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martes, 7 de octubre de 2025
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La caja (plástica) de pandora

María Isabel Henao Vélez, Columnista

María Isabel Henao Vélez

Comunicadora Social y Periodista de la Universidad Javeriana. Especialista en Manejo Integrado del Medio Ambiente de la Universidad de los Andes. Twitter e Instagram: @maisamundoverde

Imagínese usted querido lector trasportado a la edad media. Trate de explicarle a un paisano que se lave las manos, que no le respire en la cara al enfermo de peste negra, que saque las ratas de la casa porque “es que hay unos organismos chiquiticos que no se pueden ver a simple vista pero que se llaman bacterias y ocasionan enfermedades”. Nadie le hubiera creído. En aquellos tiempos, las enfermedades causadas por virus o bacterias se atribuían principalmente a causas sobrenaturales, como la ira de Dios, la obra del demonio o la influencia de los astros. También se creía que podían ser causadas por la inhalación de aire contaminado por materia orgánica en descomposición (miasmas) o por un desequilibrio de “los humores del cuerpo”. 

Pues 600 a 700 años después, ya entendemos la cosa de los microorganismos, pero todavía no vemos la urgencia de eliminar unos nuevos tóxicos chiquiticos que no vemos, pero con los que hemos inundado el mundo y nos están enfermando; a pesar de la evidencia científica disponible y cada vez más contundente en sus alertas. Ese nuevo enemigo invisible y omnipresente son los micro y nano plásticos. Todavía no hacemos los nexos entre los cada vez más frecuentes cánceres y enfermedades endocrinas y neurológicas, con la presencia de esos chiquitines en las cosas que usamos, comemos, nos untamos, nos vestimos y en el aire que respiramos.


Si bien la historia de los primeros plásticos se remonta a comienzos del siglo pasado con invención de la baquelita y el PVC, fue después de 1950 cuando la cultura perezosa de usar y tirar destapó la caja de pandora de la contaminación por plásticos. Todo mi tiempo de vida he atestiguado cómo los humanos nos hemos obnubilado ante “lo barato y los múltiples usos de este material” terminando en casi todo lo que manufacturamos. Más recientemente, impulsa su permanencia ser plan B de la industria petrolera ante la transición de combustibles fósiles a energías limpias motivado por el cambio climático. 

Y llenamos el mundo de residuos plásticos. El océano, con islas flotantes de plásticos de todas las clases, los estómagos de aves, cetáceos, reptiles y de todo aquel que confunda un pedacito con comida. Contaminamos los ríos, los lagos, las calles… colapsamos basureros y como el sistema de aseo de nuestras ciudades suele barrerlos con cierta regularidad, pues… no nos damos cuenta a dónde van a dar. Y luego en las noticias empezamos a ver toneladas de residuos sin “reciclar” creyendo que ahí estaba la solución. Y luego en los paseos a las playas ya no encontramos conchitas sino tapas. Y luego dándonos un bañito en el mar encontramos bolsas y cuanto inimaginable artilugio plástico. Y hoy… ya sabemos que el plástico no es un problema de basura o suciedad. Hoy sabemos que se desbarata en pequeñas partes y que sus componentes los tenemos navegando por la sangre (hasta taponando arterias), en el cerebro, en la leche materna… escoja el lugar. Ahí están.

Mientras escribo esta columna, en Ginebra, Suiza, Naciones Unidas negocia un tratado global para frenar la contaminación por plásticos. Lleva ya 5 sesiones anteriores y a esta la recibe un informe de WWF y la Universidad de Birmingham titulado“Plásticos, salud y un planeta. Un llamado para establecer normas globales funtadamentadas en ciencia”. Si usted trabaja en el sector de la salud lo encontrará supremamente revelador y se le recomiendo leer de cabo a rabo. Si le interesa su salud y la de su familia puede leer el resumen en las primeras páginas, aunque apuesto que muchos lo leerán completo; no se necesita ser médico para comprender en gran medida gracias al lenguaje claro y las explicaciones aportadas. A mi me voló la cabeza. Sé que el daño está hecho y en el planeta seguirán circulando los químicos tóxicos del plástico que hemos hecho, pero en verdad, voy a estar a la caza de cómo evitar plásticos innecesarios y encontrar opciones de otros materiales para las cosas que uso.

