Juliana Guerrero viceministra de Juventudes ¿meritocracia o clientelismo? | Más Colombia
martes, 16 de diciembre de 2025
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Juliana Guerrero viceministra de Juventudes ¿meritocracia o clientelismo?

En Colombia, miles de jóvenes se esfuerzan años para graduarse y aún así enfrentan un 15% de desempleo, mientras Juliana Guerrero consiguió acreditarse como profesional en menos de 15 días y está a punto de ser nombrada viceministra de Juventudes.

Juliana Guerrero junto a Mario Benedetti en el Congreso de la República

Ser joven en Colombia y conseguir un trabajo digno es una carrera de resistencia. Según el DANE, el desempleo juvenil alcanzó el 15,0% en el trimestre móvil mayo-julio de 2025, mientras que el desempleo total bajó al 8,8% en el mismo periodo. Sin embargo, esa aparente mejora es engañosa, gran parte de la ocupación corresponde a empleos informales o por cuenta propia, trabajos precarios y sin acceso a derechos laborales plenos.

En este panorama, donde miles de jóvenes se esfuerzan durante años para estudiar, graduarse y competir por un puesto, el acceso al poder parece tener un atajo, la cercanía política con el presidente Gustavo Petro. Aunque el mandatario prometió que la meritocracia sería la regla de oro de su gobierno es decir, que las personas más capacitadas ocuparían los cargos públicos, el caso de Juliana Guerrero, candidata a viceministra de Juventudes, envía un mensaje distinto. Su rápida acreditación como profesional y la inminencia de su nombramiento revelan que la politiquería y el clientelismo pesan más que la experiencia o la preparación.


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Lejos de representar una apuesta genuina por las juventudes, esta designación pone en entredicho la credibilidad del Ministerio de la Igualdad. La entidad que nació con la promesa de ser una herramienta para combatir desigualdades estructurales y atender a las poblaciones más vulnerables, hoy se ve reducida a reproducir las mismas prácticas de corrupción, lobby político y exclusión que históricamente han debilitado la confianza en las instituciones públicas.

La contradicción es todavía más evidente si se piensa en los miles de jóvenes que participan en los Consejos Locales y Territoriales de Juventud. Ellos invierten tiempo, energía y convicción en construir propuestas para transformar sus comunidades, convencidos de que una política decente es posible. ¿Qué mensaje les envía el gobierno central cuando los méritos, los títulos y la trayectoria parecen importar menos que la cercanía con el círculo presidencial? ¿Se les está diciendo, en últimas, que en Colombia no vale la pena el esfuerzo ciudadano ni la preparación académica, y que lo único que abre las puertas al poder es ser amigo de quienes gobiernan?

Juliana Guerrero camina con comitiva frente a la Casa de Nariño
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Pero ¿quién es Juliana Guerrero?

Juliana Andrea Guerrero Jiménez, postulada como viceministra de Juventud, concentra en su corta trayectoria varias de las controversias más representativas del gobierno Petro. En cuestión de días, su hoja de vida publicada por la Presidencia pasó de mostrar títulos técnicos y tecnológicos a registrarla como contadora pública profesional. Ese salto exprés —de apenas 15 días— encendió las alarmas en el Congreso y en la opinión pública, comparándola con el escándalo del “título exprés” del exsenador Julián Bedoya. Legisladoras como Cathy Juvinao y Jennifer Pedraza exigieron una investigación y la certificación oficial de sus credenciales académicas.

A esto se suma un esquema de protección estatal otorgado por la UNP pese a que no existían informes de riesgo extraordinario que lo justificaran. Mientras líderes sociales en situación real de amenaza esperan medidas de seguridad, Guerrero obtuvo escoltas y recursos sin respaldo suficiente en los expedientes. En paralelo, se investiga su uso de un helicóptero oficial para un desplazamiento personal y la realización de viajes oficiales que superan los 120 millones de pesos, algunos de ellos acompañada por su hermana. Estos hechos han sido señalados como ejemplo de favoritismo político y mal uso de recursos públicos.

