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sábado, 27 de diciembre de 2025
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Guerra comercial entre Estados Unidos y China: ¿estas potencias podrían romper sus relaciones comerciales?

La guerra comercial entre Estados Unidos y China hace parte de los enfrentamientos geopolíticos que se han agudizado durante los últimos años.
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Con la guerra comercial entre Estados Unidos y China, al parecer se anuncia una fragmentación del mercado mundial y una mayor importancia comercial de los bloques regionales. 

El ambiente se ha agravado, especialmente cuando después de la pandemia y ante una crisis en el abastecimiento de microchips de alta tecnología, Estados Unidos anunció un plan especial para incentivar la industria nacional de esos componentes, mediante fuertes subsidios y la prohibición de exportarlos a China.

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China, a su vez, respondió prohibiendo la exportación de galio y germanio —dos minerales indispensables para la producción de semiconductores—, y de sus derivados. Estas materias primas son componentes fundamentales en la fabricación de teléfonos inteligentes, automóviles y consolas de juegos, entre otros.

La continua escalada en la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha popularizado la idea de que es fácil y posible desacoplar ambas economías, pero esto es más difícil de lo que se cree. 

A pesar de la agudización de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, ambas economías tienen un alto grado de dependencia

A pesar de las sanciones y contrasanciones en el marco de la guerra comercial entre las potencias mundiales, el comercio entre Estados Unidos y China alcanzó un nivel récord en 2022, aumentando a USD $690.600 millones, sin que aparezcan señales de que eso esté cambiando.

Esto se debe en buena parte a que China tiene el control no solo de la exportación de muchas manufacturas, sino que controla toda la cadena de producción hasta el producto final. Es el caso, por ejemplo, de las baterías de litio. China cubre desde la extracción hasta el reciclaje de las baterías.

En el caso de los textiles, esto incluye no solo los tejidos sino también los adornos, tintes, cremalleras y demás piezas. Incluso importa una gran parte de la lana y e algodón del mundo, incluyendo el originario en Estados Unidos, que representa el 35% de la producción mundial.

Es el control de todo un ecosistema productivo y de economías de escala lo que hace a China insustituible, no solo en la fabricación y el ensamble sino en la comercialización.

Por lo demás su mercado interno es el mayor del mundo y su clase media, la que más rápidamente mejora su poder adquisitivo a nivel global. Por todo esto, es una fuente de demanda efectiva.

Para que una empresa extranjera sustituya esta producción china por una en su país, tendría que deslocalizar toda la cadena. Asimismo, tendría que abastecerse desde China de todos los insumos o en su defecto de países como la India o Bangladesh, y posiblemente se vería obligada a renunciar al menos parcialmente a abastecer el gigantesco mercado asiático.

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Esto no sucede solamente en los textiles y en las baterías, sino en centenares de áreas de las manufacturas, incluyendo la producción de automóviles, terreno en el cual China desplazó a Japón como el principal productor.

Límites de la deslocalización como arma en la guerra comercial

Actualmente, hay una cierta tendencia a deslocalizar empresas ubicadas en China y trasladarlas a otros países. Esta deslocalización se hace —y posiblemente se seguirá haciendo— con el propósito de bajar los costos, ya sea de mano de obra, de transporte o de materias primas.

Sin embargo, la deslocalización no tiene todavía la suficiente fuerza y posiblemente solo la agudización de las contradicciones geopolíticas acelere este frente de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Déficit manufacturero en Estados Unidos

En los últimos años, Estados Unidos ha descuidado la producción manufacturera y la mayoría de los equipos para la fabricación provienen de importaciones.

Según el Departamento de Comercio de Estados Unidos este país tuvo un déficit comercial de aproximadamente un billón de dólares en 2021, pero alrededor de 300.000 millones de dólares de ese déficit provienen de las importaciones de bienes de capital, es decir, de máquinas que producen bienes.

Los subsidios a la producción de semiconductores pueden estimular la construcción de nuevas fábricas, pero también explican la importación de maquinaria. En 2022 la importación de bienes de capital superó por primera vez a la producción de ellos en Estados Unidos, según Asia Times.

La guerra comercial no tiene un desenlace fácil ni resultados rápidos y tiene muchas variables geopolíticas. A pesar de las sanciones estadounidenses, muchas empresas importantes continúan en China, pues tienen costos ventajosos, cercanía y acceso a los mercados asiáticos, los cuales son los de mayor crecimiento en el mundo.

Esto explica la reiterada visita de altos funcionarios estadounidenses a Beijing, como la del secretario de Estado Anthony Blinken, quien en su viaje de junio señaló que “un compromiso económico sólido y saludable beneficia tanto a Estados Unidos como a China”. 

Blinken describió como “desastrosa” la posibilidad de “desvincular y detener todo comercio e inversión” con el gigante asiático, aunque reiteró que no proporcionaría tecnología a China que pudiera usarse en contra de Estados Unidos.

El desacople comercial entre China y Estados Unidos no es tan fácil ni será tan rápido en un mundo globalizado donde la ganancia mueve a las grandes empresas.

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