Transición energética: “Volvernos limpios a ultranza no es barato ni deseable”
Juan Benavides, investigador de Fedesarrollo, le contó a Más Colombia las dificultades que enfrenta la transición energética y el papel del gas y el petróleo en este proceso.
Juan Benavides es investigador senior de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo). Lleva varios años estudiando la economía colombiana y en 2023 dirigió un relevante estudio sobre la transición energética en Colombia.
Más Colombia habló con él sobre la transición energética y el papel de los hidrocarburos en este proceso.
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¿Qué aspectos debe tener en cuenta una transición energética en Colombia?
Primero, Colombia tiene un bajo consumo de energía per cápita, de solo 36 gigajulios (GJ) por habitante al año, lo cual lo pone a una distancia abismal de los países desarrollados, que consumen más de 200 GJ por año.
El Índice de Desarrollo Humano está correlacionado positivamente con el aumento de consumo de energía. Necesitamos consumir más energía. Si es más limpia, mejor, pero tenemos necesidad de construir más carreteras, más infraestructura, más hospitales, más escuelas, etcétera, y no podemos evadir esa necesidad.
Segundo, las transiciones energéticas no se hacen por el lado de la oferta, sino por el lado de la demanda. Necesitamos artefactos que sean capaces de consumir energías más limpias o más electricidad generada por fuentes renovables.
Eso es muy enredado, pues no toda la energía se puede electrificar ni es razonable que toda la electricidad se produzca con fuentes renovables.
En cuanto a la pretensión de electrificar toda la economía, la idea genera tremendas distorsiones. Puede suceder la paradoja de que la introducción de energías cada vez más limpias y baratas en principio genere un precio promedio que es más alto que el que existía antes de la introducción de las renovables.
Tercero, se necesita una cantidad ingente de transmisión para sacar de los sitios de producción esas cantidades de energía que son intermitentes, entonces se produce la necesidad de hacer una gran inversión en transmisión.
El año pasado, la revista The Economist, en una separata técnica dedicada únicamente a transmisión, mostró que sería un costo tremendo que casi cuadruplica el costo de la red de transmisión.

¿Qué pasaría en el escenario de transición energética que está proponiendo el presidente Petro?
Pensemos en un escenario en el cual se frena la nueva exploración en Colombia, no se construye nueva infraestructura de importación, se desmantela y se sustituye la generación eléctrica de gas por generación eólica con el mismo nivel de confiabilidad, y se impone la electrificación en los sectores residencial e industrial.
En ese caso, el valor presente neto de pasar de la cocción con estufas de gas a estufas de inducción en todos los hogares tendría un costo de $18 billones. El canje de subsidios de gas por subsidios de electricidad en los estatus bajos costaría $0,7 billones por año. Y reemplazar el gas natural en calderas en los sectores industriales más intensivos costaría otros $10 billones.
Reemplazar la generación eléctrica por generación eólica costaría $85 billones. Todo eso suma más de $100 billones. Varias tributarias, ¿no?
Con estos cambios, la reducción de las emisiones sería de tan solo 5,6 millones de toneladas de CO2 al año, que representa solamente el 3% de las emisiones de Colombia.
Entonces, ¿se justifica meternos, desde el punto de vista de las emisiones, en una inversión de más de 100 billones, solo para reducir el 3%? De ninguna manera.
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Desde su perspectiva, ¿qué papel deben jugar entonces el petróleo y el gas natural en una transición energética?
Voy a mencionar 3 aspectos en los cuales los hidrocarburos son indispensables por diferentes razones.
En primer lugar, hay cuatro grandes usos de la humanidad que son imposibles de reemplazar en el corto plazo y están asociados al uso de los hidrocarburos, ya sea como materia prima o como energético: el acero, el cemento, los plásticos y los fertilizantes.
Los hidrocarburos serán, mientras no haya un sustituto, la fuente principal de nutrición de estos cuatro usos importantísimos de la humanidad y de Colombia en particular, porque sin eso no hay progreso económico.
El segundo aspecto es que los hidrocarburos son una fuente obvia de ingresos fiscales. Se trata de más del 20% de los ingresos fiscales del país en todos sus rubros, dividendos, impuestos y regalías. Entonces, son una fuente indispensable para crecer y para reducir la pobreza.
Colombia es un país que requiere trabajar en la reducción de la pobreza y no podemos negarnos esa posibilidad.
El tercer aspecto: estos combustibles deben hacer parte de una canasta, de un portafolio, como empezó a ser claro desde 2022 con la guerra en Ucrania.
La transición energética dejó de volverse, en el mundo, un camino unilateral y descendiente de emisiones con solo la instalación de paneles solares. A eso se había reducido en el imaginario de la gente, a poner unos paneles solares construidos en China.
Ahora se evidencia como un trípode en el cual hay que asegurar la seguridad del abastecimiento, la diversificación de las fuentes y los costos. Hay que encontrar la mezcla natural entre estas tres cosas y aparece una mezcla de hidroelectricidad, de carbón y de petróleo.
Todos aportan diferentes atributos. El petróleo y el gas aportan en densidad energética volumétrica y en continuidad del servicio, que es un tema que no pueden resolver las intermitentes.
Lo mencioné previamente, electrificar todo es muy costoso, cuadruplicaría los gastos de transmisión y se necesitaría invertir una cantidad ingente de megavatios para poder dar una confiabilidad equivalente a la que daría la disposición de termoeléctricas a carbón o gas.
Entonces, volvernos limpios a ultranza no es barato ni deseable; hay que tener un portafolio y ahí aparecen naturalmente el carbón, el gas y el petróleo. Por lo tanto, creo que es importante que continúe aumentando la exploración y aumentando el consumo de petróleo y gas.

¿Usted qué aconsejaría para la transición energética del país?
Hace un par de meses tuve la oportunidad de entrevistar a un profesor muy informado del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts). Es un experto mundial en energía. Le dije, “Colombia tiene estas características de emisiones, de necesidades fiscales, etcétera”.
Su respuesta espontánea fue: “ustedes no tienen que invertir mucho en mitigación de emisiones, ustedes están en el punto de llegada de lo que quisieran los países desarrollados. Ustedes tienen grandes necesidades de reducción de la pobreza y de crecimiento. Por tanto, necesitan los ingresos fiscales del petróleo y de los hidrocarburos”.
Y dice él mismo, “nadie puede acusar a Colombia de ser el causante ni el motor del cambio climático. Ustedes no tienen el deber de liderar de ninguna manera la transición. Esta labor sí les toca a Estados Unidos, a India, a China que son los que sí contaminan.
Ustedes tienen que ir naturalmente con lo que sea rentable; lo que es rentable es posiblemente el transporte eléctrico, cosas de ese estilo, y tiene que ir de manera natural. Ustedes no tienen por qué forzarse a bajar sus escasas emisiones”.
Este sería mi comentario, solo para respaldarme en alguien que ha visto el panorama mundial y que tiene gran sabiduría y sentido común.