Sombrero vueltiao: símbolo de la cultura nacional y sustento diario de más de 800 artesanos en Colombia
“El proceso de elaboración de un sombrero vueltiao lo trabajamos comunitariamente porque es el sustento diario de nuestra comunidad indígena”, dijo Reinel Mendoza, artesano de Tuchín, Córdoba.

En el norte de Colombia, a más de 800 kilómetros de Bogotá, viven los artesanos que se dedican a hacer sombreros vueltiaos. Esta prenda de vestir, insignia de la cultura colombiana, es elaborada en el resguardo indígena Zenú, en los municipios de Tuchín y San Andrés de Sotavento (Córdoba) y en los municipios de Sahagún y San Antonio de Palmito (Sucre).
Alrededor de 824 artesanos se dedican a transformar la caña flecha, como materia prima principal, en sus oficios artesanales. Con esta fibra natural elaboran sombreros vueltiaos, bolsos y billeteras, entre otras artesanías que gozan de gran reconocimiento internacional.

De esos 824 artesanos, el 59,3% son mujeres y el 40,7% son hombres. Además, el 93% se reconoce como indígena del pueblo Zenú, de acuerdo con datos del Sistema de Información Estadístico de la Actividad Artesanal, que cuenta con más de 33.000 registros de artesanos en el territorio nacional.
Según la misma fuente, “el 31,6% de los artesanos de la caña flecha manifiesta NO saber leer ni escribir: el 28,3% de los 824 artesanos manifiesta haber alcanzado únicamente la educación básica primaria (hasta 5° grado o menos), y otro 30,6% la básica secundaria (grado 11° o menos)”. Además, la mayoría de ellos se encuentra en los departamentos de Córdoba (77,3%), Sucre (12,5%) y Bolívar (5,0%).
“El oficio de tejeduría en caña flecha es una de las fuentes principales de la economía del resguardo Zenú. Hombres y mujeres de todas las edades comparten las actividades del proceso productivo, que se divide en trenzadores y costureros y, usualmente, son unidades productivas familiares que suman alrededor de 300 artesanos trabajando diariamente en los productos que resaltan la identidad de la cultura Zenú, rescatando, conservando y perpetuando el conocimiento tradicional sobre la caña flecha”, se puede leer en el texto Oficio tejeduría en caña flecha – eBooks evolución de diseño, publicado por Artesanías de Colombia en 2020.
Para que pueda ser trabajada en la elaboración de artesanías, esta fibra natural requiere una preparación que se lleva a cabo en 8 pasos, según se indica en el libro electrónico mencionado:
- Recolección de la hoja.
- Corte de las hojas de caña flecha.
- Separación de las nervaduras centrales de las hojas de caña flecha.
- Maceración y molido, para retirar restos vegetales e impurezas.
- Separación de las fibras o cintas. Las que tienen manchas son tinturadas y las que no, se blanquean.
- Raspado de la superficie de la nervadura central de las hojas.
- Blanqueado: la fibra se sumerge en agua con caña agria o naranja agria por 12 horas y luego se seca durante 2 o 3 días.
- Ripiado: Se hacen ‘pencas’, de acuerdo con la calidad que vaya a tener el tejido.
Una vez preparada la fibra, se procede a elaborar las artesanías. El sombrero vueltiao es, como se dijo, la más emblemática de ellas.
“El producto emblemático [de la caña flecha] es el llamado sombrero vueltiao que, con su trenzado circular, expresa la concepción de unidad del universo y su devenir eterno. Las hábiles artesanas trenzan dibujos o “pintas”, que representan identidades de antiguos clanes familiares. Estas pintas están ligadas a representaciones de la naturaleza y su entorno, y hoy en día se identifican aproximadamente 79 pintas con su nombre e historia”, señala el libro publicado por Artesanías de Colombia.
Reinel Mendoza es uno de los artesanos que se dedican a trabajar la caña flecha. Vive en Tuchín, en el departamento de Córdoba, y cuenta con más de 40 años de experiencia en la transformación de esta fibra. Al preguntarle por el sombrero vueltiao, señala que el proceso de producción lo dividen entre varios integrantes de la familia.
“Algunos hacen la plantilla, otros la encopadura y dos personas más hacen el ala. Este proceso lo trabajamos comunitariamente porque es el sustento diario de nuestra comunidad indígena. Ese es nuestro ingreso económico para el sustento de la familia. Todos los días, algunas familias hacemos un sombrero para venderlo y comprar la comida. De lo que deja el sombrero es que uno sale al mercado, compra el pescado y el poquito de carne. Como está tan cara la comida, a veces no alcanza lo de un sombrero para comprar la comida del día, porque nuestras familias son numerosas, pueden tener 7 o hasta 12 personas en una sola vivienda”.

