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sábado, 27 de diciembre de 2025
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Colombia no produce los minerales que necesita para la transición energética

La transición energética hacia fuentes de energía renovable es un paso fundamental para un futuro sostenible. Sin embargo, presenta un desafío crucial: el almacenamiento de la energía generada por el sol y el viento.
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Las baterías son la piedra angular de la transición energética en Colombia y en todo el mundo. Uno de los problemas de las fuentes de energía renovable basadas en la utilización del sol, el viento u otras fuentes que no dependen de la intervención humana es que requieren de mecanismos de almacenamiento de la energía eléctrica que generan.

El agua, el petróleo, el gas o el carbón ofrecen la ventaja de que se pueden almacenar fácilmente. Así, el día que se necesite se puede generar energía eléctrica simplemente dejando correr el agua, en el caso de las hidroeléctricas, o quemando las existencias, en el caso de las fuentes fósiles.


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Sin embargo, fuentes alternativas como el viento o el sol producen energía de forma intermitente de acuerdo con las condiciones climáticas, de manera que solo se puede almacenar la energía una vez se ha transformado en energía eléctrica.

Esta situación plantea un desafío crucial en el camino hacia la transición energética en el país. La dependencia de minerales importados y la falta de un sistema efectivo de reciclaje de baterías son cuestiones que requieren una reflexión profunda para garantizar la sostenibilidad y la viabilidad a largo plazo de este proceso.

Le contamos cuáles son las principales tecnologías para la fabricación de baterías eléctricas y los retos de Colombia para electrificar su parque automotor.

Tipos de baterías para la transición energética

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, tres tecnologías lideran el mercado de baterías para vehículos, uno de los sectores que el mundo deberá transformar de cara a la transición energética.

Las baterías NMC (níquel, manganeso y cobalto) dominaron el 60% del mercado mundial de baterías eléctricas en 2022. Son las más comunes en la industria de baterías para coches eléctricos, teléfonos móviles y otros dispositivos. Estas son económicas en su fabricación y ofrecen buena capacidad de almacenamiento. Sin embargo, son menos seguras y más tóxicas, al requerir para su fabricación elementos como el cobalto.


El liderazgo de las baterías NMC se ha reducido por el auge de las baterías fabricadas con la tecnología LFP (litio, hierro y fosfato), que cubrieron el 30% del mercado y se espera que este año lleguen al 40%. Aunque ofrecen una menor capacidad de almacenamiento, son más seguras, menos tóxicas y se demoran más en degradarse.

En tercer lugar, con una cuota de mercado del 8% en 2022, las baterías NCA (níquel, cobalto y aluminio) son más eficientes, resistentes y duraderas. Sin embargo, su proceso de fabricación es más costoso, no son tan seguras y tienen bajo rendimiento a temperaturas altas.

Retos de la transición energética en el transporte en Colombia

De acuerdo con el geólogo Amat Zuluaga, para llevar a cabo la transición energética se requieren diversos elementos. Colombia no cuenta con una producción suficiente de muchos de ellos para cubrir las necesidades del país.

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A excepción del hierro, que aunque no posee en exceso ya se utiliza para el consumo interno, Colombia enfrenta un desafío significativo al no contar con una producción suficiente de materias primas para abastecer de energía su propio parque automotor.

Por ejemplo, Colombia demanda 64.061 toneladas de litio, esencial en la fabricación de electrodos y electrolitos, pero no produce este mineral. 

Similarmente, el país requiere 269.678 toneladas de aluminio, empleado en cátodos, colectores de corriente y celdas, pero la producción nacional apenas alcanza las 800 toneladas.

El manganeso, utilizado en los cátodos, representa otro desafío, ya que se necesitan 30.668 toneladas, pero Colombia solo produce 389 toneladas. 


La producción nacional de cobalto y el níquel, fundamentales en la fabricación de cátodos, también es deficitaria. Para el cobalto se requieren 33.508 toneladas, pero Colombia no produce este mineral. En cuanto al níquel, se necesitan 156.218 toneladas y la producción local alcanza solo las 42.200 toneladas.

Finalmente, el cobre, utilizado en la fabricación de colectores de corriente, tiene una demanda nacional de 326.945 toneladas, pero la producción colombiana se limita a 6.918 toneladas.

Esta brecha entre la demanda y la producción de minerales para la fabricación de baterías plantea importantes desafíos en términos de sostenibilidad y seguridad en el suministro de materiales clave para la electrificación del parque automotor colombiano.

Lo que es aún más preocupante es que, para el experto Zuluaga, esta demanda de minerales deberá repetirse en cada ciclo de vida de las baterías, es decir, aproximadamente cada 4 o 5 años. Esto se debe a que, en la actualidad, el reciclaje de baterías en Colombia no se lleva a cabo de manera efectiva, y las tecnologías a nivel mundial aún no han logrado hacer que este proceso sea comercialmente viable.

Ante esta realidad, se plantea la necesidad de una reflexión profunda sobre la transición hacia la electrificación de vehículos en Colombia. La sostenibilidad y la viabilidad a largo plazo de este proceso deben ser evaluadas cuidadosamente, considerando no solo la dependencia de minerales importados, sino también la falta de un sistema efectivo de reciclaje de baterías. 

Esta cuestión plantea importantes interrogantes sobre cómo abordar de manera más sostenible y responsable la transición energética y la movilidad eléctrica en el país.