El poder de las redes sociales

Victoria E. González M.
Comunicadora social y periodista de la Universidad Externado de Colombia y PhD en Ciencias Sociales del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES) de la ciudad de Buenos Aires. Decana de la Facultad de Comunicación Social – Periodismo.
En varias de las reuniones en las que he estado últimamente, cuando se menciona algo confidencial, no falta alguien que, un poco en broma y un poco en serio, levanta su celular y en medio de la charla advierte del peligro de ser grabados.
En cualquier lugar en donde se presenta una discusión, un reclamo o una voz con más decibeles de lo admitido, el ofendido comienza a grabar para subir lo sucedido a las redes sociales.
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Cada día estalla un nuevo escándalo gracias a un ciudadano que “oportunamente” logró captar una escena o una conversación polémica. Por eso, tantas personas del común están felices, ya que gracias a esta explosión de información por fin se están empezando a descorrer velos que antes se mantenían cerrados.
Visto de esta manera, el fenómeno de las redes sociales “defensoras y reivindicativas” puede entenderse desde una perspectiva muy positiva. Sin embargo, todo tiene su más y su menos.
En principio, claramente preocupa que, la mar de las veces, gracias a esos espontáneos “reporteros de celular”, se conozca una sola versión de un hecho, que esa versión pueda volverse viral y que, por ende, alguien se pueda convertir en un eterno villano.
Igualmente, preocupan tantos, que en respuesta urgente a los llamados tipo: “ayúdenme a denunciar esto” o “hagamos viral aquello”, comentan, opinan y reproducen sin conocer todos los elementos de un hecho y, por su puesto, sin que se detengan a pensar por un instante que sus clics o sus repost podrían destruir la honra de alguien para siempre.
Preocupa, además, que muchas personas hayan empezado a esquivar los conductos regulares y los diálogos directos, a cambio de tomar el camino fácil de las redes sociales, en busca de empatías y adhesiones.
Y, finalmente, preocupa mucho, muchísimo, que algunos empiecen a utilizar su imagen personal, en el caso de ser reconocidos en algún campo, para degradar a otro por cualquier diferencia que tenga con él o ella.
El “usted no sabe quién soy yo” se ha trasladado a las redes sociales y se ha convertido paulatinamente en “usted no sabe cuántos seguidores tengo yo” o “usted no sabe cuántos me conocen”, condición que automáticamente conduce al amedrentamiento y a la amenaza.
Amerita de manera urgente una capacitación en el uso de redes sociales para muchos ciudadanos. Urge la necesidad de entender que una red social, más que un simple espacio de socialización o diversión, puede convertirse en una bomba cuya explosión puede tener efectos colaterales impredecibles.