Colombia, el país donde la limonada de mango sí existe

Si usted tiene más de 20 años, es muy probable que en su infancia alguna vez le hayan preguntado, ante una solicitud considerada sin sentido o exagerada, si más bien no le provocaba una “limonadita de mango”. En la misma línea de “no cogió ni la última” o “no está ni tibio/a”, pero con un poco más de humor y por qué no de sarcasmo, esta expresión significaba que bajo ninguna circunstancia se obtendría una respuesta afirmativa y que no había para qué rogar.
Durante años, la limonadita’e mango, como se le decía en su versión abreviada, representó el absurdo. Padres, madres y abuelos acudieron a ella cuando sus retoños pidieron un juguete demasiado caro, cuando solicitaron un permiso que no era acorde para su edad o cuando intentaron salirse con la suya en una situación cotidiana inapropiada.
Pues bien, el dicho perdió su sentido, porque la limonada de mango es, hoy, una realidad en Colombia.

Limonada, la bebida con las tres b: buena, bonita y barata
La limonada es una bebida con muchas cualidades: es deliciosa, fácil de preparar y barata. Además, el limón es una fruta que sirve como base para otras preparaciones y la limonada no podía ser la excepción.
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Tal vez la experimentación gastronómica se dio en los hogares para crear sabores distintos que alegraran a las familias, o tal vez se dio en los restaurantes, donde la limonada se ha convertido en una buena alternativa saludable por ser menos costosa que los ya estratosféricos jugos naturales; lo cierto es que en Colombia se consiguen limonadas de todos los colores y sabores. Estas tienen nombres descriptivos que, sin embargo, rayan en el absurdo, como le ocurría a la ya mencionada expresión.
Una de las primeras fue la “limonada de coco”, una versión suave y dulce de la limonada original. Luego siguieron otras variaciones, como la limonada de yerbabuena, la limonada de panela y la limonada cerezada. Desde hace ya un tiempo, la oferta explotó, y los comensales pueden adquirir limonadas de mango, de mango biche, de jengibre, de limonaria, de miel de abejas y hasta de tamarindo.

Como resultado, en una misma mesa podría haber bebidas verdes claras, verdes oscuras, amarillas, blancas, cafés o rojas, y todas podrían ser limonadas. Y así, sin proponérselo, la limonada pasó a representar la diversidad cultural y natural de nuestro país y, de paso, el realismo mágico que lo hizo famoso.

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