Limón Tahití: ¿un pequeño con pasos de gigante?

En 2020, Asohofrucol, la organización gremial que representa los intereses de los productores hortifrutícolas colombianos, registró 3.733 hectáreas sembradas de limones Tahití, repartidas entre los departamentos de Santander, Antioquia, Tolima y Risaralda. Según Francisco Arias, experto en mercados internacionales y empresas rurales, esta clase de limón, también conocido en el mundo como lima ácida Tahití, limón persa o limón sutil, es, entre todos los limones, «el fruto de exportación». Aunque representó solo el 0,55% de las exportaciones agropecuarias colombianas en 2020, el limón Tahití es la tercera fruta más exportada, después del banano/plátano (2.164.669,2 toneladas) y del aguacate (75.702 toneladas).
Conozca las exportaciones de limón tahití a 2022: El limón tahití colombiano continúa imparable
Según MinComercio, en 2020, el limón Tahití representó el 52% de los cítricos exportados en toneladas (30.646 toneladas) y el 71% en dólares estadounidenses FOB (31,12 millones US$ FOB). De exportar 5.917 toneladas de limón Tahití en 2015, el país alcanzó las 30.646 toneladas en 2020. Arias interpreta este aumento sostenido de las exportaciones como una muestra de que los citricultores «han logrado estándares internacionales de certificación» y de que Colombia «ha encontrado una ruta de calidad».
Actualmente, existe una alta demanda de limones para abastecer los mercados europeos y norteamericanos. Esto se debe, según Arias, a la presencia de esta fruta en preparaciones gastronómicas diversas y a sus propiedades medicinales, derivadas de su alta concentración de vitamina C. Dado el «dinamismo del mercado a nivel nacional e internacional», y a la ausencia de aranceles a las exportaciones colombianas de limones a Estados Unidos y a la Unión Europea, el cultivo del limón es «muy rentable», puntualiza el experto.
No obstante, Arias resalta que, pese a la «evolución importante» que ha experimentado la producción de limones, el país «se encuentra en estado emergente» a nivel internacional. En 2020, México y España lideraron las exportaciones de limones (Tahití y demás), con un poco más de 70.000 toneladas cada uno. Al encontrarse en el puesto 15 entre los exportadores mundiales, Colombia puede considerarse «un jugador marginal todavía», añade Arias.
Para el experto, las exportaciones de limón Tahití van a «mantener una tendencia al alza», pues Colombia podrá aprovechar «las limitaciones que tienen algunos países para ampliar la extensión de cultivos», como es el caso de México, donde la producción «se viene estancando desde hace algunos años». Además, a diferencia de los productores centroamericanos, Colombia no tiene estaciones, de manera que puede «exportar limones en aquellas ventanas [de tiempo] en las que esos países no pueden exportar».
Por su parte, el ingeniero agrónomo de Asohofrucol, Daniel Alvarado, agrega que la lima Tahití tiene la ventaja de «iniciar producción a los dos años», a diferencia de otros cítricos, como la naranja, que pueden tardar «unos cuatro años». No obstante, advierte sobre los desafíos en materia de sanidad en el cultivo. Si bien hasta el momento la enfermedad Huanglongbing, también conocida como HLB, no invade las plantas Tahití, el cultivo es particularmente «susceptible al virus de la tristeza». Esta enfermedad debilita el árbol, pues hace que «sus hojas se vuelvan muy pequeñas» y que «no produzca más frutas». El virus se transmite a través del insecto Toxoptera citricida y del procedimiento de injerto a la planta, pues suele pasar que «se usen yemas de cultivos contaminados» para realizarlo, precisa el agrónomo. Una vez infectado el árbol, «no existe posibilidad de curarlo». Por lo tanto, Alvarado llama a ser muy precavidos ante el riesgo de que «se disperse el virus».
Ante la vulnerabilidad de los cítricos a plagas y enfermedades, ambos expertos recomiendan cumplir las normas fitosanitarias y trabajar con «viveros certificados». Arias explica que cuidar la sanidad del cultivo permite evitar el cierre de mercados de exportación. Recomienda, también, mejorar la calidad del producto, la red logística y, por ende, la cadena de distribución, con el fin de avanzar en el posicionamiento del país en el mercado internacional. De tomarse en cuenta lo anterior, el país estaría «en camino a convertirse en un gran jugador a nivel internacional», puntualiza Arias.