De los trinos a los tiros
Santiago Quintero Pfeifer
Politólogo de la Universidad de los Andes, creador de contenido.
El lamentable atentado que sufrió Miguel Uribe Turbay el pasado sábado 7 de junio de 2025 en el barrio Modelia, en la localidad de Fontibón al occidente de Bogotá, es un hecho que debería dolernos como país, como ciudad y como generación.
Para quienes nacimos a mediados de los años noventa, este suceso remueve memorias sombrías: si bien la violencia ha sido una constante desde la fundación de Colombia, los intentos de magnicidio marcaron un terrible capítulo en los años ochenta y principios de los noventa, que puso a temblar a nuestra nación, a su Estado y a su régimen político.
Independientemente de las ideas que sostengan los diversos actores políticos de hoy, las reminiscencias de las elecciones de 1990 —que dejaron un saldo trágico de cuatro candidatos presidenciales asesinados—deberían ser motivo suficiente para rechazar con firmeza que la vida de alguien se vea amenazada por pertenecer a un partido político o por promover una idea.
Hoy, las redes sociales influyen profundamente en nuestras decisiones cotidianas: desde el lugar donde comemos hasta la ropa que vestimos. Las decisiones políticas no escapan a esa lógica; por el contrario, se intensifican en un terreno que apenas empezamos a comprender como sociedad, dominado por la inmediatez y la velocidad de una tecnología al alcance de nuestro bolsillo.
Una reciente investigación de La Silla Vacía evidenció que el presidente de la República, Gustavo Petro, encabeza el deshonroso ranking de las cuentas que más propagan discursos agresivos en la red social X. En segundo lugar, aparece una cuenta aliada de la Casa de Nariño, y en tercer y cuarto lugar, dos precandidatas presidenciales que han sido opositoras a este gobierno.
Esta pequeña radiografía del malestar político nacional muestra cómo la agresividad se ha convertido en vehículo común en ambos extremos del espectro ideológico. Las cuentas que generan odio son, paradójicamente, las más seguidas del país.
Esto nos plantea un reto generacional: repensar los insumos con los que el país nacional —en palabras de Gaitán— se aproxima al país político.
Desde este espacio hago votos para que podamos poner fin a esa lógica macabra que hoy nos amenaza: la de pasar, sin escalas, de los trinos a los tiros.
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