Inicio  »  Columnistas  »  El impuesto a los plásticos de un solo uso

El impuesto a los plásticos de un solo uso

Cámara Ambiental del Plastico, Columnista

Cámara Ambiental del Plástico

La Cámara Ambiental del Plástico representa a más de 100 empresas del sector polietileno, poliestireno, polipropileno y poliuretano, fabricantes de productos plásticos, maquinaria, equipos y aditivos para la industria y comercio en Colombia.

La industria plástica nacional produce más de 250.000 empleos directos y 500.000 empleos indirectos. Particularmente las micro, pequeñas y medianas empresas, generan miles de empleos a partir de pequeños negocios que, en su mayoría, se dedican a la producción de plásticos de un solo uso con la maquinaria más sencilla y una infraestructura moderada. Pese a su importancia, este sector está siendo estigmatizado por quienes ven en él un factor de contaminación ambiental. 

No obstante, todos los países desarrollados y las grandes multinacionales están reorientando sus recursos normativos, económicos, financieros, industriales y sociales a la búsqueda de la sustentabilidad a partir del reciclaje. En 2018, Oliver Campbell, Director mundial de empaques DELL Technologies, habló de crear una cadena de suministros a partir del plástico que se recupera de los Océanos. 

El mundo está lleno de soluciones frente a los posibles flagelos de la contaminación que generan los seres humanos por el simple hecho de vivir cada día. Por ello, colocarle un impuesto a los plásticos, que son fundamentales para el empaque, el almacenamiento y la distribución de los alimentos, es afectar de manera directa la seguridad alimentaria del país y el bolsillo de los colombianos más pobres. Asimismo, una decisión de este tenor dañaría una industria que es seis veces más ecológica que cualquier otro material conocido por el ser humano hoy por hoy e  incrementaría el consumo de papel, cartón, vidrio y metal, contribuyendo así a la deforestación y al aumento del calentamiento global. 

Es imprescindible observar con detalle, con lupa si se quiere, el ciclo de vida de los materiales o el impacto en la huella de carbono que puede dejar la transición del plástico de un solo uso por cualquier otro material hoy conocido. Necesitamos coherencia y ponderación, para observar con el lente de la ciencia los pros y los contras cuando hablamos de prohibiciones. En el fondo, todas ellas nacen de un fundamentalismo ambiental que busca desincentivar el consumo atropellando descaradamente la canasta familiar, y cuya consecuencia inevitable será el aumento de la inflación y la disminución del poder adquisitivo de los colombianos. 

No debemos convertir a la industria plástica colombiana en el chivo expiatorio de nuestras omisiones frente al cuidado del medio ambiente; no debemos ser ingenuos frente al futuro de la deforestación de los bosques en Colombia, bajo el amparo de la ley que hoy pretende grabar los plásticos. En vez de gravar los plásticos, debemos incentivar una industria sustentable alrededor de este material y aprovechar las oportunidades de empleo que existen a través de su recuperación, posconsumo y reutilización dentro de la industria. Esto permitiría brindar cientos de miles de nuevos empleos y mejorar sustancialmente nuestro PIB y nuestra competitividad en los mercados de la región. 

El impuesto a los plásticos de un solo uso no es solamente un impuesto indirecto y regresivo, que pagarían sobre todo los más pobres, sino que además se convierte en una estocada a la eficiencia, a la sustentabilidad y a la atención eficiente de las necesidades alimentarias de una población que requiere bajos precios para poder cubrir las necesidades básicas de sus hogares. 

Salir de la versión móvil