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sábado, 27 de diciembre de 2025
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Mujeres rurales, un pilar fundamental para el desarrollo del agro colombiano

Miller Preciado, Columnista, Más Colombia

Miller Preciado

Ingeniero agrónomo, especialista en gerencia, MBA con énfasis en Finanzas y estudios de alta gerencia internacional. Gerente de Operaciones de Elite Blu, empresa exportadora de arándanos.

A lo largo de los milenios la agricultura y la humanidad han mantenido una estrecha relación simbiótica. Si bien el trabajo de las mujeres rurales no ha sido ampliamente reconocido ni difundido, fue su dedicación la que desempeñó un papel fundamental en la identificación de especies vegetales que podían proveer alimentos y nutrición para las familias. 

Desde los inicios de nuestras comunidades las mujeres rurales han sido parte activa, pero silenciosa en el desarrollo de las tareas agrarias. Hoy en día, estamos presenciando una creciente conciencia sobre la equidad de género y la importancia del trabajo honorable y competente de las mujeres en todos los ámbitos de nuestra sociedad. En esta columna quiero resaltar el impacto de las mujeres rurales en la actualidad y el pilar de desarrollo que estás generan en el agro colombiano. 


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Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), aproximadamente el 40% de la fuerza laboral agrícola en Colombia está compuesta por mujeres. Sin embargo, su contribución y papel en el desarrollo del sector a menudo son subestimados o ignorados.

En Colombia el porcentaje de trabajadores agrícolas vinculados formalmente se inclina predominantemente hacia el género masculino, aunque los gremios, asociaciones y cultivadores más estructurados han hecho grandes esfuerzos para dignificar el trabajo agrícola y mejorar las condiciones y calidad de vida de aquellos que forman parte de este sector. Todavía queda un largo camino por recorrer, especialmente en lo que respecta a brindar oportunidades a las mujeres que habitan las zonas rurales.

En mi rol como gerente de un cultivo de arándanos he sido testigo del impacto significativo que las mujeres tienen en la industria agrícola. Los cultivos intensivos que requieren una gran cantidad de mano de obra y en los que más del 60% de los trabajadores son preferiblemente mujeres, han generado un efecto increíble en las comunidades circundantes. Esto se debe principalmente al aumento en la capacidad económica y de toma de decisiones de las mujeres en la ruralidad. 

La participación de las mujeres rurales en actividades económicas como la agricultura y la agroindustria no solo mejora sus condiciones de vida, sino que también impulsa el desarrollo económico y social de las zonas rurales. El empoderamiento económico de las mujeres rurales a través del acceso a crédito, capacitación y oportunidades empresariales contribuye a reducir la pobreza y promover la igualdad de género.


El aporte de las mujeres rurales a la sociedad va más allá de su ejecución óptima y delicada en la cosecha de arándanos, la cual se realiza de manera constante durante las 52 semanas del año. En nuestro proyecto, hemos logrado establecer empleo digno y estable en áreas relativamente pequeñas pero con una alta densidad de mano de obra.

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Se percibe cómo las poblaciones cercanas al proyecto han experimentado una mejora en la economía familiar. El nuevo papel de la mujer como aportante en el desarrollo económico de sus hogares se refleja en mejoras sustanciales en la calidad de vida, la educación de sus hijos y en el acceso a herramientas como la tecnología y la educación a distancia. También hemos presenciado una disminución en los niveles de analfabetismo y un renovado interés por el campo.

Es fundamental fomentar cultivos que permitan la inclusión del trabajo femenino, considerando que representa una de las mejores oportunidades para reducir las desigualdades en el campo colombiano. Al hacerlo se generarán numerosas oportunidades relacionadas con la visibilidad y dignificación de las mujeres en la agricultura.

Sueño con un futuro en el que las nuevas generaciones puedan decir con orgullo: «Mi madre es agricultora y gracias a su digno trabajo he tenido la oportunidad de llevar una vida digna, acceder a educación y superarme sin tener que abandonar mi territorio». 

Será un momento en el que como sociedad podremos afirmar que hemos realizado un trabajo relevante, a través del impulso del liderazgo de las mujeres en la agricultura. Me gustaría ver más mujeres liderando asociaciones o creando emprendimientos agrícolas, aprovechando herramientas tecnológicas y estableciendo sistemas comerciales justos y respetuosos con el medio ambiente. 

Cuando esto suceda nos encontraremos ante una sociedad más equitativa y con infinitas posibilidades para crear riqueza, no solo económica de crecimiento constante sino también cultural y social.


Hoy el desafío sigue siendo importante y el intento por materializar lo casi utópico se manifiesta en la labor de más de 400 mujeres rurales que trabajan en los invernaderos destinados a la producción de arándanos en el departamento de Boyacá. Estas mujeres cuentan con contratación digna, pago oportuno y estabilidad laboral. Su trabajo me llena de satisfacción y me impulsa a hacer un llamado para aumentar la presencia de mujeres en las actividades del agro, abriendo un mundo de posibilidades y un increíble bienestar para nuestra sociedad.

Hago un llamado a la banca privada y al Estado para que sigan impulsando proyectos agrícolas, prestando especial atención a aquellos con enfoque en la equidad de género. Asimismo , los invito a que destaquen el trabajo de las mujeres como un factor diferenciador en la producción agrícola e impulsen el acceso a la tierra para mejorar el empoderamiento y la equidad que da como resultado reducción de las brechas sociales que padece nuestra sociedad.