Generación Z protesta: jóvenes inconformes que lideran la nueva ola global de movilizaciones | Más Colombia
lunes, 6 de octubre de 2025
Inicio  »  Empleo  »  Generación Z protesta: jóvenes inconformes que lideran la nueva ola global de movilizaciones

Generación Z protesta: jóvenes inconformes que lideran la nueva ola global de movilizaciones

La Generación Z, inconforme y conectada, lidera las protestas en varios países, redefiniendo el activismo político con tácticas digitales y símbolos globales.

Generación Z protesta: jóvenes inconformes que lideran la nueva ola global de movilizaciones

 

Los jóvenes de la Generación Z, marcados por la precariedad económica y el acceso constante a internet, se han convertido en protagonistas de las principales protestas sociales en América Latina y Asia. Su inconformidad frente a la corrupción, el alto costo de vida y la desconfianza en los gobiernos impulsa un nuevo modelo de activismo que mezcla cultura digital y movilización callejera.


Le puede interesar: Generación Z: innovación, cultura y desafíos en la era digital

Generación Z y protesta social: jóvenes al frente del descontento

En América Latina son más de 160 millones de jóvenes, equivalentes a uno de cada cuatro habitantes de la región, según datos del Banco Mundial. Muchos de ellos viven en condiciones de informalidad laboral y con un futuro incierto.

Su identidad está atravesada por lo digital: las redes sociales son su principal fuente de información, su espacio de organización y su altavoz frente a las instituciones que consideran obsoletas. Desde su nacimiento, crecieron entre pantallas y crisis recurrentes, lo que les otorgó una visión crítica sobre las promesas incumplidas del sistema. Para ellos, la protesta es tanto un acto político como una extensión de su vida digital.

Leer más: Incentivos para jóvenes 2025: crédito y vivienda con Generación FNA

Juventud inconforme: causas que los movilizan

El malestar de los tiene muchos motivos, pero el económico es el más profundo: la precariedad laboral, la informalidad y el alto costo de vida hacen que la estabilidad, la posibilidad de ahorrar o incluso pensar en una pensión parezcan metas inalcanzables. A esto se suma el cambio climático, que refuerza una sensación de amenaza existencial sobre el futuro.

Los jóvenes de la Generación Z han protagonizado protestas en distintas partes del mundo durante. Colombia no ha sido la excepción, en los paros nacionales de 2019 y 2021 fueron ellos quienes, en buena medida, lideraron las movilizaciones. Esta fuerza joven y con perspectivas de cambio fue la que capitalizó Petro en parte para ganar las elecciones de 2022.

Protestas juveniles en países bajo tensión
.

Protestas juveniles en países bajo tensión

En Perú, miles de jóvenes se enfrentaron al gobierno tras una reforma pensional que los obligaba a cotizar en un sistema privado en un país donde la informalidad laboral supera el 70 %. La indignación por la precariedad se combinó con la frustración por la corrupción y la falta de legitimidad de las autoridades. La represión, con gases lacrimógenos y heridos, reforzó la idea de que el Estado los ignora y reprime.


En Paraguay, los jóvenes llenaron las calles de Asunción con el lema “Somos el 99,9 %”. Denunciaban la corrupción y el abandono en salud, justicia y seguridad. Aunque la movilización fue reprimida, dejó en claro que la juventud urbana está dispuesta a confrontar a gobiernos incapaces de garantizar derechos básicos.

En Nepal, la chispa fue la censura digital. La generación conectada reaccionó con furia a lo que consideraron un ataque directo a su identidad. La represión fue brutal: 51 muertos y más de 1.300 heridos. Sin embargo, su presión forzó la designación de una primera ministra interina, demostrando el poder de esta ola juvenil.

En Ecuador, aunque el movimiento indígena lideró las marchas contra el retiro de subsidios al combustible, la juventud también se movilizó, compartiendo un descontento común frente a la precariedad económica. La muerte de un manifestante a manos de las fuerzas de seguridad marcó la protesta y evidenció la dureza de la represión.

En todos estos países, los jóvenes no solo protestan por demandas inmediatas: expresan un rechazo estructural a sistemas que consideran corruptos, excluyentes y sordos frente a sus reclamos.

Tácticas digitales y símbolos juveniles

La Generación Z no protesta como lo hacían las generaciones anteriores. Su primera batalla ocurre en lo digital: organizan marchas en grupos de WhatsApp, denuncian abusos en Twitter y viralizan símbolos en TikTok. Esa agilidad les permite convocar en cuestión de horas y mantener la presión sobre gobiernos que aún subestiman el poder de lo digital.

Pero su inconformidad también se expresa a través de símbolos de la cultura pop. La bandera de los Piratas del Sombrero de Paja, de la serie japonesa One Piece, ondea en protestas de Perú, Paraguay y Nepal. Para ellos, representa la rebeldía contra gobiernos corruptos y élites que disfrutan de privilegios ostentosos mientras millones de jóvenes sobreviven con salarios bajos y sin garantías.

El lenguaje de esta generación es global. Un meme, un video corto o un símbolo compartido en redes pueden convertirse en estandartes que unifican luchas en distintos continentes.


El futuro del activismo juvenil
.

El futuro del activismo juvenil

La Generación Z se consolida como un actor político imposible de ignorar. Su capacidad de articular demandas locales en lenguajes globales los convierte en una amenaza real para las estructuras de poder tradicionales. Al mismo tiempo, enfrentan riesgos: la represión violenta de los Estados y la fragmentación de un activismo basado en nichos.

Sin embargo, el protagonismo de los jóvenes en las calles y en internet ya está moldeando el futuro de los movimientos sociales. Su fuerza radica en la rapidez de su organización, la potencia de sus símbolos y la certeza de que, en un mundo que los margina, protestar es la única manera de hacerse escuchar.

Siga leyendo: Seamos la re-generación

La protesta juvenil no es pasajera: es un legado en construcción que reconfigura la política global y obliga a los gobiernos a enfrentarse a una disidencia viral, descentralizada y profundamente enraizada en la cultura digital del siglo XXI.