Gordofobia en Colombia: cuando el consultorio se convierte en espacio de violencia
¿Qué pasa cuando ir al médico se convierte en una experiencia de juicio? La gordofobia en Colombia tiene consecuencias reales. Le contamos.
Una reciente investigación académica en Colombia ha puesto en evidencia la persistencia de la gordofobia en Colombia como un problema estructural que afecta el acceso a la atención médica, especialmente entre mujeres.
El estudio, realizado por Jessica Rodríguez Abril, magíster en Psicología Clínica de la Universidad Nacional de Colombia, documentó los testimonios de 17 mujeres que enfrentaron situaciones de maltrato y juicio en momentos clínicos debido a su corporalidad.
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Gordofobia en Colombia: el consultorio como espacio de exclusión
Los relatos recogidos revelan que, para muchas mujeres, asistir a una consulta médica no representa un acto de cuidado, sino una experiencia marcada por la hostilidad. La mayoría de las entrevistadas coincidió en que sus síntomas eran ignorados o trivializados, siendo el peso la única variable considerada por los profesionales de salud.
- Casos donde se negaron exámenes o se suspendieron tratamientos por el peso.
- Diagnósticos asumidos sin revisión clínica previa.
- Recomendaciones médicas centradas exclusivamente en bajar de peso.
Una paciente relató que, tras expresar síntomas de ansiedad, su médica le sugirió inducirse el vómito como método para adelgazar. Otro testimonio expuso cómo una mujer que llegó a urgencias con fiebre y dolor fue diagnosticada de forma automática con colesterol alto por mala alimentación, sin realizar ninguna prueba.
Estos testimonios muestran que la gordofobia en Colombia no es una percepción subjetiva o una exageración aislada, sino un patrón sistemático de atención médica sesgada, que contribuye a la discriminación médica de forma sostenida.
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Discriminación médica: consecuencias y omisiones
El estudio identifica que la discriminación médica hacia personas con cuerpos gordos afecta no solo el diagnóstico y tratamiento, sino también la relación de confianza entre paciente y sistema de salud. Muchas mujeres optaron por abandonar los controles médicos, acudir solo en situaciones críticas o evitar nuevas consultas por temor al maltrato.
- El cuerpo gordo es percibido como patología, no como diversidad.
- Las recomendaciones médicas suelen basarse en prejuicios estéticos, no en evidencia clínica.
- El acceso a una atención digna se ve condicionado por el cumplimiento de un ideal corporal.
La gordofobia en Colombia en entornos clínicos refleja un problema más amplio: la forma en que la sociedad interpreta la gordura como un error individual y no como una expresión legítima de la diversidad corporal.
Una violencia que empieza en la infancia
La investigación también señala que la gordofobia en Colombia se manifiesta desde edades tempranas. Comentarios familiares, burlas escolares y presiones laborales configuran un entorno constante de juicio y exclusión. Las mujeres participantes reportaron haber sido señaladas en celebraciones, evaluadas por su cuerpo en entrevistas de trabajo y relegadas en sus vínculos afectivos.
Estas experiencias, acumuladas desde la niñez, afectan la autoestima, la percepción de sí mismas y la forma en que se relacionan con la salud. En el ámbito de las relaciones, varias participantes hablaron de haber sido ocultadas por sus parejas o fetichizadas por su apariencia, situaciones que refuerzan la estigmatización.
- La presión por adelgazar aparece en la familia, la escuela y los vínculos afectivos.
- El cuerpo gordo es interpretado como un problema moral o emocional.
- La discriminación por peso actúa junto con otras variables como el género o la clase social.
Estos elementos dan cuenta de cómo la gordofobia en el país se configura como un sistema de exclusión transversal y no como una suma de eventos aislados.
El llamado central de la investigación es a garantizar que el respeto y el trato digno no dependan del tamaño del cuerpo. Es así como la gordofobia en Colombia sigue afectando el acceso a derechos básicos, y con urgencia, se requiere una transformación en el discurso médico, educativo y social. La salud, concluye la autora, no puede medirse a simple vista, pero el respeto sí.
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