Orgullo colombiano: proyecto del Parque Paramillo, nominado a prestigioso premio por lucha contra la deforestación en Colombia
Hablamos con Edgar Peña, vocero del proyecto Parque Nacional Natural Paramillo, nominado al premio Superhéroes de Desarrollo del Banco Interamericano (BID), sobre la lucha contra la deforestación en Colombia. No se pierda esta entrevista exclusiva.
La deforestación en Colombia continúa siendo uno de los desafíos más grandes que enfrenta el país en materia ambiental, pues la problemática puede, entre otras cosas, alterar el ciclo del agua y perjudicar el ecosistema de especies endémicas del territorio colombiano.
Durante el 2023, se registraron 44.274 hectáreas deforestadas solo en la Amazonía colombiana, de acuerdo con datos del Ministerio de Ambiente. La cifra es la más baja registrada en los últimos 23 años y evidencia una disminución del 38% con respecto a las 71.185 hectáreas afectadas durante el año previo.
Para combatir los efectos de la deforestación en Colombia se han adelantado varias iniciativas como el proyecto Parque Nacional Natural Paramillo, formulado en colaboración con el Ministerio de Ambiente y financiado por el Fondo Colombia Sostenible. Al respecto, hablamos con Edgar Peña, vocero de esta iniciativa, quien compartió en exclusiva con Más Colombia qué hay detrás de esta iniciativa que le apuesta a la preservación ambiental.
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¿Cómo nació el proyecto de Paramillo que lucha contra la deforestación en Colombia?
El proyecto nació en 2020 como parte de la lucha contra la deforestación en Colombia, formulado con el Ministerio de Ambiente y financiado por el Fondo Colombia Sostenible, administrado por el Banco Interamericano de Desarrollo, con recursos de Suecia, Suiza y Noruega.
Se firmaron acuerdos de conservación con 127 familias y 64 predios, que abarcaron 870,4 hectáreas. Este trabajo articulado incluyó autoridades reconocidas por las comunidades y fue ejecutado en conjunto con Parques Nacionales Naturales.
Cuéntenos, ¿cómo se logró que las comunidades locales se involucraran activamente en los acuerdos de conservación del Proyecto del Parque Nacional Natural Paramillo?
Nosotros siempre priorizamos trabajar directamente con las comunidades. Muchas veces los proyectos, en este sentido el de deforestación en Colombia, llegan formulados desde las ciudades, sin considerar las necesidades reales ni el contexto del territorio.
En este caso, para el Proyecto Parque Nacional Natural Paramillo, involucramos a la población desde el principio, escuchando su opinión y asegurándonos de que estuviera de acuerdo con lo que se planeaba hacer.
Hicimos un acompañamiento de más de tres años y medio en la zona de amortiguación del Parque Nacional Natural Paramillo, en Puerto Libertador, Córdoba, y Antioquia, trabajando con comunidades campesinas.
Para nosotros, la base de todo es la comunidad. Es fundamental trabajar con ellos e involucrar a las autoridades que ellos mismos reconocen, como en este caso, Parques Nacionales, que para estas comunidades es una autoridad clave en el territorio.
El proyecto Emprendimiento Social y Económico para la Lucha Contra la Deforestación en Colombia ha sido reconocido internacionalmente. ¿Qué lo hace destacar entre otras iniciativas similares?
Yo insisto mucho en esto, pero creo que el éxito del proyecto radicó en el equipo de profesionales y promotores rurales. La cercanía con la gente, el respeto y la escucha genuina marcaron la diferencia en esta lucha contra la deforestación en Colombia.
Aquí no se llegó a imponer nada, sino a trabajar con las comunidades y resolver juntos cualquier situación que surgiera en el territorio. Cuando hubo momentos críticos, el equipo desde Bogotá respondía de inmediato para apoyar.
El acompañamiento constante fue clave. No era una visita cada tres meses, sino cada quince días o un mes, siempre presentes. Además, utilizamos herramientas sociales de género, juventud y resolución de conflictos, lo que ayudó a que las comunidades se sintieran respaldadas. Al ver que cumplimos hasta el último compromiso formulado con ellos, eso generó confianza.
Incluso al final, con algunos recursos sobrantes del Proyecto Parque Nacional Natural Paramillo, organizamos insumos y maquinaria adicionales junto con Parques Nacionales, entregándolos a las comunidades para darles un beneficio extra. Fue un esfuerzo conjunto que dejó huella por este cambio de la deforestación en Colombia.
