El petróleo en Colombia enfrenta desafíos mayores: La salida de Shell y otras multinacionales petroleras

Shell ha confirmado su salida del negocio de exploración y producción de hidrocarburos en Colombia. La multinacional angloholandesa vendió su participación del 50% en los bloques Fuerte Sur, Purple Angel y COL-5, ubicados en el mar Caribe, donde compartía operaciones con Ecopetrol. Estos bloques fueron escenario de descubrimientos clave de gas natural como Kronos 1, Purple Angel 1, Gorgon 1 y 2, y Glaucus 1. Pese a este potencial, Shell ha decidido abandonar estas operaciones, convirtiéndose en la sexta petrolera internacional que se retira de Colombia desde 2020, en una señal de alerta para el futuro del petróleo en Colombia.
La compañía explicó que su decisión responde a una estrategia de manejo de portafolio global. Sin embargo, Liliana Gómez, presidenta de Shell Colombia, advirtió que la incertidumbre en la ejecución de proyectos y las barreras regulatorias han hecho inviable mantener inversiones en el país. Gómez afirmó que cada año de retraso puede erosionar entre un 10% y un 15% del valor de un proyecto, lo que refleja la fragilidad del entorno para operar en el sector de petróleo en Colombia.
Aunque Shell se retira del segmento de exploración y producción, mantendrá operaciones comerciales en el país a través de Biomax, en áreas como la distribución de combustibles y lubricantes. Esto muestra un cambio de enfoque, pero también confirma que la incertidumbre regulatoria ha desplazado a actores clave del sector de petróleo en Colombia.

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Impacto en la inversión y producción
La salida de Shell se suma a una ola de desinversiones de otras petroleras. Repsol vendió activos por 530 millones de dólares, incluyendo su participación del 45% en el bloque CPO-9 y el 25% en SierraCol Energy Arauca. Cepsa también abandonó el país en 2024, vendiendo sus participaciones tras más de dos décadas de presencia. Estas salidas confirman que la inversión extranjera en petróleo en Colombia enfrenta condiciones cada vez más adversas.
En 2024, el sector mostró una fuerte contracción en varios indicadores clave. La producción fiscalizada de petróleo fue de 772.700 barriles por día, una caída del 0,6% respecto a 2023. La producción nacional de gas natural se redujo en un 9,5%, lo que obligó a incrementar las importaciones de gas en un 166%. Además, la inversión extranjera directa cayó un 26,8%, situándose en 2.240 millones de dólares, y las exportaciones petroleras bajaron un 3,6%, sumando 12.689 millones de dólares entre enero y octubre. Estos datos reflejan una tendencia negativa para el petróleo en Colombia
La actividad exploratoria también se redujo drásticamente. En 2024 se perforaron 477 pozos de desarrollo y solo 34 exploratorios, lo que representa una caída del 28% y 61%, respectivamente, frente a 2022. Las razones incluyen la falta de nuevos contratos de exploración, los problemas de orden público en regiones productoras y la incertidumbre jurídica. Estas cifras ponen en duda política gubernamental de desincentivar la explotación petrolera, cuando no se cuenta con alternativas viables en el campo de las renovables.

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El viraje energético del Gobierno Petro
El presidente Gustavo Petro ha insistido en transformar Ecopetrol en una empresa centrada en energías limpias. En abril de 2025, advirtió que la compañía estatal corre riesgo de quiebra si no se adapta al nuevo paradigma energético. Según Petro, las exportaciones petroleras cayeron un 17%, debido a la menor demanda global de hidrocarburos. A pesar de su visión, expertos alertan que el abandono acelerado del petróleo en Colombia puede generar inestabilidad energética y fiscal.
A nivel global, las energías renovables siguen avanzando, pero no reemplazan completamente a los fósiles. Según la Agencia Internacional de Energía, en 2024 los combustibles fósiles representaron el 60% del consumo energético global, mientras que las fuentes renovables y nucleares aportaron el 40% de la electricidad mundial. Casos como el apagón masivo en España muestran los riesgos de depender demasiado pronto de tecnologías intermitentes, una preocupación válida también para el futuro del petróleo en Colombia.

Una señal de alerta para el futuro energético del país
Aunque las multinacionales se han retirado, algunas empresas han aprovechado la reconfiguración del sector. GeoPark ha adquirido activos clave y Ecopetrol aumentó su participación en el bloque CPO-9, fortaleciendo su posición en la cuenca de los Llanos Orientales. Aun así, el nuevo mapa energético depende de que las condiciones regulatorias mejoren para permitir una operación estable y rentable en el petróleo en Colombia.
La salida de Shell y otras gigantes energéticas confirma una tendencia que no puede ser ignorada. El país enfrenta un dilema urgente: cómo avanzar hacia una transición energética sin destruir prematuramente su base productiva. El petróleo en Colombia sigue siendo un recurso estratégico para la economía, pero para que cumpla ese papel es necesario reconstruir la confianza de los inversionistas, establecer reglas claras y garantizar seguridad jurídica. De lo contrario, la sostenibilidad energética, los ingresos por exportaciones y los desequilibrios presupuestales, pueden afectar gravemente la economía nacional.