Cómo ordenar un almacén desde cero: pasos esenciales para lograr una operación fluida
Todos los almacenes requieren, periódicamente, ser ordenados o reordenados para maximizar su eficiencia. Este proceso puede parecer fácil, pero exige considerar varios aspectos, cuidar la seguridad industrial y poner atención a los detalles.
Antes de ordenar un almacén, las empresas suelen hacer una verificación rápida para saber cómo está el inventario, qué zonas están ocupadas y en qué puntos se concentra más trabajo. En esta revisión es común ver herramientas básicas como una estibadora, usada a diario para mover y acomodar mercancía de manera fácil y segura.
Gestiones que no se deben olvidar al ordenar un almacén
Cuando un equipo comienza a establecer el orden en un almacén, lo primero es comparar lo que dicen los registros con lo que realmente hay en las estanterías. No se trata solamente de contar cajas: también se debe mirar dónde está ubicado cada producto, qué tanto rota y si hay errores que puedan complicar el resto del proceso. Hacer esta verificación evita que después queden productos mal clasificados o que se asignen espacios que no coinciden con la demanda.
En ese inventario inicial suelen aparecer datos como códigos, referencias, unidades disponibles, fechas de ingreso, niveles de fragilidad y condiciones de almacenamiento. Tener esta información clara ayuda a que el proceso sea más preciso, sobre todo cuando se trata de productos que necesitan controles especiales por seguridad, temperatura o peso.

1. Criterios de clasificación para acomodar la mercancía
Una vez asegurado el inventario, las empresas definen la metodología de clasificación. Aunque esta puede variar según el sector, suelen emplearse criterios que permiten mantener una estructura clara y facilitan la asignación posterior de espacios, para evitar montajes improvisados.
Dentro de los criterios que más influyen en la clasificación de la mercancía se encuentran los siguientes:
- Nivel de rotación: artículos con alta salida suelen colocarse en zonas de acceso rápido y a la altura de los ojos.
- Tipo de producto: los productos de una misma categoría suelen ser almacenados en una misma sección del almacén. Además, materiales frágiles, pesados o peligrosos requieren de sectores separados y señalizados.
- Dimensiones y peso: influyen en la altura y en el tipo de estantería que se debe utilizar.
- Compatibilidad: algunos insumos no pueden almacenarse en conjunto.
Al definir las maneras de clasificar el inventario y su ubicación, también se deben considerar los procesos internos: recepción, inspección, almacenamiento, surtido y salida.
Si estos flujos son claros, las rutas internas se pueden diseñar con menos fricciones y las operaciones cotidianas resultan más previsibles y eficientes. Además, una estructura establecida permite que nuevos trabajadores se adapten al sistema sin mayores dificultades.
2. Asignación de espacios y rutas internas
La distribución del espacio es una de las etapas más visibles en el proceso de ordenar un almacén. Una vez definidos los criterios de clasificación, se asignan sectores y pasillos con base en el volumen, las cargas máximas y la frecuencia de movimiento. La intención es reducir desplazamientos innecesarios, otorgar a las rutas internas el espacio justo y mantenerlas despejadas.
Los responsables de ordenar un almacén suelen contemplar factores como alturas permitidas, anchos de circulación, zonas de seguridad y áreas para mercancía temporal o en devolución. En bodegas grandes, la asignación se acompaña de planos internos que ayudan a mantener coherencia entre los distintos grupos operativos.

Los espacios no solo deben ser funcionales, sino que también tienen que cumplir con normas de seguridad industrial. Un error frecuente ocurre cuando las zonas de tránsito quedan obstruidas por materiales que no han sido reubicados. Por eso, se debe revisar continuamente el uso del espacio para evitar que los pasillos se conviertan en áreas de almacenamiento improvisado.
3. Señalización y control visual
La señalización es otro componente esencial. Sin rótulos claros, el esfuerzo por ordenar un almacén se diluye. Las señales permiten identificar categorías, rutas de evacuación, cargas máximas y puntos de seguridad. Además, soportan la trazabilidad interna, sobre todo en operaciones con alto movimiento o personal rotativo.
Los sistemas de señalización suelen combinar etiquetas adhesivas, códigos de barras, paneles informativos y colores para diferenciar zonas. Aunque algunos almacenes integran señalización digital, la base sigue siendo un sistema visual que pueda leerse rápidamente. Las etiquetas también ayudan a prevenir errores de surtido y reducen tiempos de búsqueda.
Mantener un orden visual facilita realizar auditorías internas y permite detectar desajustes sin depender exclusivamente de informes. Además, una señalización adecuada es pieza clave de todo sistema de seguridad industrial. Por estas y otras razones, quienes buscan ordenar un almacén incorporan revisiones periódicas para comprobar que la señalización esté en buen estado y que los cambios en el inventario se reflejen en las estanterías.

4. Orden continuo y revisión periódica
El proceso de ordenar un almacén no termina con la ubicación del inventario, pues el día a día de la operación va alterando el orden del almacén. Esto ocurre especialmente en días de mucha congestión, pero también cuando llegan nuevos productos, se producen situaciones inesperadas o se dan cambios en la rotación.
Para garantizar el orden continuo, es importante realizar revisiones periódicas de variables como las siguientes:
- Verificación de niveles de inventario.
- Control de zonas críticas por acumulación.
- Revisión del estado de estanterías y pasillos.
- Actualización de etiquetas y registros.
Los principios para ordenar un almacén permiten que la estructura creada se mantenga estable o que, por el contrario, cambie de manera controlada y atendiendo a criterios de eficiencia y seguridad industrial.
Con un inventario claro, clasificación precisa, espacios definidos, señalización visible y un control continuo sobre las operaciones, la gestión interna reduce fricciones y las actividades diarias se desarrollan bajo un esquema más predecible y que responde a las necesidades reales.
Siga leyendo: Así afectará el alza del 27% del gas natural en Colombia 2026 el bolsillo familiar en pleno debate del salario mínimo