¿Los pobres no usan gasolina? La verdad detrás del IVA a la gasolina en Colombia

Andrés Pachón
Abogado investigador, magíster en Derecho Público con experiencia en litigio estratégico. Medio ambiente, derechos y desarrollo. Twitter: @AndresPachonTor
El espíritu del exministro Carrasquilla pareciera haberse tomado el cuerpo del presidente Petro. Sin despeinarse, el Presidente dijo una de las peores mentiras que se la ha escuchado hasta el momento:
“Le ponemos impuestos a la gasolina, sí, pero el pobre no usa casi gasolina. El que más usa gasolina es el de las 4 puertas”.
La frase ha generado indignación y no es para menos. Aquí les explico, con datos y ejemplos concretos, por qué el IVA a la gasolina en Colombia es un golpe directo a las clases medias y populares, y por qué se trata de un impuesto regresivo e injusto.
Tener carro dejó de ser un lujo
En Colombia, tener carro ya no es sinónimo de riqueza. Más del 90% de los vehículos matriculados pertenecen a personas de estratos 1, 2, 3 y 4, según cifras del DANE. Para miles de familias, el carro no es un lujo: es la herramienta para trabajar, llevar a los hijos al colegio, transportar mercancías o moverse en zonas donde el transporte público es deficiente.
Los impuestos a la gasolina no afectan a una élite con camionetas blindadas, sino a miles de taxistas, conductores de plataformas, empleados de reparto, acarreos, trabajadores informales y familias enteras que dependen de su carro para sobrevivir.
Ni Ducati ni BMW: las motos de los pobres también usan gasolina y son millones
Según el RUNT, en Colombia circulan cerca de 12 millones de motocicletas, y son el vehículo más popular del país. El 97% tiene motores menores a 200 centímetros cúbicos, es decir, motos de baja gama. Y el 95% de sus dueños pertenecen a los estratos 1, 2 y 3.
Son estas motos —AKT, Suzuki, Bajaj— las que vemos en ciudades intermedias, pueblos y ciudades. Son herramientas de trabajo para mensajeros, domiciliarios, mototaxistas, trabajadores, estudiantes y campesinos. Todas consumen gasolina.
Decir que los pobres “no usan gasolina” es ignorar la realidad de millones de colombianos que dependen de estas motos para llevar el sustento a casa o movilizarse.
Transporte público y pasajes más caros
El impacto del IVA a la gasolina y al Diesel no se limita a quienes tienen vehículo propio. El transporte público también se encarece.
- Los taxis y mototaxis subirán sus tarifas.
- Los buses urbanos y los sistemas masivos como Transmilenio tendrán que subirle a los pasajes.
- El transporte intermunicipal se vuelve más costoso para estudiantes, trabajadores y campesinos que se movilizan entre pueblos y ciudades.
Y lo más grave: millones de personas que no tienen ni carro ni moto terminarán pagando más para ir al trabajo, a estudiar o a una cita médica.
Alimentos, vestido y canasta familiar: todos pagan más
El Diesel representa alrededor del 40% de los costos de transporte de carga. Cada bulto de arroz, cada kilo de papa, cada cubeta de huevos, cada prenda que llega a los almacenes, depende de camiones y tractomulas que consumen Diesel.
Al ponerle IVA, se encarece el transporte de mercancías y, con ello, la canasta básica. Y este aumento del costo de vida se sentirá con más fuerza en los hogares de ingresos medios y bajos, que destinan hasta el 70% de sus ingresos al consumo de bienes esenciales.
Y no solo hablamos de alimentos: también se afectan productos básicos como ropa, materiales de construcción y medicinas.
No olvidemos al campo: motobombas, guadañas y lanchas
En zonas rurales, la gasolina también es vital para la vida cotidiana. Las motobombas que permiten sacar agua potable, las guadañas que los campesinos usan para limpiar cultivos, las motosierras para labores agrícolas, las lanchas que transportan comunidades enteras en ríos como el Amazonas o el Magdalena son esenciales.
Todos estos equipos funcionan con gasolina, y subir su costo es golpear directamente la productividad campesina y la vida rural.
Un impuesto regresivo: más desigualdad para el país
El IVA a la gasolina en Colombia tiene un problema de base: es un impuesto regresivo. Esto significa que, aunque todos lo pagan, los más pobres destinan un porcentaje mucho mayor de sus ingresos a cubrirlo.
En otras palabras, Luis Carlos Sarmiento Angulo y la familia Gilinski pagarán lo mismo por un galón de gasolina que doña María o don José, pero mientras para los primeros el impacto es irrelevante, para los segundos representa un hueco en el bolsillo, lo que profundiza la desigualdad social, en lugar de corregirla.
¿Quién paga realmente la gasolina?
Desde que comenzó el actual gobierno, el precio de la gasolina pasó de $9.000 a más de $16.000 por galón. Y semejante golpe no lo sienten los ricos con camionetas de lujo; lo sienten las familias que deben escoger entre echarle gasolina a la moto para ir a trabajar o comprar el mercado de la semana.
La narrativa de que los pobres “no usan gasolina” es un discurso mentiroso que busca justificar un aumento de impuestos que profundiza la desigualdad y la injusticia, y que descarga el déficit en el pueblo que el gobierno tanto dice defender.
Con estos impuestos de Petro, los ricos no lloran. En cambio, los pobres y las clases medias sienten como les asaltan sus bolsillos en nombre del gobierno de “El Cambio”.
¡Unámonos, campesinos, estudiantes, transportadores, trabajadores, informales, empresarios y familias de clase media y popular, y rechacemos este abusivo y regresivo impuesto a la gasolina y al diesel! #NOalIVAdelaGasolina.
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