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domingo, 21 de diciembre de 2025
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Francisco León, cofundador de Rebill: las empresas ya pueden vender en Latinoamérica con cualquier método de pago, en varias monedas y sin sufrir por los impuestos

Rebill promete simplificar los pagos en América Latina. En entrevista exclusiva con Más Colombia, Francisco León, nuevo Chief Strategy Officer de la compañía, explica cómo quieren ayudar a las empresas de cualquier tamaño a cobrar sin fricciones en América Latina.

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El mundo financiero viene dando un vuelco desde hace varios años, y Francisco León, pareció saberlo antes que la mayoría. Fue CEO de PayU LATAM y Bamboo Payment, y ahora se vincula a Rebill, una plataforma de pagos para empresas que quieren escalar en América Latina. 

Para millones, mover dinero hoy es tan simple como enviar un mensaje, pero detrás de esa simplicidad hay una vasta tecnología e infraestructura. En entrevista con Más Colombia, León explica cómo su plataforma facilita que las empresas —desde pymes hasta multinacionales— operen sin fricciones en el continente, qué viene para el sistema financiero global, cómo se insertan las criptomonedas y otros desarrollos del sector, y si los bancos tradicionales están mandados a recoger.


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Más Colombia (MC): ¿Cómo se explica el auge de las plataformas de pagos digitales y qué tanto han logrado entrar en segmentos como los de las mipymes y las personas de ingresos bajos y medios?

Francisco León (FL): Hoy basta con un celular con internet para mover dinero, como quien envía un mensaje: sistemas instantáneos como PIX en Brasil, SPEI en México o billeteras como Nequi en Colombia liquidan pagos en segundos, 24/7. Esa “autopista” rápida —sumada a planes de datos baratos y software en la nube— derrumbó el costo y la demora que antes hacían de los medios electrónicos un lujo. La pandemia solo pisó el acelerador.

Con estas condiciones, las mipymes y las personas de ingresos bajos o medios ya no necesitan datáfonos caros: un QR en la vitrina o un enlace por WhatsApp basta para cobrar. Cada pago deja un rastro digital que acelera el flujo de caja y abre puertas a microcréditos y seguros. 

En Colombia, el ejemplo más reciente es Bre-B, la nueva red interoperable de pagos inmediatos: hoy permitirá envíos de persona a persona y pronto llegará a comercios de cualquier tamaño.

Ahí entra la capa “invisible” que construimos en Rebill. Cuando un proveedor global de software, educación o entretenimiento quiere vender en Colombia, necesita hablar el idioma local de los pagos y cumplir las reglas de cada banco y billetera.


Nuestra infraestructura conecta esos métodos —tarjeta, QR, PSE, Bre-B— mediante una sola API; es como abrir una puerta y encontrar todas las opciones de pago al otro lado. Así, el usuario final paga con lo que ya conoce y las empresas extranjeras aterrizan sin fricciones. Para los colombianos esto significa más servicios de calidad mundial y, al mismo tiempo, competencia que presiona los precios a la baja.

Hemos avanzado, pero el reto sigue siendo enorme: casi el 80% de las transacciones cotidianas en Colombia aún se realiza en efectivo, mientras que en Suecia —referente en digitalización— solo alrededor del 10% se paga con billetes o monedas. Esa brecha es la oportunidad: llevar estas autopistas digitales a millones de personas y convertir el efectivo en la excepción, no en la regla.

MC: Rebill busca que una empresa que quiera escalar en la región pueda hacerlo con la misma fluidez que si estuviera operando en Estados Unidos o Europa. ¿Qué servicios ofrecen para hacer esto posible y con cuántos clientes cuentan actualmente?

FL: Nuestra promesa es simple: cobrar en Latinoamérica con tecnología y soluciones del nivel de Estados Unidos o Europa. Lo logramos con una sola API, una llave maestra que conecta todos los métodos locales —tarjeta, QR, SPEI, PSE, PIX, Boleto— en México, Colombia, Argentina, Chile y Brasil.

Bajo esa interfaz vive nuestra infraestructura multimoneda: manejamos suscripciones, cobros automáticos, facturas, detección de fraude y conciliación en tiempo real y liquidamos donde la empresa lo necesite, sea en pesos, reales, dólares o euros. De esta forma, la compañía no pierde tiempo en papeleo.

No es solo para gigantes globales; un comercio local también puede aprovechar este stack “estilo Silicon Valley” —suscripciones, cobranzas automáticas e integraciones sin dolor técnico— para vender más y enfocarse en lo que realmente importa: su negocio.

Con esta propuesta ya trabajamos con decenas de empresas de software, educación, retail y economía digital. Crecemos porque hacemos sencillo lo complejo, elevamos la conversión y mantenemos precios totalmente transparentes.

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MC: ¿Una empresa colombiana pequeña o mediana pero exportadora puede beneficiarse con los servicios de Rebill? ¿Cómo funcionan?

FL: Claro. Imagina que eres una pyme colombiana que vende software o algún servicio digital a México y Brasil. Con Rebill tus clientes pagan como locales —tarjeta nacional, SPEI, PIX o Boleto— y tú recibes el dinero en COP o USD, sin montar una filial ni negociar con cada procesador.


