El gobierno del humo: Gustavo Petro y el arte de la distracción política

Andrés Pachón
Abogado investigador, magíster en Derecho Público con experiencia en litigio estratégico. Medio ambiente, derechos y desarrollo. Twitter: @AndresPachonTor
Del decretazo a la Constituyente, pasando por la “desconfianza electoral”, el Presidente juega a desviar la atención mientras su gobierno hace agua en todos los frentes.
Petro, experto en humo y confusión
Si algo ha caracterizado al gobierno de Gustavo Petro es su maestría en lanzar cortinas de humo. Con escándalos creados o amplificados, el Presidente ha convertido la agenda pública en un espectáculo continuo de distracción. Mientras el país enfrenta crisis reales —en salud, educación, orden público, aumento de costo de vida y finanzas—, Petro prefiere desviar la atención con ocurrencias que oscilan entre lo absurdo y lo autoritario.
Cada semana surge una nueva bomba de humo mediática: un decreto inconstitucional, una amenaza de constituyente, un intento de golpe de estado, una advertencia sobre fraude electoral. Y, curiosamente, cada una de esas maniobras termina desmontándose sola, como si nunca hubiese existido más allá del ruido que generó. Pero lo más preocupante es la efectividad con la que consigue tapar las verdaderas urgencias del país.
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Del decretazo a la Constituyente: dos bombas de humo peligrosas
Hace apenas semanas el país entero salió a rechazar el decretazo del Presidente, quien, extralimitándose en sus funciones y desconociendo la Constitución que juró defender, se pasaba por encima a los poderes legislativo y judicial para convocar su famosa consulta popular.
Al final, el registrador no se prestó para la jugadota autoritaria, el Consejo de Estado suspendió los efectos del decretazo y, ante la contundente respuesta institucional, el propio Presidente terminó derogando su decreto. Con ello quedó claro que todo fue una maniobra calculada —no por eso menos grave— cuyo verdadero propósito era presionar al Congreso y alimentar su narrativa de un supuesto “bloqueo institucional” contra su agenda.
Como réplica a la caída del decretazo, sacó de la manga una bomba de humo aún más peligrosa: la propuesta de una “Asamblea Nacional Constituyente Popular”. Según el mercenario del derecho Eduardo Montealegre, esta se convocaría sin pasar por el Congreso y, con un presunto “apoyo popular masivo”, iría directo a revisión de la Corte Constitucional. Una tesis abiertamente inconstitucional, que desconoce los límites claros del artículo 376 de la Constitución Política.
El presidente que tanto “defiende la Constitución del 91” planeando cómo dinamitarla.
Fraude anticipado: la nueva cortina de humo
Más recientemente, el Presidente lanzó otra bomba: “Desconfío de la transparencia de las elecciones de 2026”, dijo en su cuenta de Twitter. Una afirmación gravísima viniendo de quien encabeza el poder ejecutivo, y quien tiene la responsabilidad de garantizar el proceso electoral.
Esta estrategia no es nueva. Deslegitimar de antemano un eventual revés electoral sirve para justificar derrotas y victimizarse. Pero lo preocupante es la amenaza implícita a la democracia: si las elecciones no favorecen al Presidente o a su bloque político, ¿dirá que hubo fraude? ¿Aceptará los resultados? ¿Pedirá nuevas elecciones o una constituyente? La desestabilización permanente es el terreno favorito de Petro, acostumbrado a reinar en el caos que él mismo genera.
En medio de tanto humo, el país se desmorona
Entre tanto humo y tanto show, la realidad es cada vez más crítica. El gobierno de Petro enfrenta hallazgos fiscales por más de 1,17 billones de pesos, con serias irregularidades en sectores clave como educación y vivienda.
A eso se suma la crisis en la salud, la falta de acceso a medicamentos, la improvisación en la contratación de pasaportes, el fracaso en el modelo de salud del magisterio y compras inexplicables como aviones de guerra en plena crisis fiscal, una decisión que él mismo criticó con vehemencia cuando era senador.
Habla duro en defensa de Palestina, mientras firma acuerdos militares con Israel. “Denuncia al imperialismo”, pero se inclina obediente ante Trump y los EE.UU. Petro es un hábil actor del doble discurso: crítico y desafiante en la tarima, obsecuente y servil en la práctica.
El verdadero cambio que el país necesita
El humo de Petro esconde una verdad incómoda: su gobierno no fue el cambio prometido, sino la continuidad de la corrupción, la politiquería y la rendición ante los grandes intereses económicos que dice combatir. Su retórica antiestablecimiento se diluye ante los intereses de Washington y sus instituciones globales, y sus reformas engañan al pueblo mientras son aplaudidas por la OCDE y el FMI.
Los colombianos no necesitamos más bombas de humo, ni volver al pasado. Necesitamos transformaciones profundas, soluciones y un cambio, pero de verdad.
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