¿Qué impacto esperan tener las acciones de conservación y restauración en las 870,4 hectáreas cubiertas por los acuerdos?
Esto hay que verlo de diferentes maneras. Algunos predios están dentro del parque o traslapan con él, mientras que otros están fuera, pero siguen siendo parte del mismo entorno. En ambos casos, esos predios se destinan a la conservación. Además, los campesinos también identificaron áreas importantes en sus terrenos, como zonas con potencial hídrico o bosque, que decidieron restaurar o conservar.
El trabajo conjunto con el Proyecto del Parque Paramillo sobre la deforestación en Colombia fue fundamental, incluyendo un acompañamiento técnico para estructurar y ejecutar el proyecto. Ahora que nosotros hemos salido, Parques Nacionales asume la responsabilidad de dar seguimiento y monitoreo a las acciones de conservación y restauración acordadas con las familias.
Las comunidades han tomado conciencia del impacto positivo de estos acuerdos. Incluso mencionaron que, en lugar de un contrato de cinco años, estos deberían durar cientos, porque los beneficios no son solo para ellos, sino para las generaciones futuras. Se logró que este esfuerzo fuera interiorizado y valorado por ellos.
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¿Cómo se articula el trabajo de comunidades campesinas y resguardos indígenas en la lucha contra la deforestación en Colombia?
Estas comunidades en los parques Catatumbo y Paramillo enfrentan una realidad muy dura marcada por conflictos armados, tala indiscriminada, ganadería extensiva para usos ilícitos y otros problemas socioambientales.
Estas dinámicas generan focos de deforestación en Colombia, y el objetivo del Proyecto del Parque Nacional Natural fue frenar este impacto brindando alternativas legales y sostenibles para las comunidades.
No se trata de culpar a nadie; estas son las realidades de los territorios. Pero al llegar allá, impacta ver cómo tanto las comunidades campesinas como las indígenas están interesadas en cambiar y migrar hacia una economía legal y dejar a un lado la deforestación en Colombia.
Cuando se les ofrecen opciones sostenibles y se les acompaña de manera constante, no solo dejando recursos, sino sensibilizándolos y apoyándolos durante todo el proceso, las cosas cambian.
Por ejemplo, se firmaron alianzas comerciales para productos como huevos, plátano, maracuyá y miel, creando cadenas de valor sostenibles. Esto cubrió todas las dimensiones: ambiental, social, productiva y comercial, garantizando la sostenibilidad de los proyectos y beneficiando a las comunidades que, además, están cansadas de las condiciones que viven en sus territorios. Ese acompañamiento cercano hizo toda la diferencia.
El Proyecto Parque Nacional Natural Paramillo menciona el desarrollo de emprendimientos sostenibles contra la deforestación en Colombia, ¿qué tipos de actividades económicas se promueven y cómo benefician a las familias participantes?
Yo quiero hablar de dos casos en cada parque y cómo lo vimos nosotros desde el proyecto.
El primero fue en el Parque Nacional Natural Catatumbo, allí trabajamos con el pueblo Barí en un emprendimiento piloto de meliponicultura, utilizando abejas nativas meliponas.
Al principio, las comunidades eran un poco reservadas, pero tras explicar que estas abejas no picaban y producían una miel valiosa con usos medicinales y cosméticos, aceptaron participar.
Este cambio, que también lucha contra la deforestación en Colombia, fue especialmente significativo en algunas comunidades donde las mujeres lideraron el proyecto, rompiendo roles tradicionales. Aunque dejamos la región en abril, las comunidades continuaron el trabajo, fabricando sus propios cajones y atrayendo más abejas, lo que demuestra la sostenibilidad del esfuerzo.
El segundo caso fue en el Parque Nacional Natural Paramillo. Trabajamos con gallinas ponedoras, un emprendimiento que inicialmente generaba escepticismo porque experiencias anteriores habían fracasado. Sin embargo, este caso fue distinto gracias a un acompañamiento técnico integral, incluyendo un veterinario para garantizar el cumplimiento de normativas, vacunas y manejo ambiental.
Además, el BID aprobó la compra de un moto-carro, facilitando la comercialización de los huevos desde zonas de difícil acceso. Para reducir costos, se desarrolló un concentrado alternativo con insumos locales como yuca y plátano, en colaboración con la Universidad de Córdoba y Parques Nacionales.
Estos casos muestran que un acompañamiento constante y cercano con las comunidades puede transformar desafíos en éxitos sostenibles que batallan en contra de la deforestación en Colombia.
