Inicio  »  Columnistas  »  A falta de estudios, prohibir y prohibir

A falta de estudios, prohibir y prohibir

Cámara Ambiental del Plastico, Columnista

Cámara Ambiental del Plástico

La Cámara Ambiental del Plástico representa a más de 100 empresas del sector polietileno, poliestireno, polipropileno y poliuretano, fabricantes de productos plásticos, maquinaria, equipos y aditivos para la industria y comercio en Colombia.

Es indudable que el accionar de los gremios en Colombia ha sido tan determinante en el contexto nacional como han sido los sindicatos para el mundo obrero patronal. Particularmente algunos de ellos han sido protagonistas importantes del contexto nacional y han obtenido logros significativos, a pesar de ser muy jóvenes, como la Cámara Ambiental del Plástico. 

Hoy quiero referirme especialmente a la mesa nacional para la gestión sostenible del plástico. Este espacio, creado al interior del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, no existía hasta el año 2018, cuando la Cámara Ambiental del Plástico esgrimió los argumentos por los cuales era imprescindible construir un espacio que contara con la participación de la academia, del gobierno y de la industria privada, en el que se pudieran discutir los avances tecnológicos relacionados con el sector y propender por el uso racional y ambientalmente sostenible por parte de todos los colombianos y de la industria plástica. 

En la búsqueda de la pluralidad y la democracia, se planteó la posibilidad de que entraran otros actores, como organizaciones no gubernamentales y entidades con un enfoque ambiental. Estos hicieron más heterogénea la mesa, pero a su vez han construido una realidad basada en la calificación de los plásticos como los enemigos número 1 del medio ambiente. 

Esto es absurdo y contradictorio, especialmente si observamos la huella de carbono y el ciclo de vida de los materiales, donde ninguno —al menos hoy conocido por el ser humano— puede compararse en términos de consumo de energía, de agua o de emisión de Gases de Efecto Invernadero. Esta distorsión del discurso ambiental versus el desarrollo de la ciencia por parte de la especie humana nos hace creer que los sustitutos del plástico están a la vuelta de la esquina, cuando ello no es así. Nos preocupa que se habla de sustitución gradual de materiales para la fabricación de productos plásticos de un solo uso, cuando en realidad no existe un tiempo real, plausible, de cuándo se sustituirán los productos por otros materiales.

Hoy la ciencia está siendo renegada y su participación un tanto desconocida, porque priman las voces que hablan sobre la prohibición de los plásticos de un solo uso. Esta situación no ha sido ajena a la mesa nacional para la gestión sostenible del plástico, el espacio creado para discutir el futuro de la industria plástica colombiana en compañía del gobierno nacional y la academia, el mismo que hoy, a través del plan nacional para la gestión sostenible de los plásticos de un solo uso, de manera extrema e innecesaria, ha planteado a la sociedad colombiana la necesidad de prohibir algunos plásticos. Todo ello por una necesidad visceral de atacar una industria, de satanizar un conglomerado de colombianos —sean estos productores o usuarios—, llevando el discurso ambiental de la prohibición a todos los escenarios y a todas las esferas del estamento público nacional. 

Hablan de acciones transversales prioritarias, de responsabilidad extendida del productor, de ecodiseño, de compras públicas sostenibles, de una nueva cultura de uso de productos reutilizables en establecimientos de comercio y todo ello basados en la falta absoluta de estudios técnicos que arrojen los datos mínimos necesarios para la toma de decisiones. 

Cuando el Congreso de la República estableció el impuesto nacional al consumo de bolsas plásticas de cargar o llevar, también estableció la necesidad de realizar unos estudios, con el fin de tener los datos mínimos que soporten cualquier decisión de carácter nacional y mucho más si se trata de una prohibición. El primer estudio debía ser sobre los estándares de industria frente al nivel de degradabilidad de los materiales plásticos en rellenos sanitarios. El segundo, sobre la caracterización de los plásticos como residuos y las soluciones ambientales factibles para estos. A la fecha, dichos estudios no se han hecho, a pesar de los miles de millones de pesos recaudados por dicho impuesto. 

Lamentablemente, estamos en manos de gobernantes populistas, y se nos olvida la sana crítica y la ponderación por la cual debemos evaluar la información que llega a nosotros. 

Salir de la versión móvil