Médicos en Colombia sostienen el sistema de salud sin descanso mientras el gobierno los estigmatiza
En vez de reconocer el esfuerzo de miles de médicos en Colombia, el presidente Gustavo Petro optó por lanzar frases ofensivas. En un discurso pronunciado en Medellín el 21 de junio de 2025, aseguró que “la medicina es mala porque solo los hijos de los ricos la estudian” y que los médicos “se la pasan tomando tinto en la 93”.
La reacción no se hizo esperar: gremios, universidades públicas, organizaciones de usuarios del sistema de salud y figuras académicas respondieron con firmeza, rechazando una generalización que ignora el contexto real de quienes sostienen con su trabajo diario el sistema de salud.
Estudiar medicina sin ser rico: lo que muestran las cifras
No, la medicina no es una carrera reservada a la élite. En universidades como la de Antioquia, más del 50 % de los estudiantes pertenecen a estratos 1, 2 o 3, Además para abril de 2025, cerca del 85% de los matriculados en un pregrado, se beneficiaban de alguna política de gratuidad institucional.
La Universidad Nacional de Colombia —principal semillero de médicos en Colombia— recibe a estudiantes de todos los departamentos. La política de matrícula cero, los programas de bienestar universitario y las rutas especiales de acceso han permitido a miles de jóvenes de bajos ingresos ingresar y permanecer en carreras como medicina, sin herencias familiares ni privilegios económicos. En su sede Bogotá, los datos institucionales indican que cerca del 48 % de los estudiantes provienen de hogares con ingresos inferiores a dos salarios mínimos.
La Facultad de Salud de la Universidad del Valle mantiene un programa de cupos para estudiantes de comunidades rurales, indígenas y afrodescendientes. Y de acuerdo con ASCOFAME, casi la mitad de los médicos en Colombia que se titularon en 2024 egresaron de instituciones públicas. La narrativa que reduce esta carrera a un privilegio económico ignora estos hechos y borra las trayectorias reales de cientos de profesionales.
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Cuando el sistema colapsa, los médicos en Colombia también lo sufren
Las intervenciones administrativas que el gobierno ha hecho en algunas EPS, como la de la Nueva EPS, no solo han agudizado los problemas de los pacientes. También han empeorado las condiciones para el personal médico. ASUDSALUD y otras asociaciones de usuarios han denunciado fallas graves: demoras en citas, escasez de medicamentos, cancelación de cirugías. Pero lo que pocos dicen es que detrás de cada falla hay un médico o enfermero que tampoco puede cumplir su labor.
Bernardo Useche, director de Salud de Cedetrabajo, fue claro: “cuando el gobierno recurre a intervenciones políticas sin resolver los cuellos de botella operativos, genera más caos. El profesional queda atrapado entre la indignación del paciente y el abandono institucional”.
Condiciones de estrés, largas jornadas y precariedad estructural
La práctica médica en Colombia está marcada por jornadas prolongadas, presión constante y entornos laborales exigentes. Aunque existen regulaciones que buscan limitar los turnos a un máximo de 12 horas y las horas semanales a 66, estudios han documentado que los residentes han llegado a trabajar hasta 80 horas por semana. Este nivel de dedicación ha sido señalado por múltiples gremios como un factor que afecta gravemente la salud física y mental del personal de médicos en Colombia en formación.
La carga emocional no es menor. Según un estudio publicado en la Revista MedUNAB en 2020, el 73,3 % de los médicos generales reportaban niveles de estrés leve, mientras que el 6 % presentaban estrés severo. En total, un 38 % evidenciaba signos de burnout o agotamiento extremo.
Estas cifras muestran el contraste brutal entre la caricatura de la inactividad médica y la vivencia real de quienes sostienen el sistema en turnos ininterrumpidos, sin garantías mínimas.
Además, la pandemia de COVID-19 dejó secuelas notorias: el 64 % de los médicos en Colombia reportaron deterioro en su salud física, y el 74 % en su salud mental. Este desgaste prolongado, sumado al déficit estructural de recursos y a la burocracia administrativa, ha generado una presión insostenible.
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Una vocación basada en el compromiso, no en el confort
Ejercer medicina en Colombia implica riesgos legales, carga emocional y falta de garantías básicas. En regiones como Vichada, Cauca o Chocó, los médicos en Colombia deben llegar a sus pacientes en lancha, moto o a pie. Muchos compran sus propios implementos, diagnostican sin imágenes ni laboratorios y trabajan en centros donde el suministro eléctrico es inestable. No es una excepción: es parte de la rutina de cientos de médicos rurales.
La Sociedad Colombiana de Urología lo resumió así: “el ejercicio de la medicina en Colombia no es sinónimo de comodidad, sino una decisión de vida que implica largas jornadas, carga emocional, riesgos legales y retos administrativos”.
A su vez, la Asociación Colombiana de Cirugía refutó directamente el estereotipo de la inactividad con una frase directa: “no estamos en la zona rosa tomando café. Estamos en el quirófano salvando vidas”.
Desprestigiar la profesión médica daña al sistema de salud entero
Los discursos que atacan o estigmatizan a los médicos en Colombia no solo ofenden a una comunidad profesional ya presionada. También afectan la confianza de la población, reducen el interés por la carrera y agravan la falta de personal en zonas apartadas. Una fuerza laboral sobrecargada, estresada y sin respaldo estatal se vuelve más vulnerable a errores y menos capaz de sostener una atención de calidad.
Lo que está en juego no es solo la dignidad de los médicos en Colombia. También la seguridad del paciente, la continuidad del servicio y la legitimidad de todo el sistema de salud. El país no puede darse el lujo de profundizar esta fractura. Necesita reconstruir la relación entre Estado y comunidad médica sobre bases de respeto, respaldo técnico y condiciones reales para ejercer.
Una sociedad que respete a sus médicos puede aspirar a sanar su sistema de salud
El país necesita un pacto serio por la salud pública. Esto implica inversión en infraestructura, reestructuración técnica de las EPS, condiciones laborales dignas para el personal médico, acceso real para los pacientes y liderazgo sin arrogancia. Lo demás es ruido.
Miles de médicos en Colombia siguen levantándose cada día, con o sin insumos, con o sin salario, con o sin apoyo estatal, a hacer su trabajo. No por lujo, ni por café, ni por poder. Lo hacen porque eligieron una carrera que los compromete con la vida de otros. Y eso no merece burlas. Merece garantías, y, sobre todo, respeto.
