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viernes, 29 de marzo de 2024
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Reciclemos nuestras mentes…. urgente hacerlo

Cámara Ambiental del Plástico, Columnista

Cámara Ambiental del Plástico

La Cámara Ambiental del Plástico representa a más de 100 empresas del sector polietileno, poliestireno, polipropileno y poliuretano, fabricantes de productos plásticos, maquinaria, equipos y aditivos para la industria y comercio en Colombia.

Hace 150 años, el ser humano cambió la forma como conservaba y empacaba los productos que comerciaba y generó la época de crecimiento económico, expansión productiva y mejora de la calidad de vida más grande registrada en los libros de historia. De repente y en unas pocas décadas, un comercio paquidérmico de unos pocos productos mineros y agrícolas se convirtió en un maremágnum de objetos en multitud de tamaños y formas. Esto ocasionó un aumento inusitado de la cantidad de elementos que un ciudadano del común podía utilizar y convertir en basura en un periodo de tiempo muy corto.  

La canasta básica familiar, que hoy define el gobierno como esencial, contiene artículos que los grandes personajes del pensamiento político, ético y social de nuestro país no conocieron, por lo que mucho menos pudieron reflexionar sobre la mejor forma para regularlos y adaptarlos a nuestro entorno. Como ejemplo, el doctor Luis Carlos Galán Sarmiento, contemporáneo de muchos de los lectores de este artículo, con ideales y filosofía que hacen parte activa de la vida política nacional, jamás conoció un teléfono inteligente y dudo que poseyera un teléfono celular; esa conectividad inmediata cambió de manera profunda el comportamiento, pensamiento y actuar de los ciudadanos del país. Los doctores Rafael Núñez Moledo y Mariano Ospina Rodríguez nunca consumieron agua en botella PET y el problema de los rellenos sanitarios no ocupó espacio en sus problemas de Estado. Sin embargo, aún hoy esperamos que su pensamiento y sabiduría nos tracen un futuro político y social superior. Como toda discusión, la vida cambió en formas que aún empezamos a entender y modificar. Nuestro entorno cambió más rápido que nuestra biología y mente. 


Al surgir los primeros consumibles de corta duración empacados en envases no retornables, los humanos pensamos que eran transitorios y procedimos a buscar formas de deshacernos de aquello que considerábamos inútil.  

En ese momento, las autoridades locales se ingeniaron el servicio público de aseo, vehículos recolectores y rellenos sanitarios donde dejábamos atrás todo lo que un propietario NO quería UTILIZAR.  La cantidad de materia que día a día queríamos disponer alcanzó cifras extraordinarias en el planeta y en Colombia.

Solo los ciudadanos de Bogotá disponen 6 millones de kilogramos de materiales diariamente. Paradójicamente, días antes de que aparecieran esos millones de kilogramos de residuos diarios, en algún lugar del mundo, estos materiales se convirtieron en un  tesoro cuya más mínima pérdida define su éxito económico. Algunas de las preocupaciones recurrentes de la sociedad y pensadores son la carencia de recursos naturales que pueden sufrir nuestros herederos, el cambio climático y que no tengamos suficiente espacio para almacenar las basuras, entre otros. La descripción anteriormente expuesta nos deja uno de los retos más apasionantes a los que se ha enfrentado el ser humano. 

¿CÓMO APROVECHAR TODOS ESTOS MATERIALES DE NUEVO?  

Albert Einstein reflexionó: “El mundo que hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No se puede cambiar si no lo hacemos con nuestra forma de pensar”.  Hoy quiero invitar a todos los ciudadanos a que reciclemos nuestras mentes, igual que estamos haciéndolo con algunos materiales. 


Nuestras discusiones no deben estar centradas en las prohibiciones de nuestros logros tecnológicos. Por ejemplo, el mundo, a partir del descubrimiento de la energía nuclear, tiene solucionado el problema de demanda energética por muchos siglos de la forma más eficiente y amigable con el medio ambiente conocida. Sin embargo, la hemos satanizado a partir de preceptos mentales y sociales sin el rigor de los datos.

Algunos intelectuales, sin mucho rigor científico, declararon enemigo ambiental los materiales plásticos, pero, al mismo tiempo, nunca un material había realizado tantos aportes al desarrollo humano con tan poca huella ambiental como este. El desarrollo de la industria petroquímica es uno de los grandes logros de la humanidad.  

El verdadero reto que tenemos por delante es que cambiemos nuestra forma de pensar y nos ingeniemos cómo reutilizar esa cantidad de kilogramos que en nuestra mente pasan de útiles a inútiles en cuestión de segundos. Solo esa acción mental y sus correspondientes consecuencias harán cambiar nuestra relación con los residuos. Si la humanidad lograra este cambio de comportamiento, nuestra especie lograría horizontes de desarrollo tecnológico tan impensados que las preocupaciones medioambientales actuales serían objeto de burla y asombro para nuestros descendientes. Ya Albert Einstein nos advertía: “Triste época la nuestra, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. 

Diego Guzmán

Miembro de Junta Directiva