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Mi jardín del paraíso

María Isabel Henao, Columnista

María Isabel Henao Vélez

Comunicadora Social y Periodista de la Universidad Javeriana. Especialista en Manejo Integrado del Medio Ambiente de la Universidad de los Andes. Twitter e Instagram: @maisamundoverde

#MiJardíndelParaíso está bajo el cielo, no en él. Y cuando lo evoco mi brújula se orienta hacia los cerros, en el occidente, donde baja un río cristalino que atraviesa los campos de un valle verde y que después de dibujar meandros y recodos en el paisaje, desemboca en un manglar cuyas raíces se besan con el mar bravío. 

Mi jardín del paraíso no es un pequeño jardín, es toda una región: el Pacífico. Donde sea que hayamos crecido, aunque nos vayamos del terruño a vivir en otras tierras, guardamos cierta solastalgia en el corazón y en nuestra mente un archivo de sensaciones al que acudimos para reconectarnos con nuestra esencia. 

Yo, personalmente, evoco en mi piel el agua fría del río Pance en esas pocetas cristalinas donde rodeada de peces pasaba todo el tiempo posible hasta que me sacara de ellas el grito de “el sancocho está listo, vengan a comer”; siento en mis pies la arena de las playas, algunas claras, otras oscuras, pero siempre brillantes; aspiro mentalmente la brisa fresca de mi Cali a las 5 de la tarde; escucho alabaos o marimbas cuando el corazón duele o bailo salsa cuando salta de alegría; cada diciembre vuelve a mi memoria el sabor de la sopa de tortillas y las hojaldras navideñas de mi tía abuela, dos platos que nunca nadie podrá replicar con semejante maestría, y cada vez que puedo busco un chontaduro con sal (que no con miel, vaya exabrupto). 

Cada persona en el mundo tiene elaborada su visión de un jardín del paraíso, y un país como Colombia resulta ser todo un jardín del paraíso, con 5 regiones, cada una tan bella como la otra, y con un listado biodiverso de especies como pocos. 

Hoy es el Día Internacional para la Defensa del Manglar, mi ecosistema favorito, de cuyas maravillas los invito a datearse en uno de mis pasados artículos en Más Colombia: El árbol de la vida no está en el Paraíso.

Árbol de mangle

Entretanto, hoy quiero compartirles mi detrás de cámaras de la canción Jardín del Paraíso de Monsieur Periné y Bejuco, que hoy se estrena como un preludio y un canto a la región que albergará la COP16 de Biodiversidad el próximo mes de octubre, y que es un homenaje al manglar, a la paz con la naturaleza y a la conexión con la tierra que nos vio nacer. Una tierra donde la diversidad de la vida se agota, y debemos actuar con decisión para detener esa pérdida. 

Este detrás de cámaras lo conozco porque lo viví como parte del grupo de comunicaciones de WWF que participó en este proceso creativo. Aclaro que mis reflexiones personales en este texto son mías únicamente y no comprometen a la organización o a las bandas.

Hace año y medio Alexandra Gómez, directora de Comunicaciones y Conexión de WWF Colombia, visitó algunos manglares en Nariño en el marco de un proyecto que la organización implementa gracias a Bezos Earth Fund. Acompañando y escuchando cantar a algunas mujeres mientras extraían pianguas (una conchita en cuyo interior hay un molusco con el que se hace un arroz o un ceviche de rechupete), se soñó cantando junto a ellas a Catalina García, cantante y compositora en Monsieur Periné, una de las varias personalidades que apoya la misión de conservación de WWF. 

Catalina García, vocalista de Monsieur Periné

Tuvo que pasar un tiempo y el proyecto Manglares necesitar, desde la lúdica y el arte, visibilizar la importancia de este ecosistema en el bienestar de las comunidades (especialmente afrodescendientes) que viven de él y aprovechan sus servicios de manera directa. ¿Cómo? Haciendo realidad una colaboración entre un artista local y uno nacional/internacional. 

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Catalina sumó a Santiago Prieto, su compañero y director musical en la banda, y con él a todo el equipo Periné. Luego WWF invitó a Save the Children a hacer parte y, gracias a ellos, la banda tumaqueña Bejuco se integró. 

Santiago Prieto, guitarrista de Monsieur Periné

La organización dedicada al bienestar de la infancia apoyó la producción de las sesiones de grabación en Tumaco y la visita de ambas bandas a la comunidad de Bajito de Vaquería, donde aprendieron cómo se extrae la piangua, cantaron entre el mangle y presenciaron una puesta en escena en la que las mujeres representaron el valor del manglar para el sustento diario y como defensa ante fenómenos del clima como huracanes y oleadas. 

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Una certeza no de poca monta, pues muchos pobladores del Pacífico, niños en 1979, recuerdan aún el 12 de diciembre. Ese día, uno de los tsunamis más poderosos registrado jamás, arrasó con las casas y vidas de familiares y ajenos. 

Una tragedia que no fue de un solo día, que se extendió en el tiempo y en el alma de las personas, no solo por los parientes fallecidos, las tragedias vividas y las ayudas robadas, escondidas o mal gastadas, sino porque hasta hoy día, la región ha visto cómo sucesivas administraciones políticas le han fallado en muchos aspectos a sus pobladores. Actores ilícitos se pelean el poder sobre los territorios (incluso los barrios) y las oportunidades para capacitación y emprendimiento escasean.  

En Tumaco, algunos integrantes de las bandas conversaron, cantaron y bailaron con los niños de la red de participación ‘Lideramos el cambio’, de Save The Children. Para ellos, en exclusiva y por primera vez, Catalina cantó a capella ‘Jardín del Paraíso’. 

Horst Waldmann, Paula Siabatto, Alexandra Gómez y María Isabel Henao, miembros del equipo de WWF.

También realizaron una visita al proceso de restauración de manglar que se hace en los manglares del Pindo, bajo el liderazgo del también músico, Éver Ledesma. En un estudio acondicionado a punta de colchonetas y cobijas para amortiguar el ruido de la calle y la rumba tumaqueña, entre el mangle y en la arena de la playa, sonaron las voces, los instrumentos, los testimonios y las historias de vida con sus anhelos, sueños, alegrías y dolores. 

Todos tratando de tejer unas vidas que anhelan vivir plenamente y en paz en algún espacio bien ganado de su jardín del paraíso. 

Con el grupo que viajó al Pacífico metí mis botas en fango, maldecí el caudal de plástico en todas partes contaminando y contaminándonos, en la lancha saqué la mano para sentir el roce del inmenso océano, acaricié las carnosas hojas del mangle, latió mi corazón al ritmo de la marimba, me ensombreció el alma ver seres humanos con la botella de licor vacía y el corazón lleno de amargura, sentí profunda admiración por líderes y lideresas que trabajan y creen firmemente que mejores condiciones de vida para sus comunidades son posibles y se me aguaron los ojos escuchando a Catalina cantar y contar sus razones y emociones tras la letra de Jardín del Paraíso. Para mí es un honor llamarla amiga, ser su fan, escuchar sus pensamientos sobre la música, sobre la vida, sobre todo. 

De pronto usted, querido lector, no sea de redes sociales, pero seguro que hay una que en algún momento consulta: Youtube. Lo invito a que hoy busque la cuenta https://www.youtube.com/@monsieurperine y reproduzca la canción. 

Comente y comparta cuál es su jardín del paraíso personal. Quizá haya suficientes elementos en común entre todos para tejer juntos un paraíso en esta tierra latinoamericana, una de las más biodiversas, una de las que más anhela la paz con la naturaleza y entre los seres humanos que la habitan.

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