4 problemas graves que deberá enfrentar el nuevo gerente de la Federación de Cafeteros

Para nadie es un secreto que, durante décadas, la caficultura sostuvo la economía colombiana y le permitió al país hacerse un nombre a nivel internacional.
Como vocera del sector, la Federación Nacional de Cafeteros ha tenido un peso político y económico importante, y hasta hasta hace no tanto fue un actor de primera en los procesos de modernización de al menos una decena de departamentos. Sobre todo en los buenos años de la caficultura, escuelas, carreteras y acueductos se hicieron con patrocinio de los cafeteros.
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Si bien la economía cafetera ya no es lo que era antes, y hoy el café comparte su protagonismo con otros sectores económicos, sigue siendo muy importante para el país. Muestra de ello es el interés que ha suscitado la elección del nuevo gerente del gremio, que deberá representar a las 540.000 familias que se dedican a la producción del grano en Colombia y sortear varios desafíos, de cuyo resultado dependerá el futuro de la caficultura en el país. Estos son cuatro de ellos:
1. Frenar la caída de la producción de café en Colombia y ojalá aumentarla
En 2022, la producción nacional de café cerró en casi 11,1 millones de sacos de 60 kilogramos, es decir, 12% menos que los casi 12,6 millones de 2021. Aunque la Federación le atribuyó este resultado al “exceso de lluvias debido a un prolongado fenómeno de La Niña en los últimos dos años y medio”, lo cierto es que en los últimos años la producción viene presentando, aunque con altibajos, una tendencia a la baja que se explica en parte por el envejecimiento de los plantíos.
Ligado a lo anterior, se tiene que, en 2022, las exportaciones de café también disminuyeron. En este caso, la caída fue del 8% en comparación con el año anterior. Esto significa que, de vender más de 12,4 millones de sacos de 60 kg de café verde en los mercados externos en 2021, se pasó a enviar un poco más de 11,4 millones en 2022.
La renovación de cafetales —otro desafío mayúsculo que seguramente requerirá el respaldo del Estado, como ha ocurrido en el pasado—, el aumento del consumo interno de café —y de origen colombiano, pues actualmente cerca de 5,5 de cada 10 tazas de café que se toman en el país son preparadas con café importado— y el fortalecimiento de medidas existentes como la garantía de compra, pueden ser herramientas importantes para persuadir a productores antiguos y potenciales de apostarle a la economía cafetera. Pero, en todo caso, si los precios no resultan atractivos o al menos remunerativos, es de esperar que la producción se mantenga a la baja.
2. Abordar la escasez estacional de mano de obra
Desde hace años, parte de los caficultores dueños de fincas se quejan por la escasez de mano de obra temporal, lo que afecta los procesos de cosecha.
Esta problemática tiene que ver con la migración rural-urbana que experimenta el país desde hace décadas y con el preocupante envejecimiento de la población rural, pero también con las difíciles condiciones laborales de estos trabajadores, que los llevan a preferir otras opciones de empleo. Y, si no fuera por la mano de obra venezolana, la situación sería aún más complicada.
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Al nuevo gerente le corresponderá liderar la discusión con el Estado, los empleadores y los trabajadores sobre cómo garantizar la seguridad social de los obreros del sector, y en especial de los trabajadores temporales de cosecha, conocidos en las zonas cafeteras como andariegos.
El tema resulta espinoso, pues se requiere que los ingresos de los campesinos, indígenas y empresarios que contratan trabajadores sean suficientes para cubrir este rubro que, en términos prácticos, será un nuevo costo de producción. Y, a la vez, se necesita que las condiciones de cotización respondan a la flexibilidad propia de trabajos que se caracterizan por ser temporales y altamente móviles.
3. Capotear la caída de los precios internacionales del grano
Si bien los precios del café de los últimos años están lejos de los que ha habido en el pasado, estos presentaron un alza que llevó a muchos a hablar de buenos precios e incluso de bonanza.

Pues bien, sea que se consideren altos o que se plantee que son insuficientes para remunerar adecuadamente a los productores, lo cierto es que los analistas coinciden en que vienen nuevas caídas en las cotizaciones internacionales del café.
Al nuevo gerente le corresponderá definir si trabaja con los países productores en la creación de una organización internacional que represente sus intereses o si toma otras iniciativas tendientes a presionar al alza los precios internacionales. Y, en todo caso, deberá conducir a la caficultura colombiana a buen puerto en un contexto de vacas flacas.
4. Resolver el lío de los contratos de venta de café a futuro
Estos contratos se han vuelto un dolor de cabeza para los distintos actores del sector: los productores, las cooperativas, el Fondo Nacional del Café y la Federación Nacional de Cafeteros.
Los incumplimientos de algunos productores, ante factores como el aumento de los costos de producción, el endeudamiento y la diferencia entre el precio pactado y el que rige al momento de tener que entregar el grano, les han traído graves problemas a las cooperativas y a la Federación Nacional de Cafeteros.
Asimismo, han tenido un grave costo reputacional y han generado pérdidas multimillonarias al Fondo Nacional del Café —según el diario El País de España estas ascenderían a $500.000 millones—, cuyos recursos públicos son administrados por la FNC.
El nuevo gerente deberá definir si se siguen incentivando las ventas de café a futuro y, de ser así, en qué condiciones.
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