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miércoles, 11 de diciembre de 2024
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La propuesta de Fajardo en ciencia y tecnología: un paso en firme para salir del atraso

Bernardo Useche, Columnista

Bernardo Useche

Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, PHD en Sexualidad Humana del IASHS de San Francisco, CA y PhD en Salud Pública de la Universidad de Texas en Houston.

Colombia es una paradoja: un país al que por décadas los gobernantes le han concedido mínima o ninguna importancia al avance de la Ciencia y la tecnología y que, sin embargo, cuenta con talento científico y técnico de primer orden, formado aquí y en el exterior. Sergio Fajardo pertenece a ese, aún insuficiente número de científicos. Hizo su doctorado en matemáticas en la Universidad de Wisconsin en Madison, una universidad de excelencia en investigación, que ocupa hoy el puesto 27 entre las 2000 mejores universidades en el mundo. En otras palabras, Fajardo es un político que entiende del tema. 

En nuestro país, en cuanto a la ciencia han predominado la retórica presidencial, las comisiones de sabios cuyas conclusiones no se ponen en práctica; los documentos de política pública bien elaborados pero escritos en letra muerta, los infaltables documentos CONPES, entre otros artificios para aparentar que se le da el lugar que le corresponde a la Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI). 


La realidad es la de una raquítica financiación y la consecuente precariedad en infraestructura, laboratorios, apoyo a los investigadores y la muy pobre articulación de la CTI con la producción agrícola e industrial. Colombia debe ser el único país donde se crea un Ministerio de Ciencias y, a continuación, en lugar de aumentar el presupuesto para este sector, se le reduce. En este año 2022 el presupuesto nacional para CTI se redujo en 20% con respecto al año anterior. 

La desfinanciación ha ido de la mano con una política de CTI que promueve un tipo de innovación que no se sustenta en desarrollos nacionales de la ciencia y la tecnología. En consonancia con las políticas globales de libre mercado, se considera que el conocimiento científico debe importarse. Según esta tesis, que, por supuesto pocos se atreven a presentarla de esa manera, no es necesario que Colombia invierta grandes recursos en ciencia y tecnología, dado que los países de alto desarrollo y las corporaciones trasnacionales producen y proveen ese conocimiento.  

El problema reside en que el reducido tamaño de la economía empresarial nativa no permite grandes avances en “innovación”. Según el Índice Global de Innovación, Colombia permanece estancada en el lugar número 65 entre 127 países y al presentar el Ranking de Innovación 2021 los funcionarios de la ANDI reconocen que los emprendimientos de las empresas se orientan básicamente a “…buscar sobrevivir en el mercado” y que “…se hace difícil acceder a laboratorios y equipos especializados, no hay mercados que apropien la innovación en Colombia, no se encuentran suficientes proveedores tecnológicos del país y es difícil negociar con los que hay en el resto del mundo” (ver enlace).

En este contexto, el programa de Sergio Fajardo en Ciencia, Tecnología e Innovación parte de un diagnóstico objetivo y hace propuestas viables y concretas (ver enlace). Plantea un acuerdo entre gobierno, empresarios, la academia y sectores sociales interesados para diseñar e implementar una estrategia que permita aumentar progresivamente la financiación en CTI. Propone un cambio en la política de CTI vigente que incluye revisar la ley 2162 de Ciencia y Tecnología, ampliar oportunidades de formación de científicos; promover, siguiendo el modelo europeo, la investigación científica de excelencia; repatriar cerebros fugados, vincular un número significativamente mayor de científicos al sector empresarial, y dotar al sistema de ciencia de direcciones colegiadas y de una estructura administrativa eficiente.   

Se destaca en el programa de Fajardo la creación de cinco grandes Centros de Ciencia y Tecnología focalizados en: agro, manufactura, energías y cambio climático, bioeconomía y salud. En este último, se considera fundamental la investigación tendiente a fortalecer la producción de la industria farmacéutica nacional. Estos centros se financiarán y serán organizados a partir de las lecciones aprendidas en los centros ya existentes en universidades, empresas como Ecopetrol (Instituto Colombiano del Petróleo), hospitales o en las pocas instituciones dedicadas exclusivamente a la investigación científica. Estos centros de investigación necesarios y viables se constituirían en el motor para dinamizar la generación de conocimiento científico y la tecnología en torno al desarrollo económico y empresarial del país.


El atraso científico y tecnológico del país es enorme y sus causas muy complejas. Nada, y mucho menos en ciencia, se resuelve de la noche a la mañana. Las reformas en CTI que emprenderá el gobierno de Fajardo de ser elegido presidente, constituirán sin duda, unos primeros pasos firmes en la dirección correcta.