El TLC con la Unión Europea necesita una revisión realista y una agenda productiva que responda a las asimetrías existentes
María Alejandra Osorio
Directora ejecutiva de ACOPI Bogotá-Cundinamarca.
ACOPI asistió a la reunión de los Grupos Consultivos Internos del Acuerdo Comercial entre la Unión Europea y los países andinos, realizada en Lima. Allí, en medio de debates sobre sostenibilidad, comercio y transición verde, quedó claro algo que desde el empresariado colombiano venimos advirtiendo desde hace años: el TLC con la Unión Europea ya no opera bajo las mismas reglas ni las expectativas con las que fue firmado hace más de una década. Hoy, la realidad es muy diferente.
TLC con la Unión Europea y límites para las mipymes exportadoras
La Unión Europea avanza en una regulación verde ambiciosa. Entre ellas se encuentran el Reglamento de Productos Libres de Deforestación (EUDR), el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) y la Directiva de Debida Diligencia Empresarial en Sostenibilidad (CSDDD). Estas normas redefinen de manera unilateral las condiciones de acceso al mercado europeo y crean barreras no arancelarias que nunca fueron contempladas en la negociación original del tratado.
Todos compartimos la urgencia climática, pero es evidente que estas nuevas exigencias superan la capacidad técnica y financiera de la mayoría de las mipymes exportadoras, las mismas que ya enfrentan brechas en tecnología, certificaciones y financiamiento. Pretender que un pequeño productor colombiano cumpla con trazabilidad satelital, verificaciones de no deforestación o reportes de carbono al nivel de una corporación europea es desconocer la realidad productiva de nuestra región.
En este debate conviene recordar que América Latina asume sus compromisos globales en sostenibilidad bajo el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. No contamos con la misma base tecnológica ni con recursos equivalentes a los de los países desarrollados, por lo que la adopción de estándares idénticos debe considerar estas asimetrías y ofrecer una cooperación real y proporcional a los desafíos que enfrentamos.
Secretaría técnica y el desarrollo de agendas productivas
Durante la reunión, en representación de ACOPI, defendimos dos propuestas que finalmente quedaron incluidas en la declaración conjunta. La primera fue la necesidad de que cada país andino adopte una agenda productiva nacional, capaz de evaluar impactos, fortalecer capacidades y acompañar la adaptación a los nuevos requisitos europeos.
El TLC con la Unión Europea, lejos de limitarse a obligaciones comerciales, debe contar con mecanismos de evaluación que permitan corregir las asimetrías existentes y mejorar la competitividad de ambas partes, en lugar de imponer restricciones que recaen con mayor severidad sobre los países andinos.
La segunda propuesta fue la creación de una Secretaría Técnica permanente para los Grupos Consultivos Internos. Hoy trabajamos con información dispersa, recursos insuficientes y poca capacidad de seguimiento. El diálogo con la Unión Europea necesita una estructura profesional y estable que permita análisis rigurosos, monitoreo continuo y transparencia en la implementación del acuerdo.
La deuda con el desarrollo productivo
Más allá de los avances institucionales, la reunión también obligó a reconocer que el TLC con la Unión Europea no ha cumplido las expectativas en materia de desarrollo productivo para Colombia. No logramos diversificar exportaciones ni fortalecer la industria, ni consolidar empleos de mayor valor agregado. Seguimos dependiendo de materias primas para acceder al mercado europeo.
Colombia necesita combinar comercio con una política industrial moderna, acompañada de cooperación internacional efectiva y de un Estado capaz de apoyar a sus empresas en esta transición. Si no cerramos las brechas tecnológicas, financieras y productivas, seguiremos reaccionando a normas externas sin construir competitividad desde dentro.
El encuentro en Lima dejó una ruta clara: fortalecer capacidades productivas, consolidar el diálogo institucional y exigir mecanismos de transición que respeten las diferencias entre regiones. La sostenibilidad es necesaria, pero sólo será justa si no deja atrás a quienes ya operan en desventaja.
Ese es el desafío que debemos asumir con seriedad y visión estratégica.
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