¿El salario mínimo 2026 podría subir por debajo de la inflación? preocupa productividad negativa
La productividad es un factor clave en la fórmula técnica con la que se define el salario mínimo 2026 y este año podría ser negativa. ¿Qué pasaría entonces con el aumento?
Andrés Langebaek, economista de la Universidad de los Andes y ex vicepresidente de Anif, alertó en su cuenta de X que la productividad media del trabajo podría ser negativa este año.
Así, la discusión del salario mínimo 2026 vuelve a poner sobre la mesa un punto sensible: la productividad laboral. Si este indicador resulta negativo, la fórmula técnica que orienta el cálculo del aumento podría arrojar un incremento por debajo de la inflación. Pero ¿esto es posible?
A continuación, le contamos si el alza del salario mínimo 2026 podría ser inferior a la inflación (IPC) de 2025, en caso de que la productividad tenga valores negativos.
El proceso de negociación y el rol de la fórmula
Cada diciembre, el Gobierno, las centrales obreras y los gremios empresariales se reúnen en la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales para definir el aumento del salario mínimo. Si no hay acuerdo antes del 30 de diciembre, el Gobierno debe fijarlo por decreto.
Para ello, la ley (Ley 278 de 1996) y la jurisprudencia constitucional establecen que el incremento debe basarse en los siguientes factores:
- La inflación del año que termina (IPC).
- La meta de inflación del año siguiente, fijada por el Banco de la República.
- La productividad acordada por el comité tripartito, conformado por el Gobierno, las centrales obreras y los gremios.
- La contribución de los salarios al ingreso nacional.
- El desempeño del Producto Interno Bruto (PIB).
Estos factores se combinan para orientar la decisión del aumento del salario mínimo.

¿Por qué la productividad es tan determinante?
En la práctica, la fórmula utilizada en las mesas ha sumado en los últimos años:
Inflación + Productividad + Contribución salarial
Así ocurrió, por ejemplo, en el aumento para 2025, cuando del análisis técnico resultó un incremento del 9,53%, combinando inflación estimada, productividad y participación salarial en el ingreso nacional.
Sin embargo, si la productividad laboral resulta negativa, el componente “productividad” restaría al total.
Ejemplo hipotético para 2026
- Inflación (IPC) estimada de 2025: 5%
- Productividad: -1%
Resultado técnico posible: 5% + (-1%) = 4%. Es decir, un aumento por debajo de la inflación.
La duda cobra fuerza con la gráfica que compartió Langebaek en su cuenta de X, en la que puede verse que la productividad media del trabajo sería negativa este año, como ocurrió en 2022 y 2023, cuando el país luchaba por salir a flote después de la crisis que se generó por la pandemia de Covid 19.
Aquí aparece el límite constitucional
Por fortuna para los trabajadores, la Constitución y la jurisprudencia han dejado claro que el salario mínimo debe garantizar, como mínimo, el poder adquisitivo de los trabajadores. Esto significa que el Estado está obligado a garantizar la capacidad de compra del salario mínimo, incluso si las variables económicas indicarían un aumento inferior.
Así, aunque la fórmula permitiría un aumento menor al IPC, la Corte Constitucional ha establecido que la prioridad no es la fórmula como tal, sino el carácter del salario mínimo como:
- Remuneración mínima vital y móvil (Art. 53 C.P.).
- Protección especial al trabajo (Art. 25 C.P.).
En palabras simples:
Si el salario mínimo sube menos que la inflación, los trabajadores pierden capacidad real de compra. Y eso convertiría el mínimo en insuficiente para vivir dignamente, lo cual es inconstitucional.

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Entonces, ¿puede el salario mínimo 2026 subir por debajo del IPC?
Matemáticamente, sí. La fórmula podría dar ese resultado si la productividad es negativa. No obstante, legal y constitucionalmente, no. El Gobierno debe garantizar que el salario mínimo no pierda valor real.
Por eso, incluso con productividad negativa, el aumento del salario mínimo suele ubicarse al menos igual a la inflación, e idealmente apenas por encima, para proteger el consumo básico de los hogares.
Lo que sí cambia con productividad negativa
Si la productividad cae, se reduce el margen para aumentos significativamente superiores a la inflación. Este es efectivamente el argumento de Andrés Langebaek, quien señaló en su trino que “la caída estimada en la productividad media del trabajo para este año” efectivamente es “uno de los ingredientes que debería justificar un menor incremento en el salario mínimo para 2026”.
En ese contexto, es de esperar que la posición empresarial gane fuerza en la mesa de negociación y que las centrales obreras pongan la lupa en el costo de vida, la canasta familiar y la garantía constitucional del mínimo vital.
Lo que está en juego en la negociación del salario mínimo 2026 es el sustento de 3,3 millones de trabajadores que ganan exactamente un salario mínimo. Así mismo, el incremento del salario mínimo jalona los ingresos de más de 10 millones que ganan menos de uno. También impacta positivamente en el consumo de bienes básicos que sostiene comercio, servicios y microempresas.
Finalmente, es importante notar que, si bien la productividad y la inflación son la base técnica, el incremento final del salario mínimo es un resultado de la negociación política entre el Gobierno, los gremios (empresarios) y los sindicatos (trabajadores), marcada por las diferentes manera de entender el funcionamiento macroeconómico del país.
La mesa de concertación comienza con un ambiente encendido
El ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, confirmó que la Comisión Permanente de Concertación iniciará sesiones a comienzos de diciembre. La intención declarada por el Gobierno es mantener la tendencia de los últimos años: un aumento real, es decir, por encima de la inflación, para fortalecer la capacidad de compra y el consumo interno.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, afirmó públicamente que el Gobierno proyectaría un incremento cercano al 11%, lo que llevaría el salario mínimo 2026 a $1.800.000.
Por su parte, los gremios empresariales consideran que la negociación del salario mínimo 2026 ya está inclinada políticamente. Fenalco anunció que podría no participar, alegando que el Gobierno “ya tomó la decisión sobre el incremento”. La ANDI dijo que asistiría “solo si hay debate real”, y no una formalidad.
Ante esto, Sanguino respondió directamente: “Dejen la cobardía y concurran al debate. Discutamos de frente, como corresponde a un país democrático”. El llamado fue reforzado por el argumento de “egoísmo inteligente”: si los trabajadores ganan más, consumen más, y eso impulsa la demanda interna, la producción y el empleo.
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