La feminización del trabajo docente y las brechas de género estructurales | Más Colombia
domingo, 28 de diciembre de 2025
Inicio  »  Columnistas  »  La feminización del trabajo docente y las brechas de género estructurales

La feminización del trabajo docente y las brechas de género estructurales

Maria Antonieta Cano, Columnista, Más Colombia

María Antonieta Cano

Docente del magisterio y dirigente del equipo de género de Fecode.

La feminización del trabajo docente ha estado históricamente acompañada de una desvalorización estructural del oficio y de la invisibilización de profundas brechas de género que atraviesan el ejercicio docente.

La feminización del trabajo docente ha tenido efectos profundamente contradictorios. Por un lado, representó una vía de acceso al mundo laboral para miles de mujeres, especialmente en contextos históricos en los que la mayoría de las profesiones estaban reservadas para los hombres. Pero, por otro lado, esta misma feminización trajo consigo un proceso sistemático de precarización de la profesión docente, traducido en bajos salarios y escaso reconocimiento social.


Asimismo, aunque las mujeres educadoras son mayoría en el magisterio colombiano, sus derechos han sido históricamente vulnerados, sus brechas poco visibilizadas y su sobrecarga laboral naturalizada. La docencia, especialmente en los niveles de preescolar y primaria, ha sido entendida como una extensión natural de las tareas de cuidado y maternidad, lo que ha contribuido a que las condiciones laborales, salariales y el reconocimiento social sean sistemáticamente subvalorados.

Le puede interesar: ¿Cuáles docentes 1278 podrán participar en concurso de ascenso y reubicación salarial 2025? Entérese aquí

Esta feminización del trabajo docente impone exigencias físicas, afectivas y pedagógicas sin que existan garantías contractuales ni económicas que las respalden. En las condiciones actuales de la escuela, esta realidad cobra aún más relevancia. 

Los colegios, incluso en secundaria y media, han dejado de ser espacios dedicados a recrear el conocimiento para convertirse, en muchos casos, en guarderías donde la labor docente se enfoca más en cuidar del estudiantado frente a las múltiples amenazas propias de la degradación social que en desarrollar procesos sólidos de enseñanza y aprendizaje.

Feminización del trabajo docente, Profesoras del magisterio colombiano
.

¿Por qué, aunque hay salarios iguales y una misma jornada laboral, existe una sobrecarga laboral para las maestras?

Aunque formalmente, en el magisterio, hombres y mujeres tienen el mismo salario y una jornada laboral similar, en la práctica existen brechas significativas en la carga total de trabajo que enfrentan las maestras. 

Una de las principales causas es la segmentación laboral por niveles educativos: mientras las mujeres predominan en los grados iniciales, los hombres tienden a equiparar o superar su presencia en secundaria y educación superior. Esta distribución no es neutral, ya que los niveles iniciales exigen mayor permanencia con los estudiantes, una carga emocional más intensa y una asignación académica más densa.


Además, persiste una visión cultural profundamente arraigada que concibe el trabajo docente como una ocupación de medio tiempo, ideal para mujeres que también deben cumplir los roles de esposa y madre. Esta percepción no se aplica con la misma intensidad a los hombres, a quienes rara vez se les cuestiona o exige un desempeño equivalente en las tareas del hogar.

Lea también: Maestros recibirán hasta 6 primas y bonificaciones este semestre: Calendario de pagos docentes 2025

En consecuencia, para muchas maestras la jornada no termina cuando salen de la escuela. Al llegar a casa, deben asumir el trabajo no remunerado del cuidado: cocinar, limpiar, atender a hijos, adultos mayores u otras responsabilidades del ámbito doméstico. 

Esta doble jornada —remunerada en la escuela y no remunerada en el hogar— genera una sobrecarga laboral estructural que continúa siendo invisibilizada en las políticas educativas y laborales, y que afecta su bienestar físico, mental y emocional. Además, les impide o dificulta participar en actividades gremiales, sindicales, deportivas, entre otras.

Feminización del trabajo docente, Magisterio colombiano, Profesoras de colegio, 8 de marzo
.

Maestras y cuidadoras: cuando el trabajo se extiende más allá del aula

En Colombia, el trabajo no remunerado representa aproximadamente el 20 % del Producto Interno Bruto (PIB). Es decir, puede afirmarse que el trabajo de cuidado sostiene la vida, la economía y las comunidades de un país como el nuestro. 