Nuestra API se encarga del trabajo pesado: reglas e impuestos de cada método, conciliación en tiempo real y un panel donde ves cada transacción, su costo y la fecha exacta de liquidación. También gestionamos suscripciones y cobros automáticos para que tu flujo de caja sea predecible. El resultado: más conversiones, menos fricción y tiempo libre para concentrarte en tu negocio, no en los pagos.

MC: El cambio en el sistema financiero global ha ido más allá de los pagos digitales. Las criptomonedas vienen ganando terreno y los neobancos y las fintech en general están haciéndoles una competencia muy dura a los bancos tradicionales. ¿Qué novedades traen o por qué más y más usuarios están prefiriendo sus servicios?

FL: Los pagos digitales van un paso adelante porque resuelven lo que más importa: velocidad, costo y control desde el teléfono. Hoy abrimos una cuenta en minutos, pagamos con un toque y vemos el dinero reflejado al instante. Esa experiencia, simple y transparente, catapultó a neobancos y fintech por encima de la banca tradicional.

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El siguiente salto es pasar de “transacción” a “solución”: suscripciones que se administran solas, cobros automáticos en la fecha de facturación, fraccionamiento de pagos en tiempo real o adelantos de liquidez basados en el historial de ventas. En Latinoamérica estas funciones —antes reservadas a grandes compañías— ya llegan a cualquier pyme con solo integrar una API.

Cripto avanza en paralelo, sobre todo con stablecoins que facilitan pagos transfronterizos baratos y casi inmediatos. Aún hay retos regulatorios, pero el mensaje es claro: la tecnología permite mover valor sin fronteras y sectores como remesas o economía freelance ya se benefician.

En Colombia y la región el desafío ahora es sumar esas capas de valor (gestión de suscripciones, conciliación inteligente, acceso a microcréditos, pagos invisibles en apps) para que el emprendedor no piense en la mecánica del cobro, sino en hacer crecer su negocio. Ahí es donde los jugadores como Rebill tenemos terreno para seguir transformando cómo entendemos y usamos el dinero cada día.

MC: ¿Puede decirse que los bancos tradicionales aparecen cada vez como demasiado “rígidos” y/o costosos para el mundo de hoy?

FL: He trabajado dentro de la banca y reconozco el dilema: sistemas heredados y regulación pesada les restan agilidad, de modo que ciertos servicios resultan más lentos y caros que lo que hoy exigen los usuarios. Aun así, los bancos siguen siendo pilares en custodia, confianza y capital.


Mi visión es que la respuesta no es “banco vs. fintech”, sino colaboración. Cuando un banco abre sus APIs y se integra con soluciones digitales, el cliente obtiene velocidad y precios competitivos, mientras el banco amplía su alcance y opera con mayor eficiencia. En otras palabras, la fintech pone la experiencia “sin fricción” y el banco aporta la solidez: juntos dan un mejor servicio al mercado.

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MC: ¿De qué manera va a cambiar en el futuro cercano la manera como las personas y las empresas utilizan los servicios financieros? ¿Prevé que se vuelvan menos costosos?

FL: Los pagos van rumbo a un modo “tiempo real por defecto”: cobras o pagas y el dinero aparece al instante, igual que mandar un mensaje. Veremos request-to-pay, checkouts de un clic y suscripciones que se autogestionan; todo embebido en las apps que ya usamos. Para las empresas, eso significa flujos de caja predecibles; para las personas, menos pasos y cero fricción.

Con rieles instantáneos y más competencia, el costo por transacción bajará, sí, pero el verdadero salto estará en el valor añadido: detección de fraude en milisegundos, conciliación inteligente, FX dinámico y crédito ofrecido justo en el momento de la compra. El foco dejará de ser “cuánto cuesta” y pasará a “qué tan rápido, seguro y útil es”.

Ahí es donde entra Rebill. Estamos construyendo una infraestructura de pagos regional que hace todo esto posible: una sola API, multimoneda y lista para integrar esas capas avanzadas—desde cobros automáticos hasta liquidaciones en tiempo real—para que empresas y usuarios se concentren en crecer, no en pensar en los pagos.

MC: Por último, ¿cuáles son sus metas a mediano y largo plazo?

FL: Miro los próximos años con una idea simple: que en Colombia y en la región mover dinero sea rápido, claro y confiable. Que una persona, una empresa o una pyme pueda cobrar con lo que ya usa —billetera, QR, transferencia o tarjeta— sin pasos de más; y que las empresas tengan visibilidad inmediata y caja predecible, sin planillas ni dolores de cierre.

Para llegar ahí, la industria necesita infraestructura simple y abierta, reglas que premien el buen producto y portabilidad de datos para no reiniciar cada vez que cambias de proveedor. También formación: más talento que entienda rieles instantáneos, fraude en milisegundos y conciliación “by design”.

¿Y mi trabajo en esto? Aportar desde lo que sé construir: una capa habilitadora que conecte métodos locales, sea multimoneda y permita funciones avanzadas —suscripciones, cobranzas automáticas, request-to-pay, FX inteligente— sin complejidad técnica. Eso es lo que hacemos en Rebill, pero la ambición es más amplia: contribuir a un estándar donde cobrar, pagar, crecer y exportar vayan de la mano y el efectivo sea la excepción, no la regla. Esa es la visión.


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