Para poder elaborar un sombrero vueltiao en un día, deben participar entre cuatro y cinco personas, ya que una sola persona se puede tardar hasta tres días haciendo un solo sombrero.
“Los sombreros varían mucho de precio, dependiendo de la calidad del sombrero. Por ejemplo, el sombrero que se hace de un día para otro, tiene un valor de alrededor de $60.000. Ese lo vende el artesano en el centro o en el parque, donde queda el mercado. Y, con lo de ese sombrero, tiene que comprar la materia prima para hacer el sombrero del siguiente día”, comenta Mendoza. La calidad depende en buena medida del número de vueltas que dé el trenzado. Cuando mayor es el número, mayor es la calidad y, por supuesto, el precio.
La realidad que narra Mendoza es un ejemplo del panorama que viven los artesanos del país. El Sistema de Información Estadístico de la Actividad Artesanal indica que, “para el 76,3% de los artesanos, la artesanía es su fuente de ingreso principal, sin embargo, de los caracterizados [824 artesanos que se dedican a transformar la caña flecha], el 90,4% manifestó percibir un ingreso menor a un salario mínimo mensual legal vigente”.
En el caso de Tuchín, Mendoza comenta que entre 500 y 600 personas, aproximadamente, venden sombreros vueltiaos para conseguir su sustento. “Nuestra comunidad Tuchín tenemos 47.000 habitantes. El 90% de la población [del resguardo] de Zenú nos dedicamos al trabajo artesanal, es decir que alrededor de 9 de cada 10 habitantes hacemos sombreros. Unos se dedican al proceso de preparación de la caña flecha y después se pasa al proceso de prensado y tinturado”, añade.
Gracias a artesanos como Mendoza, los sombreros vueltiaos ‘made in Colombia’ han ganado reconocimiento a nivel internacional, al punto de que en 2018 un sombrero vueltiao se tomó la sección de Linda Fargo en la tienda Bergdorf Goodman, ubicada en la Quinta Avenida de Nueva York. A esto se le suma que, en Encanto, la película de Disney, esta prenda fue destacada.
“Muchos personajes reconocidos, tanto cantantes como actores, han usado nuestros sombreros vueltiaos. Por ejemplo, Ana Gabriel ha usado nuestro sombrero mientras canta vallenato. También hay muchas modelos que lo usan a nivel internacional”, dice Mendoza.
Los sombreros vueltiaos colombianos cuentan historias
La elaboración de los sombreros vueltiaos es completamente artesanal, hecha a mano. “Ojalá las personas tuvieran la oportunidad de venir a visitarnos a Tuchín y darse cuenta de que no tenemos ninguna fábrica de nada, no tenemos maquinaria de ningún tipo y tampoco tenemos una industria grande. Todo lo que hacemos, lo hacemos con las manos. Por eso, cada sombrero vueltiao es único y cuenta una historia relacionada con la familia, la fauna y la flora. En algunos plasmamos mitos y leyendas”, explica Mendoza.
El carácter artesanal y único es el principal diferencial del sombrero vueltiao colombiano, aquello que lo vuelve una pieza exclusiva digna de ser llevada tanto por grandes personalidades como por personas del común que valoran la calidad y están dispuestas a pagar un mayor precio por ella. No obstante, ese mismo carácter artesanal lo pone en una situación de desventaja frente a copias más económicas, en especial las que se elaboran en el extranjero, con costos de producción mucho más bajos.
Al respecto, Mendoza dice que siguen luchando contra las copias de sombreros chinos. “Todavía hoy no hemos podido quitar ese trabajo que hacen los chinos, porque en Colombia todavía vemos sombreros de nailon. En 2011 o 2014, algo así, el Gobierno Nacional decomisó sombreros chinos y la Superintendencia de Industria y Comercio se comprometió a preservar nuestra cultura, pero de ese momento para acá no han hecho más nada y uno ve que en diferentes ciudades están vendiendo esas copias”, afirmó.
Por último, Mendoza resalta que el sombrero vueltiao apareció en la película de Disney. “Para nosotros, como artesanos, es un orgullo que las personas vean en esa película que el sombrero vueltiao representa a Colombia. En la película se ven muchas similitudes de Colombia con otros países, pero cuando aparece el sombrero uno puede decir ‘esa es Colombia’”.
Para que el reconocimiento y la acogida que tiene el sombrero vueltiao a nivel internacional se vean reflejados en los ingresos de los artesanos, Mendoza plantea que el Gobierno Nacional debería conversar con quienes trabajan y viven de la elaboración de las artesanías. “Sería bueno que le pudiéramos contar cuáles son nuestras necesidades y las razones por las que se necesita llevar nuestro sombrero a más mercados, pero donde sean los artesanos los protagonistas y no los intermediarios”, asegura.