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domingo, 14 de diciembre de 2025
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Salario mínimo Colombia 2026: la cifra que ya ronda el Gobierno y el dato oculto que podría cambiarlo todo

salario mínimo Colombia 2026: debate por aumento de doble dígito choca con productividad laboral estancada, riesgos para empleo y competitividad.

salario mínimo Colombia 2026

La negociación del salario mínimo Colombia 2026 arrancó con un ambiente enrarecido y señales explícitas de fractura en el diálogo social. Mientras el Gobierno y las centrales obreras insisten en un aumento cercano al 11%, que dejaría el salario mínimo alrededor de $1.580.000 sin auxilio de transporte, los gremios alertan riesgos sobre el empleo, la informalidad y la competitividad, en un país donde la productividad laboral sigue estancada. 

En Colombia, la discusión del salario mínimo rara vez se define únicamente por criterios técnicos. Esta vez, además, llega atravesada por un clima político preelectoral y una relación cada vez más desgastada con los gremios. En ese contexto, el debate dejó de ser una simple disputa por “cuántos puntos subir” y comenzó a cuestionar si la economía realmente tiene la base suficiente para sostener un incremento de esa magnitud.


Productividad laboral: el dato técnico que podría cambiar todo el debate

Colombia registra la productividad laboral más baja entre los países miembros de la OCDE, a pesar de ser también uno de los que más horas trabaja al año, con cerca de 2.300 horas por trabajador. Esto significa que, aunque las personas dedican mucho tiempo al trabajo, el valor económico que producen por cada hora es muy reducido. 

En cifras, un trabajador colombiano genera en promedio US$21,35, mientras el promedio de la OCDE supera los US$70,6. En otras palabras, el esfuerzo no se traduce en mayor producción, lo que revela un problema estructural más profundo.

Gran parte de ese bajo desempeño se relaciona con la persistente informalidad laboral y la concentración de la economía en sectores de baja productividad. Cuando muchos trabajadores operan bajo esquemas informales, hay menor inversión en capacitación, tecnología o mejoras de procesos, lo cual limita la productividad individual. 

Además, la predominancia de actividades de escaso valor agregado impide que la productividad agregada del país se acerque a estándares internacionales. En ese contexto, un aumento del salario mínimo sin un salto en productividad real difícilmente resultará en un bienestar sostenible.

Entender esta brecha es fundamental. Un incremento significativo del salario sin una mejora real de la productividad puede traducirse en mayores costos para las empresas, presiones inflacionarias, restricciones en contratación y nuevas barreras para la formalización. En consecuencia, el debate debería partir del dato técnico que hoy muchos pasan por alto: sin productividad, los aumentos altos del salario mínimo pueden ser más simbólicos que sostenibles.


Trabajadores en una pequeña empresa colombiana, sector más afectado por un aumento de doble dígito del salario mínimo 2026.
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Un arranque accidentado: retiro de Fenalco y deterioro del diálogo social

La controversia se agudizó con la decisión de Fenalco de retirarse de la mesa de concertación. Su presidente, Jaime Alberto Cabal, argumentó que el Gobierno habría enviado señales anticipadas sobre un aumento ya definido en torno al 11%, lo que, a su juicio, vaciaba de contenido técnico la negociación. Funcionarios del alto Gobierno desestimaron la acusación y cuestionaron la salida del gremio, lo que tensó aún más un proceso que, por ley, debe mantenerse tripartito.

Aunque la ausencia de Fenalco no detiene la mesa, sí erosiona el proceso democratico. Dentro del empresariado hay preocupación por el efecto que un aumento alto tendría en un contexto de desaceleración económica, utilidades reducidas y márgenes estrechos para micro y pequeñas empresas que concentran buena parte de los empleos formales del país.

Más allá del porcentaje: los factores técnicos que deberían guiar la negociación

Aunque la opinión pública se concentra en el número final, la discusión del salario mínimo exige mirar variables estructurales. La primera es la inflación proyectada para 2026: si continúa su tendencia a la baja, un aumento muy superior al índice podría generar un desajuste entre salarios y el comportamiento real de la economía. La segunda es la ya mencionada productividad laboral, indispensable para garantizar aumentos sostenibles y evitar presiones sobre costos y precios.

Un tercer elemento es el impacto sobre las micro y pequeñas empresas, que son quienes pagan la mayoría de salarios mínimos. Para estos negocios, un incremento de doble dígito puede significar menores contrataciones, freno a la formalización, sustitución de mano de obra por tecnología o incluso cierres en sectores con márgenes muy ajustados.

Primer plano persona utilizando calculadora con un lápiz.
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Qué puede pasar: los escenarios hacia el cierre del año para el salario mínimo Colombia 2026

La Comisión de Concertación tiene plazo hasta mediados de diciembre para lograr un acuerdo. Si no ocurre, el presidente deberá fijar el aumento por decreto antes del 30 de diciembre. Los escenarios son tres: un acuerdo tripartito, que hoy se ve poco probable; un acuerdo entre Gobierno y centrales obreras, que podría ser presentado como concertado aun sin respaldo empresarial; o un decreto presidencial, que siempre deja heridas políticas y económicas abiertas.


Cada camino tiene costos y consecuencias distintas para el empleo, la inversión y la confianza entre actores económicos.

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