Aquí puede descargar el informe, mientras tanto le comparto unos datos como abrebocas. https://wwfint.awsassets.panda.org/downloads/wwf-plastics-health-and-one-planet-es.pdf?_gl=1*1f6fuyn*_gcl_au*MjA5NjI0NDQ2MC4xNzQ5NjgxNzQx*_ga*MzA3NjAyNzEzLjE3NDk3NjYwNjU.*_ga_9594H828Q9*czE3NTQ4NjUxNDQkbzIyJGcwJHQxNzU0ODY1MTQ0JGo2MCRsMCRoMA

Caja de pandora, Más Colombia

Los objetos de plástico son un coctel peligroso. Además de las partículas de plástico en sí, los químicos y aditivos tóxicos añadidos a los plásticos guardan cada vez más relación con una gran variedad de efectos sobre la salud, desde la infertilidad y el cáncer hasta enfermedades respiratorias, enfermedades cardiovasculares y trastornos del desarrollo infantil. Son ciertamente una caja de pandora de aditivos introducidos durante su producción para conferirles propiedades específicas, como flexibilidad, durabilidad o resistencia al fuego y a los rayos UV.


El informe da cuenta de cómo numerosos estudios existentes ya muestran la conexión consistente entre muchos aditivos plásticos y efectos graves en la salud. Entre los más preocupantes figuran los alteradores endocrinos como los pftalatos y bisfenoles, que interfieren en las hormonas reproductivas y el desarrollo cerebral, y las PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas) — conocidas como «productos químicos eternos»—, que están vinculadas con el cáncer, la inmunosupresión y las enfermedades metabólicas. Estos riesgos resultan especialmente preocupantes durante el embarazo y la infancia, ya que una exposición temprana puede ocasionar efectos duraderos e incluso multigeneracionales en la salud.

Los estudios sobre la repercusión toxicológica de bisfenoles, ftalatos y retardadores de llama, los han relacionado con una serie de enfermedades, entre ellas: cánceres hormono dependientes (incluyendo los de mama y de testículo), reducción de la fertilidad y trastornos reproductivos, afecciones respiratorias crónicas como el asma,  enfermedades cardiovasculares como cardiopatías e ictus, enfermedades metabólicas como la diabetes y la obesidad y enfermedades neurológicas como el TDAH, el autismo y la demencia.

¿Sabía usted que la salud del suelo redunda en la salud de las personas? Seguro que sí, el que nuestros alimentos vengan de la tierra hace la conexión directa. Pues deja gran preocupación lo que el informe señala: que los micro y nano plásticos alteran la salud y el comportamiento de los organismos del suelo esenciales para el funcionamiento del ecosistema y la producción de alimentos.

Los estudios han demostrado que los microplásticos de polietileno (PE) pueden dañar el sistema inmunitario de las lombrices de tierra, los microplásticos de cloruro de polivinilo (PVC) restringen el movimiento de los colémbolos (criaturas parecidas a insectos que desempeñan una función importante en la descomposición de la materia orgánica del suelo), y las partículas de tereftalato de polietileno (PET) causan daños oxidativos en los ascáridos.

Todos estos organismos desempeñan un papel fundamental en la salud del suelo y son piezas clave de la cadena alimentaria, lo que implica que los efectos de la contaminación por plásticos se extienden hasta lo más profundo de los sistemas alimentarios y el funcionamiento de los ecosistemas que les dan soporte.

Esta y toda la información que trae el reporte, hace que uno se pregunte aterrado por qué la negociación de este tratado en Ginebra no ocupa todas las primeras planas. Cada día que pasa 30 mil toneladas de plástico llegan a los océanos, cada día que pasa la caja plástica de pandora deja al descubierto un efecto letal para la salud de animales, personas y ecosistemas. Estamos hablando de que todos sin excepción estamos en riesgo de enfermar, y gravemente. ¿Por qué no cerrar la tapa de la caja y cortar el flujo de venenos al ambiente que vivimos?

WWF enfatiza que las negociaciones en Ginebra deben concluir con un tratado basado en regulaciones vinculantes y específicas, respaldadas por la mayoría de los países. Este tratado debe incluir: prohibiciones globales a los productos y químicos plásticos más dañinos, regulaciones internacionales de diseño de productos para facilitar una economía circular no tóxica, apoyo financiero y técnico a países en desarrollo para una implementación eficaz, y mecanismos de fortalecimiento y actualización del tratado a lo largo del tiempo.


De corazón espero, primero que se negocie con éxito a favor de la vida y salud, y segundo que no sea letra muerta en la ejecución por parte de los países. Para que no se repita la historia de las convenciones de cambio climático o biodiversidad con muchas directrices y expectativas, pero con un clima embravecido y una pérdida de naturaleza cada vez más alarmante. La humanidad es creativa, podemos encontrar materiales más sanos, procesos más circulares, y transformar economías para el bienestar de todos.

De corazón anhelo que la esperanza esta vez no se quede atrapada en el fondo de la caja de Pandora sino que salga para avivar nuestras acciones hacia la construcción de un mundo donde las cajas plásticas sean pronto solo un mal recuerdo.

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