Semillas autorizadas, competitividad y sostenibilidad para el agro colombiano
Leonardo Ariza Ramírez
Gerente general de la Asociación Colombiana de Semillas y Biotecnología (Acosemillas).
El sector semillista colombiano cierra 2025 con un balance que merece ser analizado en detalle. Celebramos 55 años de la Asociación Colombiana de Semillas y Biotecnología (Acosemillas), consolidamos la oferta de semilla autorizada y avanzamos en biotecnología para enfrentar los retos del cambio climático.
Estos hitos no son aislados: reflejan un proceso de construcción institucional que ha acompañado a los productores durante más de cinco décadas y que hoy se convierte en un activo estratégico para la economía nacional.
De acuerdo con cifras recolectadas por Acosemillas, el mercado de semillas alcanzó en 2024 un valor cercano a los USD 138,4 millones y en 2025 registró un crecimiento leve de 1,4 %. Aunque el segundo semestre fue menos dinámico, el sector sigue siendo motor de la producción agrícola. La estabilidad es positiva, pero también evidencia la necesidad de acelerar la innovación y la regulación para liberar el potencial de la investigación y responder a las demandas de productividad.
Por su parte, los avances en investigación y desarrollo han sido significativos. Empresas y centros de innovación trabajan en semillas resistentes a sequías, inundaciones y plagas, utilizando técnicas de mejoramiento vegetal como la edición de genomas.
La digitalización agrícola, la bioeconomía y la inteligencia artificial se consolidan como herramientas para la agricultura de precisión y la trazabilidad, pilares de un sistema productivo moderno. Estas innovaciones no solo mejoran la eficiencia, sino que también reducen emisiones y fortalecen la sostenibilidad, alineando al sector con las tendencias globales de transición verde.
De otro lado, persisten obstáculos que frenan el potencial del sector. El retraso de más de dos años en la aprobación de nuevas biotecnologías para el cultivo de maíz es un ejemplo claro. No se trata de prohibiciones, sino de demoras regulatorias que limitan la competitividad y retrasan la aplicación en campo de investigaciones que ya están listas para beneficiar a los productores. La agilidad institucional es indispensable si queremos que Colombia compita en igualdad de condiciones con países que ya han incorporado estas tecnologías.
La piratería de semillas es otro desafío crítico. En arroz, más del 78 % se siembra con semilla de costal; en soya, la cifra supera el 80 %; y en papa, el 90 %. El uso de semilla ilegal incrementa riesgos de plagas y enfermedades, eleva costos de control y afecta directamente la rentabilidad del agricultor.
Apostar por semilla autorizada por el ICA es proteger la seguridad alimentaria y el estatus fitosanitario del país. Además, es respaldar la investigación y el desarrollo de las empresas que trabajan en la obtención de nuevas variedades, un esfuerzo que requiere inversión y confianza.
A su vez, la coexistencia de semillas nativas y criollas con híbridas y biotecnológicas es posible y necesaria. Las semillas tradicionales aportan diversidad genética y resiliencia, mientras que las mejoradas con biotecnología ofrecen eficiencia y productividad.
Juntas, pueden engrandecer la agricultura colombiana y garantizar que los productores tengan acceso a soluciones adaptadas a sus realidades regionales. Este equilibrio entre tradición y ciencia es la base de un modelo agrícola inclusivo y sostenible.
Finalmente, de cara a 2026, el reto es claro: fortalecer la oferta de semilla autorizada, sustituir importaciones con producción nacional y consolidar el Sistema Nacional de Semillas. La competitividad y la sostenibilidad se logran con trazabilidad, calidad y respaldo institucional. Colombia tiene la oportunidad de convertirse en referente regional en innovación agrícola, siempre que articulemos esfuerzos entre gobierno, gremios, academia y productores.
La producción agrícola no puede depender de improvisaciones ni de prácticas ilegales. Necesitamos un sistema robusto que garantice calidad, seguridad y sostenibilidad. El futuro del agro colombiano se siembra hoy, con semillas autorizadas, ciencia y compromiso gremial.
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