Colombia tiene la brecha laboral de género más grande en Latinoamérica
Colombia tiene la brecha laboral de género más alta de la región. Aunque las cifras oficiales reflejan una leve reducción en el desempleo de las mujeres, el panorama laboral continúa siendo desigual. Según el más reciente informe de Corficolombiana, «Realidades del mercado laboral», este indicador no ha mostrado mejoras sustanciales en los últimos 18 años.
Una de las desigualdades más marcadas es la brecha de participación laboral, en el primer trimestre de 2025, sólo el 53,2% de las mujeres en edad de trabajar estaban activamente vinculadas al mercado laboral, frente al 76,8% de los hombres. Esto representa una diferencia de 23,6 puntos porcentuales, una de las más amplias en Latinoamérica.
La brecha en la tasa de desempleo también evidencia una desigualdad persistente. En el mismo periodo, el desempleo entre las mujeres fue del 13,9%, mientras que entre los hombres fue del 8,0%. Esta distancia estructural se ha mantenido relativamente estable durante las últimas dos décadas, fluctuando entre 4 y 8 puntos, salvo durante la pandemia.
¿La propuesta de Reforma Laboral sí puede fomentar el empleo de las mujeres?
La reforma laboral que impulsa el Gobierno colombiano contempla una serie de medidas orientadas a reducir la brecha laboral de género en el mercado de trabajo. Entre los cambios propuestos se incluyen la implementación de jornadas laborales flexibles para personas con responsabilidades de cuidado, la formalización del trabajo doméstico y rural, y la ampliación progresiva de la licencia de paternidad hasta 12 semanas en 2026, con el fin de fomentar la corresponsabilidad en el cuidado del hogar.
Sin embargo, expertos advierten que, en un contexto marcado por una tasa de informalidad y una limitada capacidad institucional, estas propuestas podrían resultar insuficientes o incluso contraproducentes para mejorar la brecha laboral de género.
La imposición de nuevas obligaciones para los empleadores, sin una estrategia de apoyo paralela que incluya incentivos, formación o fortalecimiento de la inspección laboral, podría desalentar la contratación, especialmente en sectores vulnerables y de baja productividad.
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Mujeres en Colombia siguen ganando menos que los hombres en el país
A pesar de los avances en educación y participación laboral, las mujeres en Colombia continúan enfrentando una penalización salarial significativa. Según los datos más recientes, el ingreso laboral promedio de una mujer es de $1.710.422, mientras que el de un hombre asciende a $1.832.836, lo que representa una diferencia mensual de $122.414. En términos relativos, las mujeres ganan en promedio un 7% menos.
Lo más preocupante es que más del 50% de la brecha laboral de género no se explica por diferencias en productividad, como nivel educativo, experiencia laboral o tipo de ocupación. La evidencia apunta a barreras estructurales que impiden el acceso de las mujeres a posiciones de mayor remuneración, un fenómeno que la literatura especializada ha denominado “techo de cristal”.
Estas barreras invisibles se ven reforzadas por la sobrecarga de cuidados que recae desproporcionadamente sobre las mujeres. En promedio, ellas dedican 4,3 horas más al día que los hombres a tareas del hogar y al cuidado de hijos o familiares. Esta situación limita su disponibilidad para empleos formales o de tiempo completo, razones que impactan de manera directa la brecha laboral de género.
La desigualdad también se evidencia en los datos de participación laboral, entre las personas que están fuera del mercado laboral, el 72% de las mujeres se dedican a labores del hogar, frente a apenas el 20% de los hombres en esa misma condición.
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Segmentación ocupacional limita el acceso de las mujeres a empleos de calidad
La desigualdad de género en el mercado laboral colombiano no solo se expresa en la brecha salarial, sino también en la segmentación ocupacional. Las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores de baja productividad, con altas tasas de informalidad y escasa protección social.
De acuerdo con los datos más recientes, el 19,8% de las mujeres ocupadas trabaja en el sector comercio, el 18% en administración pública y salud, y el 13,8% en actividades artísticas y de entretenimiento.
Estos sectores, además de ofrecer menor estabilidad y salarios más bajos, suelen estar marcados por una alta rotación, empleo a medio tiempo e informalidad, lo que limita las posibilidades de desarrollo profesional y estabilidad económica.
A esto se suma la desigual distribución del tiempo remunerado. En promedio, las mujeres trabajan casi seis horas menos por semana en empleos remunerados que los hombres. Esta diferencia no se debe a una menor disposición, sino a la carga adicional del trabajo no remunerado.
El impacto de esta desigualdad no es solo individual. La sobrecarga de cuidados y la concentración de las mujeres en sectores precarios afectan directamente su autonomía económica, pero también generan una pérdida significativa de fuerza productiva para el país. Según los analistas, esta situación reduce el ingreso agregado de los hogares y limita el crecimiento económico nacional.
Frente a este panorama, expertos y organizaciones han insistido en la necesidad de diseñar políticas públicas que promuevan la redistribución del trabajo de cuidados, incentiven la inserción de las mujeres en sectores estratégicos y garanticen condiciones laborales equitativas. Estas medidas podrían tener un gran efecto en la brecha laboral de género.
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