¿Qué desafíos enfrentaron durante la implementación del proyecto y cuáles fueron las lecciones aprendidas que los llevaron a ser finalistas en los premios Superhéroes de Desarrollo?
Estos parques presentan muchos desafíos por el contexto en el que se encuentran: zonas difíciles con presencia de actores del conflicto, problemas de acceso, y una comunicación complicada.
A pesar de esto, estábamos convencidos de que podíamos hacerlo. Hablábamos mucho con los jefes de parque y les agradecíamos porque realmente sienten a las comunidades. Esa cercanía fue clave para lograr nuestro objetivo y mantenernos firmes a pesar de las dificultades.
Al inicio del Proyecto Parque Nacional Natural Paramillo enfrentamos situaciones críticas como paros armados, durante la pandemia del COVID-19, enfrentamientos y paros campesinos. Pero al generar confianza con las comunidades, ellas mismas se convirtieron en nuestras protectoras, informándonos de situaciones para decidir si podíamos ingresar o no a las zonas, siempre con cuidado y discreción.
El éxito estuvo en el respeto y en el manejo transparente del proyecto, siempre escuchando a todas las partes, informando qué y cómo se iba a hacer, y adaptándonos a las realidades locales. Sabíamos que estas comunidades han sido muy golpeadas por el conflicto, y lograr que nos abrieran las puertas de sus hogares y corazones fue muy significativo.
Al final, despedirnos tras tres años y medio de este trabajo que lucha contra la deforestación en Colombia fue muy emotivo. Ese intercambio de abrazos sinceros y ojos aguados, tanto de ellos como de nosotros, reflejó que hicimos algo bien. Esto fue el resultado de un trabajo basado en confianza, respeto y compromiso con las comunidades.
¿Cómo garantizan que los acuerdos de conservación se mantengan a largo plazo y que las comunidades sigan comprometidas con la protección de los recursos naturales?
El tema de los acuerdos de conservación es parte de la misión de Parques Nacionales, aunque no era una meta directa dentro del proyecto del parque Paramillo. Nosotros lo consideramos un valor agregado. Siempre he dicho que somos una herramienta para apoyar y acompañar a Parques en sus compromisos, pero también para ir un paso más allá, como lo fue lograr la firma de estos acuerdos.
Tuvimos reuniones con los jefes y equipos de los dos parques para entregarles toda la información del proyecto y asegurar que ellos asumieran la responsabilidad de dar seguimiento y monitoreo a las acciones pactadas. Antes de esas firmas, ya había compromisos previos con las comunidades, y el objetivo era garantizar que se cumplieran.
Confío plenamente en el trabajo que realiza Parques Nacionales. Es una entidad admirable porque realmente siente a las comunidades, conoce sus territorios y entiende sus necesidades.
El trabajo que hacen es muy valioso, especialmente en estos dos parques donde las condiciones son difíciles, pero la gente mantiene la esperanza de que todo mejorará. Y, como decimos, esa esperanza debe convertirse en realidad para que tenga sentido.
¿Qué papel juegan las organizaciones internacionales y los financiadores, como Noruega y Suiza, en la sostenibilidad y expansión del Proyecto del parque Paramillo?
Lo interesante de estos proyectos es que su impacto ambiental trasciende territorios, municipios e incluso a Colombia. Su efecto es global en términos de conservación y protección del medio ambiente.
Somos el segundo país más megadiverso, y los ojos del mundo deberían enfocarse en proteger estos recursos porque, si los perdemos, las consecuencias serán graves no solo para nosotros, sino para futuras generaciones.
Siempre digo que cuidar la naturaleza no es por ella, porque ella se regenera, sino por nosotros y para asegurar un mejor futuro sin deforestación en Colombia. En ese sentido, países donantes que miran hacia regiones megadiversas como la nuestra, tienen un rol fundamental para apoyar ejercicios y proyectos que permitan a las comunidades entender el valor de lo que tienen.
Muchas personas en las comunidades desconocían la riqueza de sus predios. Nos decían: “No sabía que cuidando esto podía evitar la liberación de tanto CO₂”. Ahora, gracias a este trabajo, han pasado de ser actores pasivos a convertirse en protectores activos del medio ambiente.
Incluso, algunas asociaciones han aprendido a desarrollar propuestas y han ganado proyectos, como uno de restauración, lo cual es increíble porque se inició aquí.
Lo más bonito es que esto no es un esfuerzo unilateral. No se trata de salvar a nadie, sino de trabajar de la mano con las comunidades, darles herramientas y acompañarlas para que ellas mismas lideren el cambio. Esa, al final, es la verdadera meta.
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