Su carrera política también está marcada por cercanía a figuras poderosas del petrismo, en especial Armando Benedetti, a quien acompañó como secretaria ejecutiva en la embajada en Caracas y en su regreso a la arena nacional. Ese vínculo explica, en parte, la rapidez de sus ascensos. Y aunque se la presenta como rostro joven del gobierno, su trayectoria refleja más bien los estilos de vieja política: clientelismo, privilegios y acceso a recursos estatales sin control estricto.


Grupo de personas con pancartas apoya reformas sociales en Palacio de Nariño
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Ministerio de la Igualdad ¿promesa transformadora o elefante burocrático?

El escándalo de Juliana Guerrero no viene solo, el Ministerio de la Igualdad nació como el gran símbolo de cambio de la campaña de Gustavo Petro. Anunciado con bombos y platillos, se le otorgó una asignación de 1,8 billones de pesos, cinco viceministerios, decenas de directores y plazas tecnológicas (más de 700 cargos nuevos) sin infraestructura ni resultados concretos.

Desde su creación en enero de 2023, esta cartera ha sufrido una crisis de ejecución: solo ha alcanzado el 0,14% del presupuesto para salarios, y no hay evidencia pública de inversiones en proyectos estructurales. Varios de los viceministerios quedaron desocupados por meses, por ejemplo, el de Diversidad, incluso, sin posesión formal lo que refleja una inestabilidad preocupante.

La salida de Francia Márquez del Ministerio de la Igualdad no solo dejó un vacío simbólico, sino que abrió una crisis interna profunda. Desde entonces, la cartera ha tenido varios encargados interinos y acumulado polémicas como si realmente se tratara de un elefante burocrático sin cuidado ni dirección firme.

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Del caso Juliana Guerrero a una práctica general, el clientelismo político como estilo de Gobierno

Esta inestabilidad del Ministerio de la Igualdad no es un caso aislado, el gobierno Petro ha sido azotado por una alta rotación de altos cargos. En solo dos años, han pasado por las carteras 52 ministros y 126 viceministros, un récord histórico que estalla en caos institucional

Este despliegue deja en evidencia cómo un proyecto que nació como la gran promesa progresista terminó reproduciendo los vicios del modelo político tradicional. El Ministerio de la Igualdad se convirtió en una maquinaria burocrática sin resultados concretos: la creación desproporcionada de cargos ha funcionado más como un sistema de premios políticos que como un mecanismo real para garantizar derechos y cerrar brechas sociales.

A esto se suma una inestabilidad estructural marcada por renuncias, vacantes prolongadas y nombramientos polémicos que han impedido consolidar un equipo técnico capaz de dar gobernabilidad y continuidad a las políticas. Y, quizás lo más grave, el ministerio se ha desconectado de la ciudadanía mientras multiplica oficinas y nóminas, su impacto en la reducción de desigualdades es casi imperceptible. En vez de convertirse en un motor de transformación social, se ha consolidado como un elefante blanco, costoso y vacío de resultados, símbolo de cómo el poder progresista puede terminar replicando las viejas lógicas de la política tradicional.

Gustavo Petro habla en un podio con micrófono durante un discurso oficial.
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Un Ministerio de Juventudes que le falla a las juventudes

El nombramiento de Juliana Guerrero como viceministra de Juventudes expone no solo la fragilidad de las instituciones, sino también la profunda desconexión entre el discurso de cambio y la realidad que enfrentan los jóvenes en Colombia. Mientras miles de estudiantes se endeudan, trabajan jornadas extenuantes y esperan años para recibir un título que aún no les garantiza un empleo digno, otros ascienden de manera vertiginosa gracias a cercanías políticas y favores de poder.


Esto golpea con fuerza la esperanza de una generación que ha puesto el cuerpo en las calles, que ha exigido un país distinto, y que hoy se encuentra marginada frente a prácticas que reproducen la vieja política. Para los jóvenes, ver cómo se reparten los cargos bajo lógicas clientelistas y privilegios significa confirmar que el mérito sigue relegado, que la igualdad prometida se transforma en frustración, y que el futuro que tanto sueñan parece cada vez más distante.

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