Esta cifra da cuenta de la enorme cantidad de tiempo que se dedica, de manera gratuita, a la producción de bienes y servicios que brindan bienestar a la sociedad, con un alto costo en términos de energía, tiempo y oportunidades para quienes lo realizan, en su inmensa mayoría, mujeres.

No es exagerado señalar que la contribución en especie que hacen las mujeres a la economía, mediante el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, constituye una fuerza vital para el sostenimiento del país. 

Esta realidad se hace aún más evidente en una nación como Colombia, donde los gobiernos han fallado en garantizar servicios públicos suficientes para ofrecer bienestar a la población. Con uno de los niveles más bajos de gasto social en la región, esta situación refleja también el deplorable PIB per cápita de un país sometido al neocolonialismo y a la competencia desleal del llamado “libre comercio”.


Las cifras son contundentes. Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), las mujeres en Colombia dedican 7,8 horas diarias al trabajo no remunerado, mientras que los hombres dedican solo 3 horas. Esto, sumado a las horas de trabajo remunerado, configura jornadas diarias de más de 15 horas, muy lejos del ideal 8-8-8, que divide el día en trabajo, descanso y ocio.

Para las mujeres educadoras del sector público, esta realidad es aún más crítica. Su jornada no termina al salir del aula. Aunque formalmente trabajan seis horas presenciales, en la práctica dedican muchas más a la planeación, evaluación, preparación de materiales, atención a familias y cumplimiento de múltiples exigencias institucionales. A esto se suma el ya mencionado trabajo doméstico y de cuidado que realizan en casa y, en muchos casos, su participación en espacios comunitarios, sindicales o de liderazgo social.

Así, las maestras enfrentan una doble y hasta triple jornada diaria que fácilmente supera las 16 horas. Esta sobrecarga tiene consecuencias concretas como la fatiga crónica y las afectaciones a la salud física y mental.

Lea también: Atención, este será el ajuste de la nivelación salarial docente 2026, 2027 y 2028 con nuevo acuerdo entre Gobierno y Fecode

La feminización del trabajo docente se expresa precisamente en esta naturalización de la entrega total, sin reconocimiento ni corresponsabilidad. Se espera de las maestras lo mismo que de las madres: paciencia infinita, multifuncionalidad, trabajo incansable, sacrificio. 

Y cuando el cuidado se concibe como una responsabilidad exclusivamente femenina, el tiempo de las mujeres deja de ser propio: se fragmenta, se condiciona, se absorbe por las necesidades de los demás. Esta es una constante en su cotidianidad. 

Feminización del trabajo docente, Magisterio colombiano
.

La relación entre la feminización del trabajo docente y las condiciones laborales del magisterio

En la primera mitad del siglo XX, a las mujeres se les permitió el acceso a la docencia con condiciones laborales desfavorables marcadas por la concepción de que la mano de obra femenina debía ser más barata, una idea que luego fue justificada apelando a supuestas características “naturales” o a su realización personal como cuidadoras. 

Esta lógica, aunque no siempre evidente, ha persistido incluso en este siglo, donde sigue siendo claro que la feminización del trabajo docente es una de las causas que ha extendido la discriminación hacia todo un gremio profesional, como es el de los docentes. 


Es decir, estamos frente a un fenómeno de discriminación estructural que, lejos de limitarse a lo individual, se traslada, se institucionaliza y se materializa en las condiciones laborales del magisterio, donde predominan las mujeres. No es casual que se trate, además, de actividades históricamente asignadas al género femenino, como la enseñanza, el acompañamiento emocional y la contención social.

En un contexto de dramática situación de los maestros y las maestras, de deterioro de la infraestructura escolar, de ausencia del preescolar de tres grados, de precariedad de la educación rural, de una exigua canasta educativa, de la farsa de la jornada única, de bajos salarios, de trabas para el ascenso y de inestabilidad laboral, entre otros, se vuelve urgente mantener y fortalecer la lucha por una reforma constitucional que garantice el crecimiento y la seguridad de los recursos para la educación pública, unos servicios médicos dignos y el respeto pleno de los derechos laborales. 

Es fundamental avanzar hacia la profesionalización real del salario docente, que dignifique la labor en un gremio en el que, hasta hoy, seguimos siendo mayoría las maestras. Mujeres, la lucha continúa.