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domingo, 14 de diciembre de 2025
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Al Amazonas solo vienen para la foto

Kevin Murillo, Columnista, Más Colombia

Kevin Murillo

Representante en la Plataforma Departamental Juvenil de Leticia y miembro de Defendamos Nuestra Amazonía.

La reciente controversia por la Isla Santa Rosa en la triple frontera amazónica entre Colombia, Brasil y Perú ha puesto en evidencia cómo la demagogia política puede instrumentalizar territorios ancestrales, poniendo en riesgo décadas de convivencia pacífica y cooperación regional. Desde los acuerdos históricos como el Tratado Salomón-Lozano y el Tratado de Río de Janeiro , se estableció que cualquier nueva isla debía asignarse mediante consenso bilateral. Esto permite mantener el acceso fluvial colombiano al río Amazonas, pieza vital para Leticia, la vida comunitaria y el comercio regional.

El desplazamiento del Amazonas que compromete a Leticia

El problema va más allá del terreno; es también una crisis ambiental. Estudios recientes de la Universidad Nacional de Colombia revelan que la proporción del caudal del río que transita por el lado colombiano ha disminuido del 30 % en 1993, al 19,5 % en 2025. Según la profesora Lilian Posada García, “si no se toma acción inmediata, Leticia dejará de ser una ciudad ribereña; las implicaciones son culturales, económicas y territoriales”.


En paralelo, Santiago Duque, también advierte que “la sedimentación está provocando que el río se mueva hacia Perú y se espera que se aleje de Leticia”. Si no se interviene, el puerto colombiano podría quedar inutilizable durante la mayor parte del año, obligando a los habitantes a caminar varios kilómetros para acceder al río. “Yo lo que digo como académico es que estamos dando los elementos técnicos para que los dos países se sienten y hablen, hay que recuperar el río, hay que hacer obras, sentarse con Perú, porque es un río binacional”, dice.

De la cortina de humo de Petro al cuidado real del Amazonas

Frente a los cambios geográficos del río, corresponde mantener ese acceso vivo, no exacerbar conflictos. En lugar de promover un turismo masivo desordenado o hablar de traer a la OTAN para “cuidar la selva”, el Gobierno debería enfocarse en lo que realmente importa: garantizar agua potable, servicios básicos, salud pública, gestión ambiental sustentable y respeto por las comunidades locales. Así se ejerce soberanía.

Un Estado coherente con su discurso ambiental debe intervenir con obras reales y políticas sostenibles que fortalezcan el bienestar de Leticia y la Amazonía, no con gestos escenográficos poniendo banderas, ni con proyectos foráneos desconectados de la cotidianidad amazónica. Lo que viene sucediendo es una cortina de humo que el Presidente Petro usa en un momento donde la corrupción pulula en su gobierno.

El Amazonas para la foto

La controversia por la isla de Santa Rosa es una oportunidad para repensar nuestra relación con la Amazonía. Se trata de valorar la diplomacia, respetar los protocolos internacionales y defender la historia compartida de la región. Las fronteras amazónicas no se sostienen solo en mapas o tratados, sino en la vida cotidiana de sus habitantes, en sus economías, sus culturas y sus ecosistemas. La situación se debe resolver con mecanismos binacionales que los tratados brindan, y que garantiza a Colombia acceso soberano al río aunque la isla esté en disputa.

Si el presidente Petro ama al Amazonas, debe demostrarlo protegiendo lo esencial, preservando la confraternidad trinacional y atendiendo las necesidades reales de su gente, no aparecer mediáticamente en año preelectoral y venir a Leticia a tomarse la foto y ya, como todos los gobiernos nacionales que han pasado. Se toman la foto en el Amazonas para la prensa internacional y deciden desde Bogotá. ¡Los amazonenses estamos cansados de eso!


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