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jueves, 10 de julio de 2025
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214 Años del Grito de Independencia de Colombia: Un proceso inconcluso

Andrés Pachón, Columnista, Más Colombia, @AndrésPachónTor

Andrés Pachón

Abogado investigador, magíster en Derecho Público con experiencia en litigio estratégico. Medio ambiente, derechos y desarrollo. Twitter: @AndresPachonTor

Cada 20 de julio conmemoramos el grito de independencia de Colombia, un evento crucial en el surgimiento de nuestra nación. Esta fecha simboliza la ruptura con la corona española, el llamado al autogobierno, la autonomía y la batalla por la igualdad de derechos, inspirada en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada tras la Revolución Francesa de 1789.

Esta gesta fundamental forma parte de los cimientos de nuestra historia como país y fue el resultado de un gran proceso de unidad entre criollos, mujeres, indígenas, afrodescendientes, intelectuales y toda la diversidad que somos, con el objetivo común de la independencia. Este logro impulsó grandes avances, pero hoy, 214 años después, el sueño independentista permanece inconcluso.


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La Independencia de Colombia: Un proceso inconcluso

A pesar de habernos liberado del yugo español, con el tiempo hemos recaído en la trampa colonial de los monarcas de turno, que ahora ejercen su dominio de formas más sofisticadas, sutiles y modernas. Votamos por nuestros dirigentes y elegimos presidente y congreso, mostrando una aparente autonomía política, pero una mirada más aguda revela una profunda dependencia.

Tras la apertura económica de los 90 y los tratados de libre comercio (TLC), cada vez somos más dependientes de los millones de toneladas de alimentos y mercancías importadas que inundan nuestro mercado llevando a la quiebra a nuestros productores agrícolas y empresarios.

Las semillas ya no las podemos obtener de las cosechas, sino que deben ser adquiridas a multinacionales, y solo funcionan si son acompañadas por todo un paquete de pesticidas y aditivos, que terminan en nuestros platos siendo parte de nuestra dieta básica, menoscabando la fertilidad de la tierra y conduciendo al servilismo a la gente del campo.

Compramos afuera más de lo que producimos, por lo que vivimos como sociedad en el endeude, aumentando así nuestra subordinación a los dictados del sistema financiero, que nos encadena mediante empréstitos externos que no paran de crecer y cuya refinanciación viene garantizada con nuestro patrimonio público y a costa de nuestros escasos derechos sociales.

Terminamos cambiando nuestras empresas y tesoros naturales por irrisorios alivios en unos intereses que nunca terminaremos de pagar.


Las decisiones claves no benefician a Colombia

El saqueo de nuestros recursos naturales se asemeja a la época colonial. Grandes trasnacionales explotan carbón, gas y petróleo, repatriando el 85% de lo obtenido. Esta lógica también se aplica en los nuevos negocios de energía verde y la transición energética.

Actualmente, los intereses corporativos planean apoderarse del sol y el viento en la Guajira, ignorando los derechos de las comunidades wayuu. Buscan transformar estas energías en hidrógeno verde en el exterior y vendérnoslo más caro. Todo con el apoyo del actual Gobierno de Petro.

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La industria languidece, pues como en los tiempos de la colonia, ese factor determinante para lograr el progreso de un país termina reservado para las grandes potencias, condenándonos a vivir únicamente de las materias primas, de vender hidrocarburos, aguacate, café y banano, monopolizando la producción industrial con todo el bienestar social que genera.

Sin industria, no hay valor agregado, empleo ni estímulos para desarrollos tecnológicos. Con un presupuesto de solo el 0.2% del PIB en ciencia, innovación y tecnología en 2023, estos sectores estratégicos continúan absolutamente relegados.

Y la profunda desigualdad que todo este modelo engendra, es atendida por recetas dictadas por organismos internacionales que perpetúan nuestro atraso. Salarios bajos, pensiones que no lo son, informalidad, pobreza y hambre son el resultado de los asaltos permanentes y sistemáticos a nuestra independencia y soberanía.

Reflexión y acción

Ante semejante realidad, la conmemoración del grito de la independencia nos hace recordar que ya una vez logramos una gesta heroica que generó un salto gigantesco en nuestro desarrollo como sociedad. Una inmensa unidad, y un esfuerzo valiente y colectivo nos condujo a una victoria que permitió liberarnos de nuestras cadenas.

Ya lo hicimos una vez. Debemos encontrar las fuerzas, unirnos y estar atentos al momento, para retomar el rumbo y conquistar nuestra segunda independencia.