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jueves, 6 de noviembre de 2025
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El campo se está quedando solo

Fernando García Rubio, columnista, Director ejecutivo de Confecaucho y Cenicaucho, Más Colombia

Fernando García Rubio

Director ejecutivo de Confecaucho y Cenicaucho.

Los jóvenes del campo buscan oportunidades fuera de su espacio natural abandonando las labores tradicionales de sus familias y por ende la continuidad laboral en los sistemas productivos, cuyas familias se han consolidado generación tras generación.

El año pasado la Confederación Cauchera Colombiana y su Centro de Investigación, Cenicaucho, emprendieron una estrategia en alianza con el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) para capacitar a víctimas del conflicto en los departamentos del Meta y Caquetá en la formación complementaria “Obtención de látex”, debido a que varias regiones del país han solicitado personal con el conocimiento básico en el aprovechamiento de plantaciones de caucho natural. 


El proceso fue, en definitiva, desafortunado. Luego de hacer grandes esfuerzos por cumplir la meta en el número de personas a capacitar, a la fecha no hay ninguna persona vinculada laboralmente de las más de 60 que fueron capacitadas. Esto deja en evidencia que, aunque las labores de campo sean bien remuneradas y ofrezcan oportunidades laborales a largo plazo, no siempre hay interés en trabajar en el campo colombiano.

Sumado a esta situación, desde el 2019 se han realizado caracterizaciones sociales a los productores de caucho natural en diversas regiones y el promedio de edad de muchos de ellos en regiones como Caquetá y Guaviare, entre otras, supera los 58 años. Muchos de estos campesinos no solo son caucheros, sino que también son ganaderos, cacaoteros y palmeros, entre otros, y esto deja ver que nuestro campo colombiano se está envejeciendo y buena parte de las nuevas generaciones no tienen interés en hacer el relevo generacional que se esperaba.

La distribución del empleo en Colombia muestra que la informalidad laboral sigue siendo alta, con cerca del 56% de los ocupados trabajando en condiciones informales. En cuanto a los sectores, el comercio y reparación de vehículos, la construcción y el alojamiento y servicios de comida son los que más contribuyen a la ocupación. Además, se observa una brecha de género en el mercado laboral, con tasas de desempleo más altas para las mujeres que para los hombres. 

Los jóvenes del campo buscan oportunidades fuera de su espacio natural, abandonando las labores tradicionales de sus familias y por ende la continuidad laboral en los sistemas productivos cuya familia a consolidado generación tras generación.

Por sectores el empleo se clasifica en comercio y reparación de vehículos, construcción, alojamiento y servicios de comida, administración pública, defensa, educación, servicios de salud e industrias manufactureras; ahí es claro que el campo no es una opción laboral vigente o al menos no es una opción laboral que actualmente se tenga en cuenta en las estadísticas a nivel nacional. 


Los gremios de la producción, como el nuestro, se quejan cada vez más de la dificultad que existe para obtener mano de obra en el campo y competir con la minería ilegal, los cultivos ilícitos y los grupos al margen de la ley. Por su parte, la informalidad en la ciudad supera el 50% y tiende al alza.

Es vital comenzar a desarrollar estrategias que motiven a los jóvenes rurales a utilizar la tecnología que tanto les gusta en pro de las actividades agropecuarias, y que una vez estudien vuelvan al campo y apliquen lo aprendido en sus propias regiones.  El Sena, la academia, los gremios y las fuerzas armadas juegan un papel fundamental en estas estrategias y solo articulados se podrá lograr revertir el proceso que se está generalizando año tras año.

De otro lado, es importante proponer emprendimientos en empresas que presten servicios a los productores en términos de manejo y aprovechamiento de plantaciones, para de esta manera alivianar el trabajo para los propietarios de las plantaciones cuya capacidad laboral está disminuida por la edad o por limitaciones propias de cada región. Estas empresas ya vienen siendo exitosas en diversas regiones lideradas por jóvenes del campo, algunos de ellos profesionales que han regresado y quieren contribuir al desarrollo de sus familias y comunidades. 

Estas acciones deben involucrar a los colegios agropecuarios, la academia regional y el Sena con su maravilloso programa CampeSENA, entre muchos otros actores que, en conjunto con los gremios, pueden formalizar y generar el trabajo rural, ofreciendo oportunidades reales a las nuevas generaciones sin perder su identidad y pluralidad social.

Los gremios del sector agropecuario tenemos un reto integrador; aunar esfuerzos para abordar a los productores de manera conjunta, pues la gran mayoría tiene en sus propiedades más de un sistema productivo que requiere atención y asistencia técnica. Si optimizamos los esfuerzos y planeamos juntos este tipo de acompañamientos, seguramente se obtendrán impactos mucho más relevantes en términos de rentabilidad, mano de obra, capacitación y productividad de todo su entorno productivo. 

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