Entre los productos que ofrecemos se encuentra una amplia variedad de verduras y frutas frescas y orgánicas, como tomates san marzano y monterosa, mix de lechugas orgánicas, zucchinis, pimentones, cebollas, variedades de lechugas, rúcula, acelga, kale, rábanos, brócoli, coliflor, zanahorias, shitakes, lulo, mango, mandarinas, frambuesas, fresas, arándanos, aguacates y bananos, entre otras.
También vendemos quesos madurados de inspiración francesa, miel, chucrut y fermentados, yogures y otros productos lácteos, falafels, humus, chocolate, empanadas, arepas artesanales, conservas (sopas, salsas, mermeladas, etc.), charcutería, huevos, carnes, panes, pastelería y pastas. Todos estos productos son seleccionados entre los mejores productores presentes en los mercados agroecológicos de Bogota y su Región.
En los próximos meses van a tener los primeros practicantes con apoyo de la Uniminuto. ¿Cuál es el objetivo de este programa y qué van a ser los estudiantes que se vinculen al proyecto?
Con el tiempo y la experiencia que fuimos adquiriendo nos dimos cuenta de que la Finca en la Nube es un laboratorio agroecológico. Por esto estamos intentando desarrollar muchas técnicas, muchos métodos. Algunas funcionan, otras fallan, y esto de por sí es muy interesante.
Me inspiro mucho en lo que está pasando en Canadá, Estados Unidos y Europa: estas micro fincas, al final, se convierten en una plataforma pedagógica, una plataforma de intercambio y de formación para los trabajadores del mañana, ojalá.
Entonces, lo que estamos haciendo, concretamente, es que queremos tener personas en formación. Por el momento empezamos con la Uniminuto, pero esto no significa que estemos cerrados a otras propuestas.
Nosotros les podemos ofrecer a los estudiantes unos meses de acompañamiento en la finca para que descubran un poco y participen en la reflexión del laboratorio en muchos temas.
Tenemos también conexiones con otras fincas, en donde se podría esperar que los practicantes tengan su primer trabajo. Entonces, en este ámbito la finca tiene como objetivo ser un incubador de proyectos, dar un impulso y un bagaje técnico a las personas que se quieran involucrar en estas dinámicas de la producción de comida orgánica.
Como nos cuenta, La Finca en La Nube se ha convertido en un laboratorio agroecológico. ¿En qué aspectos de la producción están experimentando y qué resultados han encontrado?
Poco a poco fuimos conociendo las dificultades de la producción agroecológica. El objetivo es poder producir e interconectar los procesos de producción para lograr que un “desecho” o un desperdicio de una etapa sea la entrada a otro proceso. Que todos los procesos estén interconectados.
Por ejemplo, tenemos gallinas que intentamos poner en el centro de los procesos, porque nos ayudan a no tener desperdicios en la huerta, nos producen huevos y también nos producen abonos. Entonces, la gallina es como una herramienta y, a la vez, es nuestra mejor amiga.