Energías renovables sí, pero con petróleo: el debate sobre la transición en Colombia
En Colombia, mientras el gobierno busca abandonar los combustibles fósiles para avanzar hacia las energías renovables, el proceso carece de planificación y resultados.
Expertos como el economista y exministro Amylkar Acosta sostiene que el país está reemplazando la técnica por el discurso político, debilitando la seguridad energética y afectando la estabilidad fiscal.
La Unión Sindical Obrera (USO), por su parte, defiende la continuidad responsable de los hidrocarburos como base financiera de una transición gradual.
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Una política sin hoja de ruta
La estrategia del actual gobierno se centra en suspender nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos y carbón, y en respaldar el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles. Como resultado, el sector minero-energético, registró una contracción del 5% del 2024 y del 10% en el primer semestre del 2025.
Esta caída ha contribuido a un déficit fiscal superior a 26 billones de pesos. La autosuficiencia energética se ha convertido en dependencia. Colombia importa gas más caro, producido mediante fracking en Estados Unidos, lo que encarece las tarifas para hogares e industrias.

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Energías renovables y no renovables: una relación complementaria
El debate sobre energías renovables y no renovables suele presentarse como una confrontación, pero los expertos insisten en que deben coexistir. La matriz energética de Colombia ya es una de las más limpias del mundo: más del 60% de su electricidad proviene de fuentes hídricas. Sin embargo, el desarrollo de nuevas energías limpias avanza lentamente.
De los 2.400 MW asignados para parques eólicos en La Guajira, ninguno está en funcionamiento. La “hoja de ruta de transición justa” prometida en 2023 sigue sin publicarse, y el país descendió del puesto 29 al 35 en el índice global de transición energética. Mientras tanto, fuentes como la geotermia, la biomasa y las pequeñas centrales a filo de agua, con un potencial estimado de 52 GW, permanecen sin aprovechar.
Energía limpia con gradualidad
El discurso internacional sobre energía limpia no puede aplicarse sin ajustes a la realidad colombiana. El país solo aporta el 0,5% de las emisiones globales, y sus principales fuentes de gases de efecto invernadero son la deforestación, la agricultura y la ganadería, no la quema de combustibles.
Abandonar los hidrocarburos sin alternativas desarrolladas implica perder los ingresos que hoy financian buena parte del gasto público. El 80% de los recursos que la Nación recibe de Ecopetrol proviene del petróleo y el gas.
Sin esos fondos, sería imposible financiar la expansión de energías renovables ni sostener programas sociales. Como advierte Acosta, “uno no puede llegar a la noche sin haber pasado por el mediodía”.

La posición de la USO frente a Ecopetrol
La USO ha criticado la posible venta de la participación de Ecopetrol en el yacimiento Permian, en Estados Unidos, donde la empresa produce 120.000 barriles diarios mediante fracking. El sindicato advierte que esta operación eliminaría una de las fuentes más rentables del grupo empresarial, responsable del 14% del EBITDA del segmento upstream y del 10% de sus reservas totales.
Según su comunicado, “de cada $100 que la Nación recibe desde Ecopetrol por dividendos, regalías e impuestos, $80 provienen de los hidrocarburos”. El gremio sostiene que sin estabilidad financiera en Ecopetrol no hay posibilidad de financiar la transición energética.
Su posición refuerza la idea de que el país debe equilibrar sus metas ambientales con la protección de sus recursos estratégicos.
Energía en Colombia: hacia una transición propia
El exministro Acosta ha hecho un llamado por la “transición a la colombiana”, propone un enfoque gradual, prudente y adaptado a las condiciones locales. No se trata de negar la urgencia del cambio climático, sino de reconocer el papel del país y la necesidad de los recursos de los hidrocarburos para financiar el proceso.
El camino pasa por integrar todas las fuentes disponibles. Las energías renovables —(solar, eólica, fotovoltaicas) deben complementar a las convencionales. La demanda energética crece con rapidez, impulsada por la digitalización y la expansión industrial, por lo que ninguna fuente puede descartarse.
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Una transición realista implica también promover una transformación productiva: desarrollar una industria del hidrógeno verde, fortalecer la movilidad eléctrica y usar las energías limpias para reindustrializar el país. No se trata de oponer energías, sino de combinarlas para garantizar soberanía y estabilidad.