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De la COP16 a la COP Crítica, un asunto de biopiratería

Andrés Pachón, Columnista, Más Colombia, @AndrésPachónTor

Andrés Pachón

Abogado investigador, magíster en Derecho Público con experiencia en litigio estratégico. Medio ambiente, derechos y desarrollo. Twitter: @AndresPachonTor

Mientras todos los ojos de los medios y el mundo se encontraban en la zona azul de la COP 16 de biodiversidad, en donde países con desarrollos muy desiguales se reúnen para “acordar políticas en beneficio de la diversidad biológica”, en la Universidad Nacional, sede Palmira, se llevó a cabo en encuentro histórico: la COP Crítica.

Esta COP Crítica, que reunió a más de un centenar de académicos, grupos de investigación, activistas, estudiantes, voceros de organizaciones sociales y territoriales e invitados de varios países de América Latina, se convirtió en un espacio de la sociedad civil realmente autónomo e independiente, que levantó su voz contra la COP16 y su lógica de profundizar la mercantilización y privatización de la naturaleza.

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Para el Norte la biotecnología, para el Sur la biopiratería

En la COP Crítica se explicó con todo rigor cómo tras 32 años del Convenio de Diversidad Biológica y de las reuniones de sus países parte, no se ha avanzado en la protección de la biodiversidad. Por el contrario, tal fenómeno se ha agudizado, alcanzando una pérdida de 75% de las especies del planeta durante los últimos 50 años, lo que ha hecho que cerca de un millón de especies de animales y plantas estén en peligro de extinción (ONU, 2020).

Diferentes ponencias en la COP Crítica evidenciaron cómo Estados Unidos se ha negado a firmar el Convenio. Y en contravía, avanza en la obtención de patentes sobre la biodiversidad, acumulando el 50% de todas las reconocidas, incluyendo la del Yagé, apuntalando su estrategia de biopiratería a gran escala, amparada en los TLC que ha suscrito con varios países, incluido el nuestro.

En el mismo sentido, las grandes potencias del Norte Global se han concentrado en apropiarse de nuestra diversidad biológica para desarrollar sus industrias farmacéuticas, cosméticas, de biotecnología y bioeconomía, dejando como siempre por fuera de la ecuación y de los beneficios a los países megadiversos como Colombia, que se mantiene en un alto grado de subdesarrollo a pesar de sus inmensas riquezas naturales.

La sofisticación del saqueo llega al punto en el que ya no es necesario extraer ilegalmente especies o recursos genéticos de los territorios, pues sus secuencias genéticas se encuentran en bases de datos a las que las grandes corporaciones tienen acceso ilimitado, por lo que ahora se habla de la biopiratería digital.

Y en la COP16 de Cali, ni el presidente Petro, ni la ministra Muhamad, hicieron la más mínima referencia a la biopiratería, y parecieron conformarse con negociar un porcentaje pírrico de “participación en los beneficios” multimillonarios que generan estos mercados, con lo que de alguna forma se termina formalizando y autorizando el robo a mano armada de nuestra riqueza genética.

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Extractivismo verde, la nueva estrategia que discutió la COP Crítica 

En la COP Crítica también se hizo alusión a que la misma lógica extractiva y neocolonial de siempre ahora se replica con las energías limpias. Una vez más las grandes trasnacionales están al acecho, prestas a desplazar comunidades y acaparar las nuevas formas de El Dorado: el viento, el sol y los sumideros de carbono, tal y como se evidencia en La Guajira.

Y a todo ese sometimiento económico que privatiza las enormes ganancias y socializa los pasivos ambientales y sociales, se agrega la nueva arremetida militar con la instalación de bases extranjeras en Gorgona, la Amazonia y la Tierra del Fuego en la Patagonia, con radares a lo largo del Pacífico y con la OTAN Amazónica, para lograr un posicionamiento estratégico en torno a recursos naturales altamente preciados como el agua, el litio, las tierras raras y más.

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Y cómo puntillazo final de todo la estrategia, aparecen el canje de deuda, los bonos de carbono, los bonos azules y ahora los de biodiversidad, como sofisticados mecanismos impulsados por el FMI y el Banco Mundial, que terminan siendo utilizados para generar nuevos nichos de especulación financiera, y lavar de verde las “culpas” de quienes más contaminan, dejando la protección del ambiente, que es supuestamente lo que los inspira, en última instancia.

La COP Crítica, con rigor y fraternidad, abrió los debates más espinosos en materia de biodiversidad y ambiente, que terminan eludiéndose en las negociaciones de la Zona Azul. Los países no tenemos responsabilidades equivalentes. Quienes llevan años contaminando no pueden imponernos sus falsas soluciones, que tienden a dejarnos en el atraso y el subdesarrollo económico.

Pero lo mejor de la COP Crítica fue el encuentro de múltiples sectores, de distintos procesos y orígenes, que convergieron en la construcción de una Agenda Ambiental Alternativa, que se agitará con fuerza en universidades y territorios, y se convertirá en foros, acciones y movilizaciones.

Bienvenida la unión en torno a los debates críticos. Las soluciones a los problemas del ambiente y la biodiversidad deben provenir de las voces de los pueblos y atender las necesidades de sus territorios. ¡Únete a la @COPCrítica!

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