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Seguridad alimentaria en el centro occidente de Colombia

Jorge Enrique Esguerra, Columnista

Jorge Enrique Esguerra

Arquitecto, Magíster en historia y teoría de la arquitectura, Universidad Nacional de Colombia. Profesor durante 28 años en la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales, y miembro de número de la Academia Caldense de Historia.

En una secuencia de artículos, que presentaremos quincenalmente, nos proponemos explicar los procesos políticos y socioeconómicos que históricamente han alentado u obstaculizado la producción de recursos agropecuarios en el centro occidente de Colombia, con el fin de asegurar la dieta básica de sus pobladores. La consecución de este objetivo es lo que se ha llamado Seguridad Alimentaria, porque si ella se pierde, se acaba dependiendo de la importación de alimentos y el territorio o el país queda sometido al definitivo chantaje de lo que quieran imponer los que monopolicen la producción de alimentos en el mundo. Comenzaremos con una introducción que señale el espacio geográfico estudiado y encuadre los avances logrados en seguridad alimentaria en la vida independiente del país, y sus evidentes retrocesos en las tres últimas décadas, propiciados por la imposición de las políticas neoliberales de ‘libre mercado’.

Figura 1. Producción alimentaria y café.

El grano fue un añadido en la tradicional finca autárquica.

Fotografías recuperadas de Internet.

INTRODUCCIÓN

Soberanía como requisito de nuestra seguridad alimentaria

Parece de Perogrullo, pero en la base de cualquier sociedad existe un requisito básico para que pueda sobrevivir: el de conseguir los recursos que le permitan medianamente alimentarse; y para que pueda no solo sobrevivir sino prosperar, el que esa alimentación posea los estándares de cantidad y calidad suficientes para generar excedentes que propicien el desempeño de otros oficios diferentes al de obtener alimentos: el que los habitantes puedan desarrollar el comercio, las técnicas, la industria, las artes, el conocimiento, etc.

Esta premisa es necesaria para determinar en qué grado de desarrollo estaba el territorio de lo que hoy es Colombia al final de la era colonial, cómo con la Independencia logró algún grado de avance y de qué manera en la actualidad se está destruyendo lo poco logrado. Hoy, por ejemplo, está por debajo de la normalidad que el 30% de las familias colombianas (quince millones de personas) no pueda obtener tres comidas diarias (DANE), además de todas las deficiencias derivadas de la falta de fuentes de trabajo, principalmente para cuatro millones de jóvenes, miles de los cuales tampoco pueden estudiar. Se argumenta que estamos en un país en vía de desarrollo desde hace un siglo, pero asistimos a una situación de retroceso que evidencia que lo que existe en Colombia es un capitalismo famélico. El multitudinario y exitoso Paro Nacional de hoy es un efecto de esta circunstancia calamitosa.        

Esa situación se puede constatar en el caso del centro occidente del país, en el que pervivía explotada y esclavizada, después de la Conquista, la región minera del cauce medio del río Cauca (Cartago, Anserma, Supía, Arma), mientras la gran mayoría de tierras aptas para la agricultura había permanecido despoblada durante casi tres siglos desde que las tribus indígenas que la habitaban habían sido exterminadas, hasta que el gran desplazamiento forzado de miles de familias, principalmente antioqueñas, las comenzaron a repoblar desde los inicios del siglo XIX, hecho que coincide con la consecución de la vida independiente y los inicios de la República. Es a partir de este nuevo contexto que comienza a equilibrarse la relación minería-agricultura en beneficio de la seguridad alimentaria de la región y se inicia la construcción de una red de mercados agropecuarios que, a finales del siglo XIX, propicia el cultivo del café para la exportación.

Este escenario geográfico, comúnmente llamado hoy “eje cafetero” por ser la región donde desde finales del siglo XIX se desarrolló masivamente el cultivo del grano, abarca los departamentos del Antiguo Caldas (Caldas, Riraralda y Quindío), sur de Antioquia y Norte del Valle y Tolima (ver figura 2). Es territorio de laderas, climas medios y humedad relativa en el que el café encuentra condiciones favorables, pero con la particularidad de ser cultivado en medianas y pequeñas propiedades, por lo que permite el sustento de miles de familias que no desplazan el cultivo de alimentos (maíz, fríjol, caña, plátano, frutas y legumbres) ni la cría pecuaria, sino que las alternan con el único producto agrícola que logró superar transitoriamente uno extractivo en el volumen exportable del país. En verdad, el café de esta región contribuyó a desplazar al oro desde los inicios del siglo XX, pero volvió a verse subyugado por el petróleo, el carbón y el gas en la década del noventa, cuando comenzó la llamada “apertura económica”, producto de la imposición norteamericana de las políticas neoliberales (consenso de Washington, 1989). Por eso hoy en día la soberanía alimentaria está en entredicho, cuando al país se importan al año catorce millones de toneladas de alimentos que se podrían estar produciendo en Colombia.

Figura 2. Ampliación del mapa del centro occidente de Colombia y ubicación del “eje cafetero”.

Este es el marco que desarrollaremos en las próximas publicaciones. Espere en la próxima entrega el impacto negativo que causó la conquista europea en la agricultura de la región.

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