La contaminación por microplásticos es cada vez mayor: hasta 121.000 partículas ingresan al cuerpo humano cada año
Lo que comemos, bebemos e incluso tocamos puede estar lleno de diminutas partículas. La contaminación por microplásticos ya es parte de nuestra vida cotidiana y sus efectos en la salud siguen siendo un misterio.
La contaminación por microplásticos muestra la crisis ambiental y sanitaria global que ya no se limita a los océanos o al suelo: está presente en el agua que bebemos, los alimentos que consumimos e incluso en órganos humanos.
Varios estudios advierten que miles de estas diminutas partículas entran en el organismo cada año a través de productos de uso diario, sin que la población sea plenamente consciente del riesgo.

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Exposición constante e inevitable
De acuerdo con dos informes de la Plataforma de Acción sobre los Plásticos (NPAP Colombia), elaborados con el apoyo del Ministerio de Ambiente, el Foro Económico Mundial y WWF, una persona puede ingerir entre 74.000 y 121.000 partículas al año por medio de su dieta habitual. La investigación detectó microplásticos en productos tan comunes como el arroz, la sal, el té, la miel, el azúcar y el agua embotellada.
La contaminación por microplásticos ocurre en distintas etapas de la cadena alimentaria: desde la absorción por parte de las plantas hasta la bioacumulación en los tejidos de animales marinos. También se produce durante el procesamiento industrial, el envasado y la preparación doméstica de los alimentos.
- El arroz contiene entre 2,3 y 6,3 microplásticos por gramo.
- Una bolsita de té sintética puede liberar hasta 11.600 partículas por taza.
- El agua embotellada presenta hasta 314 partículas por litro.
- La sal de mesa alcanza 680 microplásticos por kilogramo.
De la cocina al organismo
La exposición a la contaminación por microplásticos no se limita al contenido de los alimentos. Un informe del Instituto Noruego para la Investigación del Agua de 2024 demostró que utensilios de cocina, tablas de cortar, envases y recipientes liberan miles de partículas con cada uso. Por ejemplo, un recipiente plástico calentado en microondas puede liberar hasta 4,22 millones de microplásticos en tres minutos.

Asimismo, estudios de la Universidad de Washington advierten que utensilios antiadherentes, esponjas de limpieza y botellas reutilizables son fuentes constantes de contaminación. Incluso el simple acto de abrir una botella de agua puede generar 553 partículas por litro, según el Fondo Mundial para la Naturaleza.
El problema no termina en la cocina. Investigaciones de la Universidad Nacional de Colombia encontraron microplásticos en la sangre, la placenta y el cordón umbilical de mujeres gestantes en Manizales. Según la investigadora María Valentina Suárez, estas partículas pueden afectar el sistema inmunológico, aumentar el riesgo de preeclampsia y restringir el crecimiento fetal.
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Riesgos para la salud pública debido a la contaminación por microplásticos
La contaminación por microplásticos plantea interrogantes sobre sus efectos en la salud humana. Un estudio publicado por la Universidad de Yale advierte que estas partículas actúan como vehículos de sustancias tóxicas, incluidos metales pesados y disruptores endocrinos, con potencial de causar alteraciones reproductivas, neurológicas y metabólicas.
Además, se ha detectado plástico en órganos vitales como el cerebro, el corazón, los pulmones y la placenta. Aunque algunos científicos sugieren que pueden permanecer inertes en el cuerpo, no existe consenso sobre su acumulación a largo plazo ni sobre los posibles efectos crónicos.
Los alimentos marinos son especialmente vulnerables. Investigaciones del NPAP Colombia identificaron microplásticos en especies como el bocachico, el bagre rayado y el pargo lunarejo, lo que indica que la bioacumulación puede escalar a lo largo de la cadena trófica.

El desafío global sin solución inmediata
Reducir la contaminación por microplásticos requiere acciones que van más allá del ámbito doméstico. Expertos del Instituto Noruego señalan que el plástico sigue siendo un material barato y ampliamente utilizado, por lo que su presencia en la cadena alimentaria es prácticamente inevitable. Algunas medidas pueden reducir la exposición, aunque no eliminarla:
- Lavar el arroz, el pescado y la carne puede disminuir la cantidad de microplásticos entre un 20% y 40%.
- Usar filtros de agua simples puede eliminar hasta el 90% de las partículas.
- Sustituir utensilios de plástico por vidrio o acero reduce el riesgo de liberación.
Más allá de esto, el uso masivo del plástico, incluso en envases biodegradables, sigue generando partículas diminutas que terminan en el ambiente y en el cuerpo humano.
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